Así fue el operativo que desafió el temporal y dio caza a los narcos: «Terminamos llorando»
«Fue una operación heroica, como si hubiésemos perdido casi a un hermano. Un golpe moral», recuerdan los agentes
El ataque de la narcolancha contra una zódiac de la Guardia Civil la noche del viernes en el puerto de Barbate (Cádiz), que se saldó con la muerte de dos agentes de la Benemérita, provocó una reacción de gran compañerismo entre los agentes del Instituto Armado y de Vigilancia Aduanera que, desafiando el mal tiempo, se lanzaron al mar para capturar en tiempo récord a los responsables de la embestida mortal. Un «acto heroico», según relatan a THE OBJECTIVE compañeros de los fallecidos, que llegaron a llorar cuando detuvieron a ‘El Cabra’, el piloto de la nave semirrígida que segó la vida de Miguel Ángel Gómez y David Pérez.
Si las malas condiciones climatológicas —y las embarcaciones averiadas— habían sido la razón fundamental para no salir a vigilar las aguas y evitar la actividad de estas narcolanchas, no fueron, horas más tarde, el impedimento para lanzar una operación de búsqueda y captura de las cinco narcolanchas que se escaparon tras arrollar la pequeña embarcación de la Guardia Civil en el recinto portuario de Barbate.
Las muertes de los agentes «conmocionaron a todo el Cuerpo» , relata un amigo de los fallecidos. Así que la primera reacción, el primer sentimiento de los funcionarios de Vigilancia Aduanera y de la Guardia Civil de la zona del Campo de Gibraltar fue: «Tenemos que salir a por esta gente».
«No éramos funcionarios, éramos amigos»
Su hazaña y la de otros compañeros no sirvió para atraparlos en el mar, pero sí su acoso para que los objetivos se quedasen sin gasolina y algunas de las embarcaciones no tuvieran otro remedio que varar en tierra y salir corriendo por la costa para intentar huir. Allí, sin embargo, ya les esperaba la Guardia Civil.
Se movilizaron todos los medios disponibles, incluso un avión del Instituo Armado despegó de Torrejón de Ardoz (Madrid) hacia la zona, que sobrevoló durante horas para tener monitorizadas a las cinco narcolanchas y hacer el seguimiento hasta su detención. «Nadie preguntaba por la hora y todos estaban emocionados. Fue una operación heroica hasta las siete de la mañana. Por una noche no éramos funcionarios, sino amigos. La gente estaba como si hubiera caído un hermano», explica a este periódico uno de sus amigos, que había quedado con Miguel Ángel este martes para verse, una cita que ya nunca se producirá.
Ex miembros del OCON-Sur
En el operativo participaron incluso ex agentes del OCON-Sur, el cuerpo de elite, integrado por 130 agentes, que se dedicaba a lucha contra el narcotráfico hasta que en septiembre de 2022 el departamento dirigido por Grande-Marlaska dio orden de desmantélalo y reubicar a sus miembros en otras unidades. Al enterarse de lo sucedido, se ofrecieron para ayudar en la ‘caza’ de los delincuentes. Nadie mejor que ellos conocía su ‘modus operandi’ en la zona.
Finalmente, resultaron determinantes para detener al autor material del arrollamiento. ‘Kiko El Cabra’ se dirigió hacia la Línea de la Concepción y embarrancó la narcolancha, de cuatro motores, en la playa de La Alcaidesa. Después, corrió a esconderse en una zona con gran vegetación. Los antiguos agentes del OCON calcularon las coordenadas y finalmente atraparon al conocido criminal, que contaba con múltiples antecedentes por resistencia, desobediencia y blanqueo de capitales.
Finalizado el operativo, tras unas quince horas de trabajo a destajo, a Agustín y Lolo, compañeros de los fallecidos, la emoción les pudo y «terminaron llorando». «La muerte de nuestros compañeros había sido un golpe moral y emocional, los habían asesinado como a un perro», revelan agentes del dispositivo a este periódico.
Aguerridos y valientes
El dolor es profundo porque los lazos de amistad en la lucha contra el narcotráfico son muy fuertes: «Miguel Ángel era amigo de la infancia, fue cabo primero de infantería de marina, muy trabajador. Su sueño era ser guardia civil, le instruyeron en buceo y era tan bueno que lo cogieron del tirón en el GEAS, estaba donde quería estar, era feliz», recuerda su amigo sobre el agente fallecido. «Nos dejamos la piel en esto y cada vez somos más vulnerables, la batalla contra esta lacra es desigual porque no tenemos medios», insiste.
«Ellos —Miguel Ángel y David— nunca decían que no, eran aguerridos y valientes. Solo tenían una lancha de mierda y no estaban especializados en la lucha contra el narcotráfico, pero cuando les dan una orden, aunque les lleve a la muerte, van». El Instituto Armado decidió enviar a estos agentes porque no contaba con los medios adecuados, todas las embarcaciones del Servicio Marítimo estaban averiadas o fuera de servicio.