THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Mossad, CIA y CNI: grandes servicios, pero errores garrafales

Evitan anualmente decenas de atentados, aunque a veces cometen fallos puntuales demoledores

Mossad, CIA y CNI: grandes servicios, pero errores garrafales

El primer ministro Benjamin Netanyahu (izq.) mantiene una reunión de trabajo con el director del Mossad, David Barnea. | Europa Press

La madrugada del viernes al sábado de la semana pasada, cenaba en casa con unos amigos que habían estado de vacaciones de verano en Israel. Siempre he tenido ganas de visitar el país y les pregunté si habían notado problemas de seguridad. Ninguno, me contestaron, es totalmente seguro. Unas horas después sucedía lo que ni ellos ni nadie, ni siquiera el Mossad, podían imaginar.

Un ataque perfectamente organizado pilló por sorpresa a las fuerzas de defensa de Israel, llevado a cabo por el grupo terrorista Hamás. No tardó mucho en surgir el debate en las redes sociales y me preguntaron mi opinión: ¿El gran servicio secreto israelí podía haber fallado? También hubo quien, a renglón seguido, quiso ponerlo en duda y defender la nueva gran teoría de la conspiración: dejaron que sucediera porque beneficiaba los intereses del primer ministro Netanyahu, con problemas de contestación interna entre la población y con ansias personales de arrasar a Hamás. 

No conozco un servicio de inteligencia en el mundo entre los países democráticos que acepte que un jefe de gobierno le ordene que haga la vista gorda a una operación que pueda costar la vida a cientos de sus ciudadanos. Si sucediera, lo bueno de vivir en libertad es que antes o después nos enteraríamos de lo que han hecho, alguno de los implicados siempre lo terminaría contando por remordimientos; y eso los que se plantean una posible inacción lo saben perfectamente.

Simple y llanamente, el gran servicio secreto, el prestigioso y agresivo Mossad, ha cometido un error garrafal. Sus infiltrados en Hamás no estaban colocados a un nivel adecuado para descubrir la operación o son dobles agentes y se lo han ocultado. Además, los medios técnicos de espionaje, tanto los micrófonos escondidos en casas como el ejecutado por satélite o Internet, ha fracasado rotundamente.

El virus Pegasus que espía a medio mundo, incluido al Gobierno español, no les ha sido de utilidad a sus creadores para descubrir el gran ataque. Porque los dirigentes de Hamás han mantenido lejos de sí los móviles conociendo las habilidades de sus enemigos. La conclusión es que el Mossad no se ha enterado de nada y ha echado por tierra una reputación que se había ganado durante los últimos 50 años.

Al Qaeda engañó a EEUU y España

También Osama bin Laden y sus soldados de Al Qaeda conocían lo avanzado de los medios técnicos de la CIA, el FBI y la NSA. Cuando prepararon los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos, nunca hablaron nada a través del móvil y limitaron el conocimiento del plan global a muy pocas personas. Después les acompañó la suerte, como a los terroristas de Hamas: el FBI y la CIA disponían de información aislada, de sospechas, que no compartieron con la otra parte.

El 11 de marzo de 2004, se produjeron los atentados terroristas contra los trenes de Madrid. La Policía, Guardia Civil y CNI fueron incapaces de evitarlos. De nuevo los medios técnicos no sirvieron, pero la falta de coordinación constató una realidad: los servicios de información e inteligencia pueden ser muy buenos, pero si no se coordinan y dedican suficientes medios a la lucha antiterrorista, al final terminan fallando. Desde ese atentado, han evitado cientos de ellos, una gran parte ni siquiera han trascendido. Son buenos, sí, cometen errores puntuales, también.

El agente del Mossad asesinado en Madrid

Durante la Segunda Guerra Mundial la operación decisiva no se desarrolló en las trincheras, fue una actuación de los servicios secretos. Para ganar la guerra, los aliados necesitaban desembarcar sus fuerzas en Europa y necesitaban que los nazis no descubrieran el lugar exacto y cuando lo descubrieran, que no se lo creyeran. Habían elegido Normandía y las tropas de Hitler llegaron tarde a repelerlas y terminaron perdiendo la contienda.

Un caso más que demuestra que se puede ser muy bueno y cometer errores puntuales. El jefe del Mossad para Europa, Baruk Cohen, en 1973 no paraba de captar palestinos para que trabajaran para él y se convirtieran en informantes. De habitual su táctica era el chantaje, la amenaza sobre su familia viviendo en Israel. Un día creyó haber conseguido en Madrid a un nuevo colaborador que resultó ser miembro del grupo terrorista Septiembre Negro y terminó muerto a tiros en la Gran Vía.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D