El Real Madrid 'oculta' en su web al dirigente comunista que presidió el club en la Guerra Civil
Antonio Ortega dirigió al equipo blanco entre 1937 y 1938 tras ser incautado por el Frente Popular. El Barça sí ha restituido la memoria de José Suñol
Joan Laporta abrió la caja de los truenos. El presidente del FC Barcelona señaló al Real Madrid como el equipo más beneficiado en la historia del fútbol español durante su comparecencia para explicar el caso Negreira. Los blancos recogieron el guante y respondieron con un vídeo que se preguntaba «¿Cuál fue el equipo del régimen?», en clara alusión a la dictadura de Francisco Franco. Los expertos señalan a THE OBJECTIVE que ambos clubes sufrieron esos años oscuros, de hecho, los dos cuentan con un presidente fusilado durante la Guerra Civil. La diferencia es que los culés han restituido su memoria y los merengues no.
Antonio Ortega fue presidente del Real Madrid entre 1937 y 1938 (entonces se denominaba Madrid Foot-Ball Club), pero su nombre no aparece en su web. En la relación de máximos dirigentes de la página oficial existe un llamativo hueco entre Rafael Sánchez-Guerra, concejal de la capital que llegó a ser secretario de la Presidencia en la Segunda República, y Adolfo Meléndez, el primer presidente tras la contienda. Este diario ha tratado sin éxito de conocer la versión del club blanco.
La ausencia de Ortega ha levantado todo tipo de especulaciones, ya que fue un destacado dirigente comunista durante esos años. Originario de Rabé de las Calzadas (Burgos), era teniente de los Carabineros en Irún, cuerpo en el que ingresó en 1906. Tras la sublevación militar se puso al frente de un grupo de compañeros y milicianos con los que avanzó hasta Vera de Bidasoa, en Navarra. Los dirigentes republicanos le premiaron nombrándole gobernador civil en Guipúzcoa.
La guerra en Madrid
De ahí salta al frente de Madrid, donde su destacado trabajo le lleva a ser nombrado director de Seguridad por Juan Negrín. Ascendido a coronel, mandó varias unidades del Ejército Popular de la República. El historiador británico Hugh Thomas lo considera uno de los artífices del arresto del anarquista Andrés Nin y de diversos dirigentes del POUM para entregarlos a agentes soviéticos.
Ortega también se encargó durante esos años de presidir el Real Madrid. «Fue presidente por los pelos, ya que el club fue incautado por el Frente Popular. Nadie le votó, como sí pasó con Sánchez-Guerra. En ese época el Madrid no funciona, no hay estructura ni juega partidos», revela el periodista Alfredo Relaño, presidente de honor del diario As.
Juan Pasamontes fue el primero en hablar de él al incluirlo en su libro Todos los jefes de la Casa Blanca: de Julián Palacios a Florentino Pérez. El historiador Bernardo Salazar, ya fallecido, lamentó su ausencia en el Libro Oficial del Centenario en 2002. Ortega fue detenido al término de la Guerra Civil, abandonado por los suyos tras alinearse con el general Luis Barceló contra la rebelión del coronel Segismundo Casado, militar que encabezó la resistencia en la zona republicana y se rindió ante Franco.
Ortega fue ejecutado con garrote vil el 15 de julio de 1939 en una cárcel de Alicante. Su nombre desapareció hasta que diversos historiadores comenzaron a recuperarlo en las postrimerías del siglo XX. Una historia que guarda muchos paralelismos con la de José Suñol, el presidente del Barça fusilado durante la Guerra Civil. Figura olvidada durante décadas, Laporta impulsó su restitución en 2003. Se hizo efectiva en 2015, cuando Josep Maria Bartomeu puso su nombre al palco presidencial del Camp Nou y le dedicó un espacio en el museo del club.
El caso de Suñol
Suñol nació en la Ciudad Condal en 1898, en el seno de una de las familias más acaudaladas de Cataluña. Apasionado del deporte se hizo socio del FC Barcelona en 1925 y una década después se convirtió en su presidente. Relaño recuerda que cuando lo fusilan ya no era el máximo dirigente azulgrana, ya que había dejado constancia de su dimisión en una entrevista con Mundo Deportivo el 10 de julio de 1936, días antes de la sublevación militar.
«Los asesinatos de Ortega y Suñol no están relacionados con que fuesen presidentes, sino con su militancia política», destaca el exdirector de As. El dirigente azulgrana era diputado de ERC en esa época. «Su muerte se produce por una confusión», insiste Relaño. Suñol leyó en la prensa que las fuerzas republicanas habían conseguido tomar el Alto del León, en la Sierra del Guadarrama, y decidió visitarles. Sin embargo, se encontró con las huestes franquistas, que acabaron con su vida.
Para cubrir su vacío el FC Barcelona creó un comité de empleados que gestionó el club hasta que en 1937 fue elegido Francesc Xavier Casals. Mientras tanto, Suñol fue considerado como «presidente ausente». «El Barça recupera a Suñol en la primera etapa de Laporta, por lo que tarda muchísimo en hacerlo. El Madrid aún no ha iniciado el proceso, pero desconozco el motivo», afirma el historiador Ángel Iturriaga, profesor de la UNIR y experto en temas deportivos.
Iturriaga se doctoró con una tesis sobre el poder político y social en la historia del FC Barcelona, pero reconoce que «su historia y la del Real Madrid son vasos comunicantes». A los azulgranas les perjudicó especialmente el franquismo porque le arrebató los elementos identitarios. «En la primera etapa el Barça es intervenido, como la inmensa mayoría de clubes, también el Madrid. Incluso imponen a los presidentes, que son afines al régimen», destaca el historiador.
«A Franco no le gustaba el fútbol, nunca le interesó, aunque se aficionó a las quinielas. Usa al Real Madrid cuando empieza a ganar Copas de Europa. Es la cara amable del país, de la dictadura», explica Iturriaga. En su opinión, si hay un club favorito en esos años es el Atlético Aviación, una fusión entre Aviación Nacional y lo que quedaba del Atlético de Madrid, que ganó las dos primeras ligas del franquismo.
En esa etapa los equipos punteros eran el Athletic de Bilbao, el Barça, el Valencia y el Sevilla. El Real Madrid no ganó el campeonato hasta 1954, tras la llegada del argentino Alfredo Di Stéfano, que motivó la primera guerra entre el club azulgrana y los blancos. Lo relata Relaño en su libro Nacidos para incordiarse: un siglo de agravios entre el Madrid y el Barça.
«En Barcelona montaron una película, pero sin razón. Se firmaron contratos con los dos clubes que tenían sus derechos, River Plate y Millonarios, así que tuvo que intervenir la Fifa», insiste el presidente de honor de As. El organismo que rige el fútbol mundial decidió que Di Stéfano jugara un año con el Madrid y otro con el Barça durante los cuatro años que había firmado. El club azulgrana lo rechazó y el astro argentino se quedó en la capital. Lo demás es historia.