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Política

Vox apuesta por su diputado 'obrero' como candidato en la Comunidad Valenciana en 2023

La dirección nacional del partido, tras el fiasco de la candidatura de Olona en Andalucía, se está repensando insistir en su práctica de candidatos paracaidistas

Vox apuesta por su diputado ‘obrero’ como candidato en la Comunidad Valenciana en 2023

David García Gomis, el diputado 'obrero' de Vox. | Facebook.

Vox sigue rastreando entre su plantel para escoger a los mejores candidatos posibles de cara a destinarlos a aquellas regiones en las que tengan posibilidades de sacar un mejor resultado. La dirección nacional del partido, tras el fiasco de la candidatura de Macarena Olona en Andalucía, se está repensando insistir en su práctica de candidatos paracaidistas o cuneros (aquellos que se presentan por una circunscripción en la que no han nacido). Una muestra de esto es cómo estarían barajando el nombre de David García Gomis, diputado en las Cortes Valencianas, para presentarse a la Presidencia de la Generalitat que ostenta Ximo Puig.

El llamado diputado obrero de Vox (sobrenombre que le puso Iván Espinosa de los Monteros por su pasado como peón agrícola) es, según ha podido saber THE OBJECTIVE, el favorito dentro de la cúpula de Vox para presentarse a las elecciones valencianas de 2023. Unas elecciones en las que la formación que lidera Santiago Abascal tiene grandes expectativas puestas. Y es que, según las encuestas, podrían quedar terceros por detrás de PP y PSOE con una proyección de escaños que llega hasta los 20 diputados, el doble de los actuales, planteando la posibilidad de conformar un Gobierno de coalición con el popular Carlos Mazón.

Toda una responsabilidad que no quieren delegar en José María Llanos, el actual presidente de Vox en Valencia y cabeza de lista del partido a las elecciones autonómicas de 2019, donde obtuvo 10 diputados gracias al 10,44% de los votos. El doctor en Derecho, pese a que va bien encarrilado en los sondeos, sería sustituido por la importancia del enclave. Si logran entrar ahí en el Gobierno, intuyen los prebostes del partido, será más fácil el futurible acceso a Moncloa en las generales que transcurrirán meses después.

Por la cabeza de los principales estrategas de la madrileña Calle de Bambú (sede nacional de Vox) han pasado distintos nombres para el enclave valenciano, que van desde Ignacio Gil Lázaro hasta Ana Vega. El primero, jurista con sobrada experiencia política, es actualmente diputado por Valencia en el Congreso de los Diputados, pero también es vicepresidente cuarto de la Mesa. Un problema, pues si dimitiera para presentarse por una autonomía su partido podría perder esa plaza, la única que ostenta ahí.

Con respecto a Ana Vega, esta sería una opción más conservadora. No en vano, es la actual portavoz del partido en las Cortes, donde por ende goza de mucha exposición, y es del agrado de Abascal y la cúpula nacional del partido. Hay, por tanto, razones estratégicas de calado detrás del futurible nombramiento del diputado obrero de Vox como candidato a la Generalitat Valenciana.

En primer lugar, si algo han dejado claro las pasadas elecciones andaluzas es que un candidato de renombre no garantiza el éxito en una comunidad autónoma si no hay una campaña propositiva. En este sentido, la campaña de Castilla y León logró que el desconocido Juan García-Gallardo obtuviese un resultado histórico y entrase en las Cortes de la mano de Alfonso Fernández Mañueco, gracias a un discurso centrado en la defensa del campo, del trabajador y de la agro-industria.

Un discurso obrerista que maneja a la perfección David García Gomis, delegado de Organización del sindicato Solidaridad vinculado al partido. No en vano estuvo tiempo afiliado a UGT y CCOO, los sindicatos  «que han traicionado a los trabajadores», según proclamó en una entrevista concedida recientemente a este medio. Incluso votaba al PSOE, donde llegó a ejercer de interventor en las generales de 2000. «Me arrepiento de haberles votado. Era mi padre el que me daba la papeleta», admitió.

Pero García Gomis fichó por la formación verde en el ya lejano 2014. Había conocido a Santiago Abascal tres años antes porque sus parejas son amigas desde la infancia. Pero el parlamentario niega que el vínculo personal hay influido en su carrera política. Y es que para él «Vox no es un partido, es un movimiento social» que sí defiende al mundo obrero, no como los «paniaguados, corruptos y mafiosos» sindicatos de clase.

Este movimiento, además, vendría a confirmar el giro obrerista que desde Vox pretenden afianzar en lo sucesivo para distinguirse sustancialmente del Partido Popular. Este consistirá en una apuesta más decidida por lo social, incidiendo en los problemas que acucian a los barrios obreros (inmigración y seguridad) y apostando por un intervencionismo económico similar al que enarbola Marine Le Pen orillando al sector liberal del partido.

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