Los críticos de Adrián Vázquez sospechan que irá en la lista del PP: «Ahora activa su 'plan B'»
Reproches al líder naranja por su inesperada marcha: «Se ha quedado solo. Dimite porque veía que iba a perder»
El exsecretario general de Ciudadanos, Adrián Vázquez. | Alberto Ortega (EP)
La inesperada renuncia del secretario general de Ciudadanos, Adrián Vázquez, este viernes, tras romperse las negociaciones con el Partido Popular para ir juntos a las elecciones del 12-M y 9-J, ha llevado a sus críticos dentro de la formación naranja a sospechar que es su primer paso para irse a la lista de los populares a las europeas.
Miembros del Comité Nacional consultados por THE OBJECTIVE subrayan el momento elegido por Vázquez para la dimisión: tres horas antes de la reunión convocada por el máximo órgano de decisión, en vez de esperar a defender su propuesta a puerta cerrada y comprobar si tenía apoyos entre los suyos en una votación. El ya exsecretario general se ausentó de la cita convocada por vía telemática este viernes a las 18.30 horas y delegó las explicaciones en su coordinador nacional, Carlos Pérez-Nievas, quien toma las riendas del partido de forma temporal.
Además, la marcha de Vázquez se materializó en una carta de dos páginas que «sonó a despedida de Ciudadanos», en opinión de uno de sus compañeros. «Se ha quedado solo. Dimite porque veía que iba a perder. Ahora parece que activa su ‘plan B’ para irse al PP», constata otro miembro de la Ejecutiva nacional.
Una vez que la coalición entre PP y Ciudadanos ha saltado por los aires, cada partido tiene de plazo hasta el 6 de mayo para entregar sus listas a las elecciones europeas, por lo que una eventual inclusión de Vázquez en la papeleta de los populares no corre prisa en estos momentos y Génova lo podrá utilizar como fichaje como hizo hace medio año con el diputado autonómico Nacho Martín Blanco, quien se pasó de Cs al PP en cuestión de horas para ir en las listas del 23-J.
Ciudadanos corría riesgo de fragmentarse en la votación de este viernes ya que había un creciente descontento en algunas regiones con el intento de Vázquez de pactar con el PP. En las últimas horas se habían producido mensajes en las redes sociales de las direcciones en Asturias, Andalucía y Baleares alineándose con Carlos Carrizosa en el pulso a la dirección nacional y con un lema: «Con nuestros principios hasta el final. No podemos abandonar nuestro espacio».
Entre varios dirigentes territoriales de Ciudadanos no se ha entendido que el Comité Permanente aprobase, tras el adelanto electoral en Cataluña, la búsqueda de un «frente constitucionalista amplio, transversal e ilusionante» mediante «alianzas con otras formaciones políticas y con la sociedad civil» que, sin embargo, el PP no aceptó desde el inicio, ya que Génova puso como línea roja que en la papeleta solo estuviese su logo y sus siglas. Una oferta que llevaba a cambio la inclusión en sus listas de algunas figuras destacadas del partido naranja con el compromiso naranja de dar pasos hacia su futura disolución.
Desde el PP catalán se recordó los precedentes de la Unión Alavesa o la Unión Valenciana, dos formaciones regionalistas que habían nacido de escisiones o coaliciones fallidas de Alianza Popular en la década de los ochenta y que, con el paso del tiempo, volvieron al redil de los populares como hijos pródigos. Una travesía que Génova quería que Ciudadanos transitase en los próximos años si había pacto electoral para las catalanas y europeas de mayo y junio.
«Ciudadanos está al borde de la extinción y lo lógico es que se disuelva si van en solitario» a los comicios del 12-M y 9-J y no consiguen ninguna representación como vaticinan los sondeos, opinaban hace una semana en el equipo de Alejandro Fernández. «Si les ayudamos ahora, lo que no tiene sentido es que lo utilicen para rearmarse», advertían fuentes del PP catalán consultadas por este periódico.
Este escenario encrespó a dirigentes catalanes de Ciudadanos, empezando por Carrizosa. Tras la sorpresa del adelanto electoral, que PP y Cs no esperaban, desde Génova siempre se quiso hablar de pacto de «colaboración» –en vez de coalición– a la hora de cerrar un acuerdo con los naranjas para los comicios de mayo y junio. Una posición de fuerza que no era aceptada por la dirección catalana de la formación naranja, que prefería «morir de pie» antes que verse fagocitada por los populares.
