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La psicóloga perseguida por criticar el 'lobby trans': «Es una secta que adoctrina a los niños»

Carola López denuncia en su libro que el movimiento ‘queer’ se ha transformado en «una nueva religión» con su propia inquisición para quien contradiga el dogma

La psicóloga perseguida por criticar el ‘lobby trans’: «Es una secta que adoctrina a los niños»

La psicóloga Carola López Moya, perseguida por el transgenerismo, publica 'La secta trans: el activismo trans y cómo nos manipulan'.

Por primera vez en España, una administración abrió en 2021 un procedimiento sancionador a una psicóloga bajo la acusación de promover terapias de conversión para personas trans. La acusada era Carola López Moya, quien, tras afirmar en redes sociales que «las mujeres trans son varones» y que «las cirugías de reasignación de sexo son un negocio que se lucra del malestar que produce el género», fue denunciada por varias organizaciones pertenecientes al lobby trans ante la Consejería de Sanidad de la Junta de Andalucía.

La Junta archivó el expediente, pero el daño reputacional estaba hecho. La etiqueta de «tránsfoba» acompaña desde entonces a esta feminista, que, en conversación con THE OBJECTIVE, admite que pasó «miedo». «Se aseguró que yo hacía terapias de conversión a través de Twitter, que es una idea loca, y que también lo hacía en mi consulta», recuerda, y denuncia que pidieron para ella «un castigo excesivo» de cinco años de habilitación y 120.000 euros de multa: «Ni siquiera un médico que comete una negligencia que termina en la muerte de un bebé recibe una pena así».

López Moya ha plasmado su vivencia en La secta: el activismo trans y cómo nos manipulan, donde explica cómo funcionan las campañas de acoso del transactivismo y sus estrategias de manipulación, que recuerdan a una «secta que opera mediante la persuasión coercitiva, la propaganda, la censura y las promesas de salvación», y que «se centra en personas vulnerables como los adolescentes». No se trata, explica, de una crítica a los transexuales, sino a «la ideología detrás de la identidad trans y del cambio de paradigma que ha traído la nueva ley» impulsada por Irene Montero.

Carátula de ‘La secta: el activismo trans y cómo nos manipulan’, de Ediciones Deusto.

«La secta trans»

Antes de la concepción del libro, muchas madres, algunas de ellas agrupadas en la asociación AMANDA, se acercaron a esta psicóloga para pedirle ayuda porque sus hijos estaban dentro de «una secta». Ella desconfió en un principio de que el lobby trans pudiera hacer justicia a ese término, pero ahora afirma que «cumple al 99% los criterios que se aplican para decir que un grupo es sectario». En este sentido, comienza apuntando que la captación se produce en base a «mentiras y postulados acientíficos» que buscan «confundir a los menores con su sexo para trazarles un camino de disociación con su realidad».

Tras la captación, llega el adoctrinamiento, que se produce a través de lo que Steve Hassan consignó como «bombardeo de amor». «Se presenta una nueva familia frente a la propia que rechaza al adepto», explica López Moya, en referencia a que el transactivismo se centra en «personas en situación de vulnerabilidad que buscan la aceptación del grupo». «Ofrecen una fórmula de la felicidad inmediata: tu malestar con tu cuerpo se soluciona en el momento en el que puedes ser trans».

Y tras el adoctrinamiento, llega la retención. «Eso es lo que define una secta destructiva: cuestionar sus dogmas o abandonarlos puede suponer pagar un alto precio para la persona adepta». Un buen exponente de esto es Nagore de Arqueer, una estudiante de psicología y mujer «desistidora» de un proceso de transición de género que ahora es tildada de «traidora» por los transactivistas, que aseguran que, en realidad, «nunca fue una persona trans». «Tiene que ver con el sentido de pertenencia, sólo existes mientras estás dentro del grupo; si ya no estás en él, nunca fuiste una verdadera creyente», explica Carola López Moya.

¿Qué puede hacer la familia?

Estamos, según la autora, ante una de las «sectas más potentes, fuertes y bien organizadas de la historia del mundo occidental que no tiene que ver con las religiones comunes», ya que «tiene seguidores incluso entre profesionales de la salud mental y física». Ante esta tesitura, la pregunta a la que intenta responder el libro en su parte final es: ¿qué puede hacer la familia?

En primer lugar, «crear un vínculo con el menor de aceptación y reconocimiento» porque «esta secta se nutre especialmente de criaturas aisladas, que provienen de familias desestructuradas». Para la prevención también será necesaria la información sobre los grupos sectarios. «En España hay más de 400 sectas», recuerda la autora, que pide «educar a los niños [especialmente a las niñas] en que su cuerpo está bien tal y como está, en que no necesita ningún cambio».

Si se dedica acudir a un psicólogo en busca de ayuda, la experta recomienda a las familias «encontrar profesionales que no estén alineados por este dogma»: «Deben consultar sus currículums y redes sociales si las tienen».

Habrá daños irreversibles

En conversación con este medio, Carola López Moya recuerda que los países que comenzaron este camino, como Finlandia, Suecia, Noruega o Reino Unido, ya han reculado. En este último país, mil familias han demandado a la clínica Tavinstock de cambios de sexo por obligar a sus niños a tomar bloqueadores de la pubertad. Por eso la autora vaticina que en unos años tendremos en España «criaturas que se den cuenta de el daño que se les ha hecho con intervenciones irreversibles y dañinas, y que tendrán que denunciar a los profesionales que les han animado a hacer esto».

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