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Política

Robles crea un cargo para alargar el ostracismo de la primera mujer que llegó a general

La ministra se inventa un puesto internacional en Defensa para el último año de Patricia Ortega en activo

Robles crea un cargo para alargar el ostracismo de la primera mujer que llegó a general

La ministra de Defensa, Margarita Robles, en un acto con la general de división Patricia Ortega. | Ministerio de Defensa

La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha firmado este lunes una orden por la que se crea un nuevo puesto dentro de su departamento para la general de división Patricia Ortega, la primera mujer en llegar al generalato hace seis años. El cargo publicado en el Boletín Oficial de Defensa (BOD) es el de directora de la Oficina de Aplicación del Estatuto de Fuerzas de la UE y la OTAN, un «enjuague» para prolongar el ostracismo de Ortega hasta su pase a la reserva en julio del próximo año, según coinciden fuentes militares consultadas por THE OBJECTIVE.

Ortega lleva casi tres años apartada en un despacho de la Secretaría de Estado de Defensa como asesora sin ningún cometido específico a las órdenes de Amparo Valcarce, la número dos de Robles, desde su destitución en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) en enero de 2023. En los últimos años, solo se le ha visto en actos oficiales sobre la presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas «como si fuera un jarrón chino».

Ahora seguirá dentro del ministerio, pero a las órdenes del secretario general de Política de Defensa, el almirante Juan Francisco Martínez Núñez para una «vacante internacional» que se ha creado ex profeso para ella y que posiblemente no tenga continuidad cuando pase a la reserva el 12 de julio de 2026, fecha en la que cumplirá siete años de la histórica decisión de 2019 en la que se convirtió en la primera mujer de las Fuerzas Armadas en llegar al generalato.

La consecuencia de la orden firmada por Robles (ver abajo) es que Ortega deja libre uno de los 40 puestos de general que puede haber en el Ministerio de Defensa. Un umbral que la ministra no puede superar debido a la ley de Defensa, pero al haberse creado un puesto vinculado a organismos internacionales, no hay límite alguno en ello. Lo sorprendente, a juicio de las citadas fuentes, es que se haya «inventado» un cargo para una general del cuerpo de ingenieros politécnicos cuando debería ser para un jurídico, ya que los estatutos de fuerzas de la UE y la OTAN son normas legales. «Ni siquiera lo cuadran con el perfil requerido. [Ortega] Va a seguir en su casa, pero sin ocupar una silla de la ‘indistinta’», subraya una de las fuentes consultadas en referencia al término con el que define la citada lista de 40 generales en el argot militar.

Este movimiento de Robles con la primera mujer general se produce unos días después de ascender a generales de división a otros dos conmilitones politécnicos: el subdirector de Planificación y Medio Ambiente, Manuel Blasco Gómez, y el subdirector de Sistemas Terrestres del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), José Vicente Haro Martínez. «Dos puestos que pueden ser y son de coronel en muchos casos», apunta otra fuente del ministerio, quien no duda en señalar a Valcarce como la impulsora de estos cambios. De hecho, los politécnicos pasan de dos a cuatro generales de división dentro del Ejército de Tierra «cuando es un cuerpo más pequeño que el de los interventores».

Ortega pasó de los focos en julio de 2019 al ostracismo en enero de 2023 tras su cese como secretaria general del INTA. Su salida de este organismo tecnológico adscrito a Defensa provocó revuelo entre sus compañeros ante las dificultades para encontrar un puesto que se adaptase a su perfil como ingeniera politécnica. Tampoco ayudó su condición de general de división, el más alto al que había llegado hasta ese momento una mujer dentro del escalafón de los ejércitos. De ahí que su paso a asesora en el gabinete de Valcarce no fuese visto como un premio o ascenso en su carrera, sino todo lo contrario, como se ha confirmado con el paso del tiempo.

Detrás del cese estuvieron una serie de encontronazos por asuntos de índole económica con su inmediato superior, el entonces director general del INTA, Julio Ayuso, que llevaron a la redacción de partes de queja cruzados entre ambos que llegaron a la mesa de la ministra y que supusieron la caída en desgracia de Ortega. Ella supo de inmediato que tendría que armarse de paciencia para lograr otro puesto que se adaptase a su currículo. Los ingenieros politécnicos son un cuerpo muy específico y reducido en número dentro de las Fuerzas Armadas. Al principio, se habló de alguna de las subdirecciones generales que dependen de la Dirección General de Armamento y Material, aunque no a corto plazo. Luego surgió la posibilidad de ponerse al frente de la Dirección de Infraestructura del Ejército de Tierra, pero también se le pasó ese tren.

En el fondo, pesó el pacto que cerró el anterior jefe del Estado Mayor de Tierra, el teniente general Francisco José Varela, con la ministra en 2019 para que el ascenso de Ortega a general de brigada no implicase hacerle un hueco en dicho ejército, sino que tenía que quedarse en Defensa o en un organismo adscrito al ministerio, como era el caso del INTA. Un compromiso que Robles siempre ha mantenido. Las citadas fuentes coinciden en que tanto el ascenso de Ortega a coronel como luego al generalato fueron «forzados» para romper los techos de cristal que tenían las militares en ambos escalafones.

Por ejemplo, para la imposición del fajín rojo, Robles recurrió a una convocatoria extraordinaria del curso de ascenso a general para incluirla junto a «dos comparsas», recuerda una de las personas que siguió aquel proceso interno. Defensa se encontraba en ese 2019 con la presión de ver que se habían cumplido los 40 años de la entrada de la mujer en las Fuerzas Armadas sin que ninguna hubiese llegado al generalato, por lo que Robles agilizó los trámites para que Ortega -y por extensión, la propia ministra- pasasen a la historia al calor de la efeméride.

De izquierda a derecha, las generales María Teresa Gordillo, Patricia Ortega y Begoña Aramendía.

El posterior ascenso a general de división, en mayo de 2022, también se hizo con rapidez, antes de que se cumpliese el plazo mínimo. Y con su destitución del INTA resultó más difícil encontrarla un hueco dentro del organigrama de Defensa. «Robles se equivocó dos veces y no podía asumir una tercera», opinó un general en activo bajo condición de anonimato cuando se produjo su cese.

Ortega arrastró fama de «generar problemas» por donde pasaba. Al poco de ascender a la cúpula militar y desembarcar en el INTA, provocó incomodidad en las Fuerzas Armadas con su propuesta de unificar en unos cuerpos comunes la escala de ingenieros politécnicos que hay en los tres ejércitos, un paso que obligaba a cambiar la ley de la Carrera Militar. «Sentó muy mal en la Armada. Y por más que se le avisó de que no siguiese por ese camino, ella insistió con sucesivos escritos» a sus superiores, recuerda un compañero suyo. Al final, Robles percibió aquel pulso de la general como un desafío y se decantó por su destitución. Desde entonces, la primera general ha encadenado dos puestos burocráticos sin ningún brillo a la espera de que llegue el final de su servicio activo.

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