Podemos ejecuta en diferido su plan de debilitar a Díaz tras el fracaso con la reforma laboral
Podemos quiso que la reforma laboral fracasara con la complicidad de ERC y Díaz todavía no olvida esa conjura
Podemos a menudo rima con venganza. El partido que lideran Ione Belarra e Irene Montero tragó hace tan solo seis meses con un duro diktat de Yolanda Díaz. La política gallega excluyó a la exministra de Igualdad de todas las listas de las generales y la defenestró de Igualdad. Este miércoles, los morados, ya alejados de Sumar, se han cobrado su vendetta. Lo han hecho en el Senado (el Congreso está en obra), en la primera votación relevante de la legislatura, donde han rechazado el decreto propuesto por la vicepresidenta. «Ha sido una noche sin dormir», repetía una y otra vez la ministra de Trabajo y lideresa de Sumar horas antes de la derrota. A la vez que admitía de forma algo sorprendente: «Así no es fácil gobernar».
Díaz ha sufrido el golpe. Sus exaliados y promotores, los dirigentes de Podemos, la acusan de estar promoviendo unos recortes sociales en su decreto sobre los subsidios a los mayores de 50 años. Podemos no se cansa de repetir que existe una reducción de la aportación pública a los afectados. Desde el equipo de Díaz niegan la mayor. Sostienen que al aumentar el SMI también las subvenciones públicas se incrementan, de ahí la reducción en porcentaje respecto a la situación ex ante. Pero para Podemos, y su brazo mediático del Canal Red, negar ese extremo equivale a mentir.
Los de Sumar sufren por primera vez desde las elecciones de julio el fuego de la propaganda morada. Los de Podemos se han negado a apoyar el decreto ley de Díaz apelando a los «recortes», una de las palabras fetiches de la crisis de 2008, donde cuajó la protesta de quienes acusaban al PSOE de ser «casta». Diez años después del debut de Podemos en las europeas de 2014, los morados vuelven a los orígenes, aplicando un esquema táctico que este diario desveló en exclusiva hace un mes.
Una conjura que Díaz no olvida
En el hemiciclo del Senado se ejecutaba, además, otra venganza en diferido. Los morados se habían conjurado en la votación en 2022 de la reforma laboral de Díaz. La ministra de Trabajo llegó a supeditar su continuidad en el Ejecutivo a que saliera su «reforma estrella». La ministra de Economía Nadia Calviño ya se había encargado de limar las peticiones más radicales, pero para Díaz la aprobación de la medida servía para afianzarse como líder político y candidata in pectore a la presidencia. Podemos, que intuyó rápidamente las intenciones de su adversaria, buscó torpedear ese plan. Lo hizo con la colaboración de ERC, también preocupada por la pérdida de su electoral. Pero la conjura (así lo entendió Díaz, y jamás la ha perdonado) fracasó por el error garrafal de un diputado del PP.
Casi dos años después de aquella victoria, que proyectó a Díaz como dirigente nacional, Podemos se ha cobrado su venganza. Ahora el Ejecutivo deberá revertir sus previsiones de gasto en los subsidios a los mayores de 50 que han perdido su trabajo. Y, sobre todo, Podemos puede celebrar su primera victoria política tras el annus horribilis de 2023. Los morados calientan también motores para el enfrentamiento con Sumar en las próximas elecciones europeas, una verdadera encrucijada política y personal para Irene Montero y los suyos.
Mientras que Díaz manifiesta por primera vez un cansancio personal, la negociación «contrarreloj», que entiende que pone los «intereses ciudadanos en juego», amenaza con quemar su estrella. Y tanto entre su defensores como entre dirigentes socialistas ahora en activo en el Ejecutivo empieza a cuajar la sensación de que esta legislatura no se parece en nada en la anterior (en la que existían números diferentes y el comodín de Ciudadanos para amenazar a los nacionalistas y Podemos). «Así no es fácil gobernar», dejó escapar Díaz en el momento de máxima tensión por la votación parlamentaria.