La Policía refuerza la seguridad en el perímetro de Moncloa tras el 'centollazo' de un ciudadano
El Departamento de Seguridad ha intensificado la vigilancia después de que un joven arrojase crustáceos al complejo
El lanzamiento de dos crustáceos por parte de un ciudadano a uno de los párquines de La Moncloa ha sembrado la alarma en el Departamento de Seguridad de Presidencia del Gobierno. Los hechos ocurrieron el pasado 13 de septiembre. Al grito de «¡tomad centollazo, melones usureros!», un joven arrojó estas especies marinas a través del vallado con el fin de recrear una famosa escena de una serie de televisión, según puede advertirse en un vídeo de YouTube que publicó el propio protagonista dos días después. En un principio, el objetivo de este ciudadano era hacerlo en la entrada principal, pero tras ser avistado por un policía, decidió ir finalmente a un aparcamiento colindante con la A-6. Después, huyó corriendo junto al acompañante que le grababa.
La Policía no identificó entonces a ninguno de los dos implicados ni tampoco ha iniciado diligencias posteriormente, aseguran las fuentes policiales consultadas. Sin embargo, en el Departamento de Seguridad se ha dado la orden de reforzar la seguridad del perímetro sine die, especialmente en la zona de entrada al complejo, la más próxima a la rotonda, señalan las mismas fuentes. Cuatro días después de los hechos, el 17 de septiembre, mandos de la Policía Nacional en La Moncloa trasladaron verbalmente distintas directrices a sus subordinados. Entre ellas, la orden de que los agentes debía identificar a todo aquel que quisiese entrar al complejo, incluidos los trabajadores, así como a aquellos que anduviesen por las inmediaciones.
Hasta ese momento, explican las fuentes policiales, esa identificación solo se hacía en el edificio de control policial, a escasos metros de la entrada, donde los agentes verifican los datos de todas las personas que desean acceder a Presidencia del Gobierno o a cualquier otra oficina de las instalaciones; y los trabajadores o funcionarios muestran su tarjeta identificativa. Del mismo modo, la Guardia Civil también ha redoblado su presencia en el exterior de la zona. La Policía se encarga de controlar la entrada inmediata en una garita, mientras los agentes del instituto armado deben patrullar caminando desde ese punto hasta los accesos a la autovía.
El escrito de Seguridad de Moncloa
En un escrito fechado el 11 de octubre, un mes después del incidente, y remitido a los agentes de la Policía Nacional, al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, el Departamento de Seguridad informaba del «establecimiento de un puesto de servicio en la puerta nueva principal de acceso al complejo con la finalidad de efectuar un control visual preventivo sobre las personas y vehículos que accediesen al complejo por dicho acceso (personas a pie, taxis, vehículos particulares, etc.), y mediante ello filtrar la llegada y a acceso al interior de la rotonda». Un control exterior que, indica esta circular, debía estar vigente durante 14 horas hasta la finalización e inicio del servicio nocturno.
De este modo, los agentes, prosigue esta orden, deben hacer una vigilancia transversal. Entre las misiones de los funcionarios está la de «prevenir, disuadir e intervenir ante cualquier amenaza para la seguridad del complejo que pueda llegar desde el exterior»; «obtener información de los vehículos o personas a pie que pretendan acceder al recinto sin estar autorizados»; y «comprobar que los ocupantes de los vehículos que acceden al parking de visitas junto al control principal, una vez estacionados, se dirijan y accedan al edificio de control principal».
Quejas entre los agentes
Además, dice el escrito, «se identificará a toda persona que acceda a pie por la puerta peatonal, solicitando que le sea mostrada la tarjeta de acceso al Complejo». Y en el supuesto de que no la porte o manifieste tener concertada una visita o se trate de personal «laboral», los agentes deberán comprobar que efectivamente accede al control principal. En definitiva, una vigilancia total del perímetro y de los accesos. Esta orden ha generado cierto malestar entre los agentes destinados en los controles de seguridad habida cuenta del déficit de efectivos que padece el departamento de Policía Nacional en La Moncloa desde hace años.
Según denuncian, esta situación implica que todo el trabajo que deben hacer a partir de ahora en la garita exterior lo lleve a cabo un único agente en cada turno, «cuando la normativa interna dice que debe haber al menos dos efectivos» en estos casos. «Nos piden identificar a todo el mundo que no conozcamos. En el complejo hay al menos 800 trabajadores, es imposible conocer a todo el mundo que entra, hay mucha afluencia de gente, sobre todo por la mañana. Es imposible realizar ese trabajo. Pero así, si pasa cualquier cosa, la responsabilidad es solo para el policía que está en la puerta y que debe vigilar», critican distintos agentes en conversación con este periódico.
Cuestionan la legalidad de la norma
Entra tanto, fuentes policiales cuestionan la legalidad de este escrito que, destacan, «no ha firmado nadie, pero hay que cumplir a rajatabla». En el artículo 16, relativo a la identificación de personas, la Ley de Seguridad Ciudadana señala que las fuerzas de seguridad pueden requerir la identificación de las personas en dos supuestos: «cuando existan indicios de que han podido participar en la comisión de una infracción» y «cuando, en atención a las circunstancias concurrentes, se considere razonablemente necesario que acrediten su identidad para prevenir la comisión de un delito».
Por lo que, critican estas mismas fuentes, «no se puede identificar a cualquier persona que está alrededor o que quiera acceder al complejo y tengan tarjeta de acceso». «La orden es un arma de doble filo porque si después de la identificación previa pasa algo en el control policial, un error o le consta una denuncia, la responsabilidad recae sobre el policía, y todo ello teniendo en cuenta que solo hay un único funcionario realizando esa función», advierten distintos agentes.