Puigdemont volvió a burlar a los Mossos: salió por la AP-7 cuando desactivaron los controles
El ‘expresident’ salió de Cataluña en vehículo por la frontera de La Junquera el jueves sobre las 22.30 horas
Carles Puigdemont volvió a burlar el dispositivo policial de los Mossos d’Esquadra el pasado jueves por la noche. Horas después de que lograse huir en un vehículo del centro de Barcelona ante la mirada de 400 agentes, el expresident consiguió hacer lo mismo sobre las 22.30 horas cruzando la frontera de La Junquera por la AP-7 a bordo de otro coche distinto, revelan a THE OBJECTIVE fuentes de Junts. El líder independentista, que confirmó este viernes que se encuentra de vuelta en Waterloo (Bélgica), esquivó la operación Jaula que dispuso controles en ese punto hasta pasadas las 15.30 horas, cuando la policía autonómica decidió desactivarla y mantener vigilancias solo en zonas concretas de Cataluña.
Las cámaras captaron cómo los Mossos inspeccionaron durante la mañana de la fuga a cientos de vehículos, maleteros incluidos. En ese momento, los agentes no descartaban que pudiese estar en la partera trasera del Honda blanco en el que se había montado sobre las 9.30 horas, tras un breve mitin en el Arco del Triunfo de Barcelona. Pero no era así. Poco después de que los agentes de la Comisaría de Información le perdiesen la pista a la altura de la Estación del Norte tras haberlo perseguido en dirección contraria durante varias calles, Puigdemont y sus acompañantes cambiaron de vehículo, revelan las mismas fuentes.
Salieron de la capital catalana y esperaron en algún punto de la región a que llegase la noche para salir de Cataluña por la frontera francesa sin ser advertidos. Un plan ideado desde hace tiempo que el equipo del expresident, entre los que se encontraban los tres mossos detenidos, ejecutó a la perfección. No solo para la huida, sino también para la llegada a España tras siete años fugado de la justicia.
Regreso a Waterloo
Puigdemont confirmó este viernes por la tarde en un mensaje en redes sociales que había regresado a Bélgica tras huir un día antes de Barcelona y que nunca había pensado entregarse. «Hoy estoy en Waterloo después de unos días extremadamente difíciles. Hay que analizar la situación política y poner en perspectiva la razón profunda de la operación que hizo posible lo ocurrido ayer. Y lo haré. Pero son miles de kilómetros en muy pocos días y muchas jornadas de una tensión difícil de explicar», subrayó en su perfil de X.
Horas antes, el secretario general de Junts, Jordi Turull, había avanzado el periplo. El expresident reside en Waterloo tras abandonar España en octubre de 2017 para no responder ante la justicia por el procés. Turull, que tendrá que declarar ante los Mossos por colaborar en la huida, insistió en que acompañó a Puigdemont en buena parte del viaje. Se despidieron a última hora de la tarde del jueves en «Catalunya Nord», una región del sur de Francia con vínculos históricos y lingüísticos con Cataluña.
El expresident llegó a Barcelona el martes, dos días antes del mitin, algo que desconocía la policía catalana y que podía haber evitado la crisis de descrédito a la que ahora se enfrenta el Cuerpo tras la detención fallida. Desde Junts señalan que Puigdemont cenó ese día con algunos amigos, entre ellos Turull, en un restaurante de la Ciudad Condal. Después se refugió en un piso en las cercanías de la calle Trafalgar, muy próximo al Parlament de Cataluña.
El jueves por la mañana le vieron acceder al Arco del Triunfo acompañado, entre otros, por el presidente del Parlament, Josep Rull. Una vez en el escenario, Puigdemont arengó a 2.500 seguidores: dio un discurso de cinco minutos y aprovechó la muchedumbre que le siguió al finalizar para escabullirse en el primer vehículo, que conducía Bárbara, la mujer del mosso detenido a la que todavía busca la policía.
Topos y cómplices de Puigdemont
Cuando terminó el acto junto al Arco de Triunfo, Puigdemont se dirigió hacia la cercana calle Wellington, donde hay uno de los accesos al Parlament, pero el riesgo de detención llevó al expresident y a sus acompañantes a abortar la idea de entrar en la Cámara. Fue entonces cuando decidieron ejecutar el plan de huida.
De todos los escenarios que habían previsto los Mossos para llevar a cabo la detención de Puigdemont, ninguno contemplaba que pudiese perpetrar una fuga frente a la presencia de 2.500 de personas, que habían acudido a ovacionarle, y de decenas de agentes de la Comisaría General de Información de la policía autonómica, encargados del operativo. Los agentes vigilaron en todo momento los pasos del político hasta que desapareció entre la muchedumbre.
El objetivo era detener discretamente a Puigdemont una vez traspasara el perímetro de seguridad del Parlament. Sin embargo, el líder de Junts nunca llegó hasta allí. Les engañó. Después tampoco lograron atraparlo para llevarlo a declarar al Tribunal Supremo ante Pablo Llarena, el juez que emitió la orden de detención, aún en vigor. El magistrado ha pedido este viernes a los Mossos y al Ministerio del Interior un informe que explique los detalles del dispositivo policial y los motivos por los que fracasó la operación.
Puigdemont está imputado por un delito de malversación de fondos públicos, cuya pena oscila entre los cuatro y 12 años de prisión, ya que Llarena consideró que no era amnistiable. El titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Barcelona también ha solicitado al Supremo que le investigue por el caso Voloh ante los supuestos contactos con Rusia para lograr apoyos para el independentismo. El alto tribunal ya archivó el mes pasado la causa de la plataforma Tsunami Democrátic, que le investigaba por terrorismo.
Crisis de descrédito
Los Mossos d’Esquadra se enfrentan ahora a una de las mayores crisis de descrédito de su historia. Los sindicatos han comenzado a pedir la dimisión de toda la cúpula policial. Todas las miradas se centran ahora en el dispositivo. Cómo se diseñó, se desarrolló y por qué falló pese a tener a su disposición a 400 agentes solo en la zona donde el líder separatista huyó en cuestión de minutos en el interior de un vehículo.
La policía catalana ha iniciado una investigación interna para depurar responsabilidades y ha puesto el foco en la posibilidad de que más agentes hubiesen podido haber ayudado al expresident a huir de Cataluña, además de los tres detenidos. Destacan el dueño del Honda blanco y otro mosso, Xavi Manso, muy cercano a Puigdemont, a quien ya escoltó hasta Waterloo.
Los investigadores señalan que estos mossos fueron clave para ejecutar la huida del líder de Junts, pero tienen sospechas, bastante fundadas, de que podría haber más agentes implicados en la operación. No solo cómplices materiales, sino también topos que, desde dentro, podrían haber facilitado información al equipo del expresident para trazar una ruta de fuga segura, logrando pasar desapercibidos ante el ingente dispositivo policial previsto, revelan fuentes de la policía autonómica.
Entre la información que estos mossos habrían facilitado al entorno de Puigdemont se encontraría el tipo de vehículos que debían usar; qué calles transitar o qué maniobras de distracción podían ser las más efectivas. La huida del expresident, no obstante, ha servido para constatar a nivel interno que este grupo de agentes colaboradores está más activo y más descontrolado que nunca.
Su último servicio al expresident puede costarle el desprestigio a un Cuerpo formado por más de 18.000 funcionarios y esto último, admiten fuentes policiales, es algo que no puede volver a suceder bajo ningún concepto. Los tres agentes detenidos se enfrentan a la imputación de dos posibles delitos: obstrucción a la justicia y omisión del deber de perseguir delitos, que conllevan penas de prisión.