Razones para ilegalizar Bildu
«Que nadie se lleve a engaño sobre los motivos que llevan al Ministerio Fiscal a negarse a promover esa acción, que son meramente de oportunidad política, pero no jurídicos»
ETA no ha desaparecido, nunca lo ha hecho. La democracia española jamás derrotó a los terroristas, simplemente miró para otro lado mientras se disfrazaban de partido político por una mera cuestión de conveniencia estratégica. Pero su faz más sanguinaria permanece agazapada bajo los ropajes del entramado de EH Bildu.
Por más que el consenso partidista intente asentar en la memoria colectiva el relato de que la banda terrorista fue obligada a rendirse ante el envite del Estado de derecho, lo cierto es que la victoria de ETA es patente desde hace tiempo en el País Vasco y últimamente también en algunas de aquellas instituciones y estructuras estatales que antaño se le enfrentaron.
Entre los trofeos que, hasta hace unos días, servían para evidenciar su triunfo, destacan la normalización de los homenajes a etarras, el acercamiento de los terroristas presos al País Vasco, la ausencia en Euskadi de una libertad de expresión efectiva que permita externalizar sin temor opiniones o ideas políticas críticas con el nacionalismo, la equiparación de las víctimas del terrorismo con sus victimarios, la normalización del concepto «conflicto vasco», el cordón sanitario a Vox en el parlamento vasco reduciendo sus tiempos de intervención -anulado tras intervenir el anterior Constitucional-, la colonización del norte de Navarra o la incorporación paulatina de miembros condenados de ETA a las listas electorales.
Gracias al actual gobierno de coalición, el terrorismo ha podido colgarse nuevas medallas: se ha convertido en colaborador necesario del proceso de degradación institucional y legislativa emprendido por el sanchismo, que no sólo gobierna con el apoyo de los de EH Bildu, sino que también pacta con ellos reformas de calado y aprueba normas cuya finalidad inconfesable es acometer un cambio de régimen a través de la reforma indirecta de la Constitución.
Sánchez ha otorgado a los etarras una posición privilegiada en ese cordón sanitario que ha armado para poder gobernar sin tener que contar con el centro derecha. Causa y consecuencia de ello es que buena parte del socialismo haya asumido -y por lo tanto, legitimado- sus discursos de deshumanización del rival político y de cuestionamiento del poder judicial.
Que EH Bildu haya incluido en las listas para el 28-M a 44 condenados por pertenecer a la banda armada -siete con delitos de sangre- que no se han arrepentido ni pedido perdón, se nos ha querido vender como una muestra más del triunfo de la democracia sobre el terrorismo. Pero lo único que prueba es que el terrorismo sigue presente entre nosotros, por más que nos neguemos a retirar esa venda que como sociedad nos autoimpusimos para sobrellevar el dolor de los asesinatos.
Por ello considero perentorio que abordemos la existencia de EH Bildu no sólo desde el prisma del oportunismo político, sino del de su posible ilegalidad. Y para ello es necesario, antes de acudir a la ley de partidos, analizar sus orígenes, vínculos y decisiones. Labor que competía hacer a la Fiscalía General del Estado, pero a la que lamentablemente renunció demostrando, otra vez, que es el brazo judicial del sanchismo: la negativa emitida en cuestión de horas como respuesta a la iniciativa presentada por las víctimas para estudiar la ilegalización del partido vasco es una vergüenza tanto en cuanto al fondo como en la forma.
Lo primero que deben ustedes saber es que EH Bildu es una federación de partidos parida para enmarañar y despistar. Está conformada por varias formaciones lideradas por Sortu, vehículo ideado por ETA para concurrir a las elecciones de 2011. Tanto es así que el partido fue inicialmente ilegalizado por la Sala Especial del Tribunal Supremo, pero la sentencia fue revocada por el Tribunal Constitucional, al que se acusó entonces de extralimitarse en sus funciones.
Los vínculos de EH Bildu con ETA son tan estrechos que hasta diez miembros de su dirección actual han sido condenados por pertenencia a ETA o a organizaciones de su entorno. Entre todos ellos suman 55 años de cárcel, destacando los nombres del que fuera jefe de ETA y ahora responsable de orientación estratégica, David Pla; así como el de Elena Beloki, jefa del área internacional que fue condenada en 2007 a trece años de cárcel y a la que un año después se le concedió la libertad provisional para someterse a un tratamiento de fertilidad en una polémica decisión. Todo ello sin olvidar que Arnaldo Otegi fue su secretario general hasta que, en junio de 2017, asumió la condición de coordinador general de EH Bildu.
En segundo lugar, ya les contamos en este medio que contrariamente a lo que afirmó la Fiscalía, es incierto que la incorporación por parte de Bildu a sus listas electorales de miembros condenados de la banda terrorista sea algo puntual u ocasional. La asociación Dignidad y Justicia, presidida por Daniel Portero, realizó un listado que incluye los nombres de 23 etarras cuyas condenan suman 530 años de prisión y que figuraron como candidatos de Bildu en Guipúzcoa durante los comicios municipales, autonómicos y generales de los años 2015, 2016 y 2019. En las otras dos provincias vascas, podrían haber incluido a más.
Se colman, por lo tanto, las exigencias del art. 9.3, apartado c), de la Ley de Partidos, que establece que en un partido político concurren las causas para ser declarado ilegal cuando incluya regularmente en sus órganos directivos o en sus listas electorales personas condenadas por delitos de terrorismo que no hayan rechazado públicamente los fines y los medios terroristas, o mantener un amplio número de sus afiliados doble afiliación a organizaciones o entidades vinculadas a un grupo terrorista o violento, salvo que hayan adoptado medidas disciplinarias contra éstos conducentes a su expulsión.
Pero este no es el único motivo que puede invocarse para fundamentar la ilegalización: el apartado h) de ese mismo artículo prevé como causa «promover, dar cobertura o participar en actividades que tengan por objeto recompensar, homenajear o distinguir las acciones terroristas o violentas o a quienes las cometen o colaboran con las mismas». Y basta un repaso a la hemeroteca para encontrar sobrados ejemplos de actividades y sucesos protagonizados por EH Bildu que podrían integrar en este supuesto.
- En octubre de 2022, se organizaron en San Sebastián actos reivindicativos para celebrar los acercamientos de terroristas a cárceles del País Vasco, por las plataformas de apoyo a los presos de ETA y con la presencia de EH Bildu como soporte político. En las actividades, que contaron con la presencia de numerosos niños, estuvieron presentes las proclamas, la simbología y los mensajes en favor de los presos de ETA.
- En agosto de 2019 se organizó una contracumbre al G7 en Irún donde sobresalía la carpa de EH Bildu. La propaganda a favor de los presos etarras dominaba el espacio del recinto y se facilitaba información a los asistentes sobre las «víctimas alternativas del conflicto». Sin mencionar a las más de 850 víctimas mortales de ETA, se repartían folletos que hablaban de las «las otras víctimas»: 40.000 «detenidos políticos», 7.500 personas encarceladas, 104 muertos por la Policía y 83 por el «terrorismo de Estado», o 2.500 personas que «huyeron de la tortura y la prisión sufriendo todo tipo de situaciones dramáticas».
- En enero de 2021, se filtró que Otegi había enviado una carta a todos los presos de ETA para invitarles a afiliarse a EH Bildu: «necesitamos la fuerza de las celdas».
- En octubre de 2021, Arnaldo Otegi afirmó ante un grupo de militantes que su formación está dispuesta a apoyar los Presupuestos Generales del Estado para que los 200 presos de ETA que siguen recluidos sean puestos en libertad: «Tenemos a 200 dentro. Y esos 200 tienen que salir de la cárcel. Si para eso hay que votar los Presupuestos, pues los votaremos. Así de alto y claro os lo decimos».
- En agosto de 2022, como parte del programa de fiestas oficial del municipio de Ibarra, EH Bildu y las juventudes de Sortu -a las que el ayuntamiento cedió la organización- homenajearon a los terroristas de ETA. Entre los terroristas de ETA de los que se sacaron fotos están Manex Castro, José Ignacio Guridi, Juan Carlos Besance, Óscar Celarain, Juan Luis Rubenach, Aitor Aguirrebarrena y Ana Belén Egües.
Y podríamos sumar otros muchos homenajes y distinciones que evidencian que ya se han producido de forma repetida o acumulada dos de las causas previstas por la ley para fundamentar la ilegalización de EH Bildu como partido político. Que nadie se lleve a engaño sobre los motivos que llevan al Ministerio Fiscal a negarse a promover esa acción, que son meramente de oportunidad política, pero no jurídicos. El otro legitimado para instar la ilegalización de EH Bildu ante la Sala Especial del Tribunal Supremo es el Gobierno, algo que por supuesto no va a suceder mientras los de Sánchez cuenten con mayoría en el Congreso y Senado. El PSOE y PP han claudicado, así que por eso agradezco a Díaz Ayuso la valentía de exponer lo que no puede ser dicho a pesar de resultar evidente.
No es lo mismo vencer que creer que hemos vencido. Las victorias se sustentan en hechos comprobables, que en el caso que nos ocupa se agotan en la ausencia de sangre derramada, que más que un requisito era una conditio sine qua non. Por supuesto que es un elemento relevante y sustantivo, pero no es bastante para proclamar una victoria si esa violencia que otrora ejercieron encuentra justificación y acomodo institucional en el plano discursivo. El 28-M los vascos podrán votar listas que incorporan a casi medio centenar de terroristas, lo que equivale a varios comandos de ETA. Que los que fueron condenados por delitos de sangre acaben renunciado es irrelevante, porque nos saben derrotados por tolerar semejante aberración. Seguro que alguien me acusará de desear que el terrorismo vuelva a empuñar las armas, porque miserables siempre ha habido y habrá. Lo único que pretendo con este artículo es llamar a las cosas por su nombre: que no pretendan hacer pasar por caviar cagarrutas de conejo.