España transfiere a Ucrania parte de sus viejos fusiles Cetme que retiró hace 25 años
El Ministerio de Defensa dona al Ejército ucraniano cerca de 2.000 fusiles de asalto de su ‘stock’ en desuso
Una parte de los viejos fusiles de asalto Cetme L que el Ejército de Tierra empezó a retirar de forma paulatina hace casi 25 años han acabado en manos de Ucrania. Militares del Servicio Estatal de Fronteras de este país desfilaron con ellos el pasado 24 de agosto por las calles de Kiev con motivo del Día de la Bandera, según varias imágenes subidas a las redes sociales.
El Cetme L fue el fusil reglamentario de los tres ejércitos españoles hasta 1999, cuando se adoptó el alemán HK G36E. Fuentes militares ucranianas y españolas confirmaron este lunes a THE OBJECTIVE que el Gobierno de Pedro Sánchez ha transferido parte de su stock en desuso a las Fuerzas Armadas de Volodimir Zelenski. Un hecho desconocido hasta ahora, ya que no constaba dicho envío de material bélico por parte de España.
Las citadas fuentes coinciden en que el envío de fusiles ha sido «pequeño», de entre 1.000 y 2.000 unidades, y que las autoridades ucranianas los están utilizando en tareas de la «retaguardia». Tanto para las patrullas fronterizas, como se pudo ver en el desfile de la pasada semana, como para el trabajo de la Policía Militar ucraniana lejos del frente. Por tanto, su uso es esporádico.
El Ejército español se quedó a principios de siglo con un stock de unas 25.000 armas de este tipo sin estrenar. Todo ello tras la polémica sobre la fiabilidad del último modelo de Cetme, cuyos cargadores eran de mala calidad y, en algunos casos, dejaban de funcionar después del primer uso. También se detectaron casos en los que se rompían las culatas y otros elementos estructurales cuando el arma se golpeaba con el suelo.
El Ministerio de Defensa ordenó en su momento que los fusiles Cetme L quedasen almacenados y bien engrasados en polvorines por si era necesario utilizarlas en el futuro. De ahí que pasasen a formar parte de la denominada reserva de guerra. Al final, parte de este stock ha terminado en manos ucranianas… pero lejos del frente.
Margarita Robles siempre ha negado que el material enviado a Ucrania fuese defectuoso. Por ejemplo, en marzo de 2022, apenas tres semanas después del inicio de la invasión rusa, desmintió de forma categórica que las ametralladoras ligeras enviadas a Ucrania dentro del primer cargamento de armamento ofensivo estuviesen en mal estado. «Están en perfecto estado de funcionamiento», subrayó en sede parlamentaria sobre este tipo de armas, que no quiso cuantificar en su número.
En varios medios de comunicación, así como en las redes sociales, se indicó al inicio de la guerra que las ametralladoras ligeras de España podrían ser las AMELI almacenadas desde hace años en el polvorín militar de Chinchilla (Albacete). Este arma fue fabricada por la Empresa Nacional Santa Bárbara (hoy General Dynamics Santa Bárbara Sistemas) en La Coruña.
Varios lotes salieron igualmente defectuosos, por lo que el Ejército de Tierra decidió retirarlos hace más de una década cuando llegó una versión mejorada, el HK-MG4. Desde entonces, se han utilizado en ejercicios de tiro de corta distancia -unos 50 metros-, pero no en ejercicios de combate ni en misiones internacionales. Sin embargo, Robles no quiso aclarar en el Congreso de los Diputados que estas armas se habían enviado a Ucrania.
El Cetme ha sido el fusil español por excelencia en el Ejército español durante la segunda parte del siglo XX. Fue el arma reglamentaria para acciones de combate, especialmente en su versión C, y un orgullo que echarse a la mochila de los hitos armamentísticos nacionales, al ser creado y producido principalmente en España.
Este fusil debe su nombre a su fabricante y es el acrónimo del Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales. Dicho organismo se creó en España para paliar los efectos del aislamiento internacional sufrido por España a consecuencia de la dictadura franquista y nació ante la necesidad de crear un nuevo arma que sustituyese a las unidades alemanas Mauser, que provenían de la Segunda Guerra Mundial.
El primer modelo -el Cetme A- fue incorporado por el Ejército de Tierra en 1957. Con el paso de los años se mejoraron su cadencia de tiro, precisión y resistencia ante el calentamiento hasta llegar al modelo C, que fue considerado como uno de los mejores fusiles de su época. A mediados de los ochenta y tras el ingreso de España en la OTAN, el fusil hubo que adaptarlo a los estándares de los aliados y el resultado fue un fracaso.
La reducción del coste de producción obligó a un empobrecimiento de los materiales de construcción, lo cual atacó directamente a su resistencia y fiabilidad mecánica, según un artículo del diario especializado Armas. Ante los disparos en ráfaga, por ejemplo, existía un sobrecalentamiento que generaba dilataciones del fusil por calor y mermas en la precisión del disparo. También tuvo problemas con la corrosión y el desgaste temprano, por lo que entre las tropas españolas se extendió el chascarrillo de que, en realidad, aquel Cetme era el acrónimo de ‘Cada Esquina Tiene Mierda Escondida’.