El Govern inicia en mayo la 'desespañolización' de los murales del Palau de la Generalitat

El Gobierno de la Generalitat emprende este 2 de mayo las reformas pictóricas del salón Sant Jordi del Palau de la Generalitat, que tienen como objetivo retirar los murales añadidos durante los años 20 del siglo pasado, y que ensalzan episodios de la historia de España como es el Compromiso de Caspe, la batalla de Lepanto o a el recibimiento de los Reyes Católicos a Colón en Barcelona, tras el descubrimiento de América. En total, se retirarán 69 murales sin que, por el momento, ningún museo se haya interesado en albergarlos.

Fue durante la presidencia de Quim Torra, en 2019, cuando se llegó a este compromiso de retirar esta parte de la historia de España, con el argumento de que estas pinturas, encargadas en la etapa de la dictadura de Primo de Rivera, no eran coherentes con el «estilo renacentista» del edificio y murales anteriores a esta época. Después de que la pandemia pospusiera esta reestructuración, fuentes del Govern han avanzado a La Vanguardia que será a partir del 2 de mayo cuando arrancará la reforma. Se prevé que finalice el 11 de septiembre de 2024, coincidiendo con la Diada nacional de Cataluña.

Murales que «exaltan valores guerreros»

La comisión creada por el Ejecutivo de Torra justificó en su momento su decisión por motivos «estéticos e ideológicos», y debido a que «se exaltan valores guerreros, el orden estamental opuesto al parlamentarismo, la monarquía perenne y sagrada, el Estado basado en el catolicismo como ordenador social, la lucha contra el Islam, así como un patriotismo bélico e imperial».

No obstante, tras acordar el inicio de esta reforma, la arquitecta responsable del patrimonio del Palau de la Generalitat, Júlia Roca, ha querido atajar la polémica y ha afirmado que «no hay nada en contra de estas pinturas», y que «simplemente están mejor en otro sitio». Sin embargo, solo está previsto que se guarden en depósitos y ha abierto la posibilidad de que «si un museo quiere, las pueda exponer».

Los motivos estéticos esgrimidos por la comisión creada para desmantelar estas obras hacían referencia a «la desfiguración causada, tanto por el despliegue extensivo de la pintura por encima de las superficies murales y bóvedas, como por la alta densidad de sus representaciones».

Este grupo de expertos afirmó que «su presencia deforma, oscurece y estorba en gran medida el reconocimiento de los valores plásticos que hacen de esta pieza el espacio arquitectónico de mayor valor, magnitud y significación del Renacimiento en Cataluña».

Contrato de 1,9 millones

La licitación pública para llevar a cabo estas reformas fue de 1,9 millones de euros y la empresa ganadora del concurso fue Urcotext Inmobiliaria, especializada en patrimonio.

El trabajo contempla varias fases. La inicial, explica el rotativo catalán, es proteger y retirar las pinturas. Le seguirá una segunda fase, en la que se realizarán prospecciones a nivel pictórico y constructivo para determinar el tipo de materiales que hay debajo y su grosor. A juicio de los expertos, los murales de la etapa anterior son de un valor artístico superior.