Desolación en el grupo socialista: «Estamos en la UCI, a ver si subimos a planta»
Diputados que no repetirán y asesores sin sueldo se despidieron este miércoles de sus compañeros en un clima de pesimismo generalizado
Sonrisas forzadas y lágrimas contenidas. El grupo socialista puso en evidencia este miércoles los sentimientos a flor de piel que despierta el adelanto electoral. La resaca de la hecatombe electoral del 28-M presagia nubarrones en el horizonte electoral del 23-J, lo cual se traduce en «codazos para entrar en las listas» ante la previsible merma de diputados que cosechará el PSOE en las próximas elecciones generales. A sabiendas de que «las listas las hace Madrid» y que «no habrá hueco para todos», el ánimo de la reunión de grupo era depresivo y pesimista. De un lado, diputados y senadores que saben ya que no repetirán y que se despedían de sus compañeros mientras denunciaban los «empujones» de algunos compañeros territoriales por colarse en los primeros puestos de la lista; del otro, asesores y personal del grupo que, al término de la reunión, estallaban en llanto por cesar en sus puestos de trabajo.
Una terapia de grupo en la que no ayudó que el supuesto coach, Pedro Sánchez, impostara dramatismo y una lacrimógena estrategia para arengar a sus diputados y senadores, sumidos en el presente duelo derivado del desalojo en sus territorios. Entre pucheros y calculados silencios, salpicados de constantes ovaciones y aplausos, el presidente del Gobierno tiró de sentimiento para intentar humanizarse ante la ciudadanía llamada a las urnas, al tiempo que insufla moral a la tropa socialista. «Van a salir de aquí ‘coacheados’ para las elecciones», vaticinaba Moncloa antes de su discurso.
Pero la defensa de su «decisión en conciencia» sobre el adelanto electoral y su justificación de «no desentenderse» del resultado electoral de «personas a las que quiero», no resultó todo lo convincente que pretendía el equipo electoral de Sánchez en Moncloa y Ferraz. Más allá de la dirección del grupo parlamentario, convencidos de que «hay partido» de aquí al 23-J, el diagnóstico de diputados veteranos socialistas es bastante más realista: «Estamos en la UCI, a ver si subimos a planta o nos pasan a observación», sentencian a THE OBJECTIVE.
«Nos vamos a meter una leche descomunal»
El panorama es sombrío para los diputados de base y coincidente con el sentir de gran parte de los territorios: «Nos vamos a meter una leche descomunal en las generales», sostienen pese a admitir que «el resultado no es tan malo» y que los escasos 400.000 votos que ha perdido el PSOE en estas municipales y autonómicas se debe a que «los alcaldes y los barones han resistido pero los socios no nos han acompañado». Las críticas al diseño de la campaña electoral «desordenada» son generalizadas y se fundamentan, entre otras cosas, en concederle una excesiva importancia a los trackings internos que han fallado estrepitosamente. En el caso de la Comunidad Valenciana, los sondeos internos se desviaron hasta 4 puntos porcentuales en la estimación de voto del PSOE, lo cual suscitó la falsa percepción de victoria hasta el mismo viernes de cierre de campaña.
Fuentes de Moncloa explican que esto traerá consecuencias para la siguiente campaña electoral: «Ya nos dan igual las encuestas», zanjan, culpando a los sondeos de condicionar el estado anímico de los 15 días de la contienda electoral en la que «no nos ha salido nada bien». Motivo por el cual la planificación electoral de esta campaña será distinta: ignorar los sondeos internos, evitar la distorsión demoscópica y centrarse en el mensaje. Frente al eje del 28-M focalizado en vender gestión de los logros del Gobierno, en esta contienda el PSOE recupera la estrategia fallida de la alerta antifascista, renombrada así: «combatir la ola reaccionaria de la ultraderecha».
Algo que suscita también la crítica de los diputados rasos y de los miembros del partido: «No han entendido nada. Eso no funciona. Ya pueden empezar a pensar en otra estrategia…». El temor a repetir errores del pasado activando un miedo a Vox que «no existe en la sociedad española», como han demostrado el domingo en toda España pero también en las últimas elecciones autonómicas en Andalucía, Madrid y Castilla y León, genera inquietud internamente porque «no tengamos nada más ni mejor para ir a las urnas».