Podemos da por enterrada la amenaza de Yolanda Díaz por supuesto transfuguismo
Sumar amagó con invocar el Pacto Antitransfuguismo y con pedir a Interior retirar las subvenciones para el partido morado
Ni transfuguismo, ni retirada de las subvenciones públicas. Podemos cree que todas las amenazas de Yolanda Díaz y de miembros y referentes de su partido, tras la ruptura parlamentaria que ha llevado a los morados a salir del grupo de Sumar y entrar en el mixto, han quedado en agua de borrajas. Díaz y algunos portavoces como Ernest Urtasun dijeron el pasado 11 de diciembre que la salida de los cinco diputados de Podemos de la coalición de Sumar era un caso de «transfuguismo». Urtasun añadió que su partido estaba «estudiando» la posibilidad de invocar el Pacto Antitransfuguismo para penalizar a Podemos. Sin embargo, casi dos semanas después de esas declaraciones, los morados creen que Díaz ha de facto renunciado a esa opción, y achacan su desistimiento al hecho de que «no sabe decidir».
Podemos, y concretamente Pablo Iglesias, siempre creyeron que uno de los límites políticos de Yolanda Díaz era su incapacidad de tomar decisiones contundentes. Esta fue, tal y como desveló THE OBJECTIVE, una de las razones por las que Iglesias la eligió como sustituta en la vicepresidenta segunda tras decidir concurrir en las autonómicas madrileñas de 2021. Díaz, sin embargo, aprovechó ese trampolín para armar un partido político, Sumar, que en palabras del propio Iglesias aspira a «destruir a Podemos». Aunque tardó en tomar su decisión, Díaz finalmente movió ficha y ahora Podemos se encuentra reducido a cinco diputados en el Congreso y a luchar por la supervivencia en las próximas elecciones europeas, con Irene Montero presumiblemente como cabeza de lista.
El caso de las amenazas de transfuguismo, sin embargo, Podemos cree que Díaz ha vuelto a mostrar su naturaleza titubeante. Un sector de Sumar pidió ir a por todas contra los morados. Después de las declaraciones de Urtasun, el sector más duro de Sumar entendió que la formación estaba dispuesta a invocar el Pacto Antitransfuguismo. «Cuando una persona se presenta por una coalición y la abandona sin ceder el escaño estamos ante un caso de transfuguismo», afirmó Urtasun el 11 de diciembre. De ahí que los que querían ver a Podemos contra las cuerdas esperaron que la líder de Sumar apretara al botón nuclear.
Tibieza de Díaz
Aunque aplicar el pacto no tendría efectos prácticos a la hora de la actividad parlamentaria de los cinco diputados de Podemos, a nivel simbólico los de Sumar podrían acusar a sus excompañeros de traición y arribismo. Es por ello que el sector más duro de Sumar pidió invocar dicho pacto, con el objetivo de intentar desgastar a los miembros de Podemos a nivel de opinión pública. Podemos, por su parte, siempre rechazó esa acusación, puesto que según sus portavoces los diputados del partido morado nunca desoyeron las instrucción de la dirección de su formación, sino que entraron en el Congreso dentro de una coalición y decidieron salir de ella.
La clave de lo ocurrido con las acusaciones de transfuguismo, y también con las amenazas veladas de pedir al ministerio del Interior de retirar los millones de subvenciones públicas para los partidos políticos, es que Podemos entiende que Díaz se ha acobardado, y que el PSOE también ha frenado al sector duro de Sumar. Los socialistas, según comentan internamente en Podemos, están demostrando cierta empatía con su situación. Al dar por descontada la lealtad de Sumar, que goza de cinco ministros en el Ejecutivo, Sánchez necesita seducir y contentar a Podemos, cuyos cinco diputados son tan importantes para la legislatura como los del PNV o los siete de Junts.
Podemos descubre así tener algo parecido a un nuevo aliado en la Moncloa. Lo ocurrido recientemente con el caso Neurona (que el juez ha archivado nada más arrancar la nueva legislatura) y la acogida que están recibiendo los dirigentes morados en algunos medios de comunicación tradicionalmente filosocialista están haciendo esperar en Galapagar que las exigencias de Sánchez les brinda proyección y apoyos. Y todo ello mientras Díaz se ve obligada a bajar la cabeza, y no llevar adelante sus dos últimas amenazas tras el plantón parlamentario de los morados.