Vivir el barroco en Valladolid: La exposición que une a Gregorio Fernández y Martínez Montañés
La Catedral acoge un recorrido único por la obra de dos grandes escultores barrocos hasta el mes de marzo
Desde finales de los años 80, la Fundación Las Edades del Hombre ha logrado consolidarse como un referente cultural en España. Su enfoque, dedicado a la conservación y difusión del arte sacro, ha permitido poner en valor piezas excepcionales como esculturas, pinturas y objetos litúrgicos de una belleza incomparable.
La primera exposición en Valladolid fue un éxito rotundo, y desde entonces, Las Edades del Hombre ha viajado por varias ciudades gracias a su formato itinerante. Este proyecto ha logrado que más de diez millones de personas hayan disfrutado de sus exposiciones, convirtiéndose en una cita clave para los amantes del arte y la cultura.
Además de realzar, restaurar y potenciar el patrimonio religioso, Las Edades del Hombre transforma las ciudades que acoge, dejando una huella económica y social notable. Como resalta THE OBJECTIVE, este proyecto no solo enriquece la cultura, sino que también impulsa el turismo y revitaliza las comunidades locales, siendo un espectacular motor de desarrollo.
Además de las grandes exposiciones itinerantes, la Fundación organiza otras actividades, como la que se está llevando a cabo en la Catedral de Valladolid. En esta muestra, se establece un diálogo único entre dos de los grandes maestros de la escultura española: Gregorio Fernández y Juan Martínez Montañés. La exposición fusiona espiritualidad y belleza, brindando una experiencia inigualable para los amantes del arte y la cultura.
Gregorio Fernández y Martínez Montañés
La Catedral de Valladolid se ha convertido en el escenario perfecto para una confrontación artística entre dos figuras fundamentales del barroco: Gregorio Fernández y Juan Martínez Montañés. La exposición ‘Gregorio Fernández y Martínez Montañés: El arte nuevo de hacer imágenes’, organizada por la Fundación Las Edades del Hombre y respaldada por la Junta de Castilla y León, abrió sus puertas el pasado 12 de noviembre y permanecerá hasta el 2 de marzo del próximo año.
Aquí se enfrentan no solo dos estilos, el de la Escuela Castellana y el de la Andaluza, sino también dos enfoques distintos sobre la espiritualidad y la forma de plasmarla en la madera. Fernández imprime un dramatismo lleno de realismo, mientras que Montañés opta por una serenidad idealizada, casi divina.
Exposición
La Catedral de Valladolid, con su impresionante arquitectura, se ha convertido en el centro de una exposición que transporta al visitante al corazón del barroco español. Desde su inauguración, la muestra ha logrado captar la atención de los asistentes, ofreciendo una visión única de las obras de estos dos grandes artistas.
THE OBJECTIVE tuvo la oportunidad de recorrer la exposición ‘Gregorio Fernández y Martínez Montañés: El arte nuevo de hacer imágenes’, guiados por José María Vicente, un experto en arte sacro. Su entusiasmo y conocimiento nos permitieron descubrir detalles de las obras que, a simple vista, podrían haber pasado desapercibidos, pero que resultaron fundamentales para comprender el impacto de estos escultores en el barroco español.
Al entrar en la exposición, se nota una atmósfera de solemnidad, pero lo que realmente destaca es la capacidad de disfrutar tanto de las piezas como de la majestuosidad de la Catedral, ya que la muestra se integra perfectamente en el espacio.
El primer impacto visual llega con los retratos de los dos autores, seguidos de una selección de las piezas más representativas de la exposición: el Ecce Homo de Gregorio Fernández, considerada por muchos la obra maestra de la escultura barroca, y el San Jerónimo Penitente de Juan Martínez Montañés. Ambas piezas, de una expresividad extraordinaria, se confrontan, mostrando las diferencias esenciales entre ambos artistas.
El Ecce Homo de Fernández destaca por su carga emocional. La figura de Cristo, con su rostro marcado por el sufrimiento, transmite una intensidad que conmueve profundamente. La obra refleja una humanidad atormentada, invitando a reflexionar sobre el dolor y el sacrificio.
En cambio, el San Jerónimo Penitente de Montañés ofrece una visión mucho más tranquila y serena. La figura del santo parece inmortalizada en un estado de paz sublime. La delicadeza de los detalles y la idealización del rostro de la figura humana muestran la búsqueda de lo divino, creando una sensación de calma que contrasta con el dramatismo de Fernández.
Recorrido
A lo largo de la exposición, se pueden apreciar otras piezas clave que reflejan cómo ambos artistas captaron el espíritu de su tiempo. Entre ellas, destaca el San Bruno de Montañés, que ha viajado desde el Museo de Bellas Artes de Sevilla, aportando una nueva perspectiva sobre su obra y mostrando su habilidad para crear figuras etéreas.
Un momento crucial de la muestra es la sala en la que se enfrentan las obras de los dos escultores, donde se pueden apreciar las huellas personales de cada uno. Son figuras de los mismos personajes, pero con enfoques completamente distintos, lo que permite entender la profundidad de sus visiones artísticas.
Conclusión
Esta exposición no es solo una oportunidad para disfrutar del arte sacro, sino también una invitación a reflexionar sobre cómo la obra de Fernández y Montañés sigue siendo una fuente de inspiración, incluso cuatro siglos después. Si tienes la oportunidad, no dejes pasar la ocasión de sumergirte en este fascinante encuentro con la belleza y la fe.