The Objective
Hastío y estío

El anuncio de Navidad de Campofrío

«Campofrío no busca curar la polarización; busca vender más embutido apelando a nuestra nostalgia»

El anuncio de Navidad de Campofrío

Anuncio de Campofrío. | Campofrío

Con la llegada de estas fechas, Campofrío nos obsequia con su anuncio navideño. Este 2025 la marca de embutidos ha bautizado su spot como Polarizados, un título que suena a diagnóstico médico superficial, como si la división social fuera un virus gripal que se cura con un buen plato de salchichón y una sonrisa forzada.

El anuncio ha sido dirigido por Félix Sabroso, y dura casi tres minutos. Presenta a España como un país infectado por una «pandemia» de polarización. La narradora principal es Ana Rivero, la veterana taquígrafa del Congreso que ha pasado medio siglo transcribiendo broncas parlamentarias sin inmutarse. Ella, testigo privilegiado de cómo la política española ha pasado de los pactos de la Transición a los insultos de hemiciclo actual, sirve de hilo conductor. Aparece saliendo del Congreso, reflexiva, mientras el spot nos muestra escenas cotidianas exageradas al absurdo: familias peleándose en juegos de mesa, adolescentes discutiendo por las series de moda, relojes inteligentes que miden el «nivel de polarización» diario como si fueran pasos o calorías, e incluso una «Unidad de Polarizados Intensivos» en un hospital donde los pacientes lucen anillos que vibran cuando no toleran opiniones contrarias.

El reparto es una macedonia variada, cuidadosamente equilibrado para no herir sensibilidades. Ahí están Carmen Machi, alzando la voz para recordar que «en España hemos sido siempre muy de disfrutar todos»; Pepón Nieto, Salva Reina y Henar Álvarez aportando humor; Cristina Pardo anunciando en un telediario ficticio que vivimos «la Navidad más polarizada de nuestra historia»; Xavier Sardá diagnosticado con «alergia a Ana Rosa»; y, por supuesto, la propia Ana Rosa Quintana, que confiesa que el virus le ha salido «en la fruta, con lo que a ella le gusta la fruta», en un guiño evidente a su simpatía por Ayuso. 

El clímax llega cuando todos estos personajes, supuestamente antagónicos, coinciden en una cosa: les encanta disfrutar de la vida, comer bien, compartir mesa. Carmen Machi lo resume con contundencia, y Ana Rivero cierra con la frase estrella: «Claro que hay que plantarse ante lo inaceptable, pero sin olvidar lo más importante: nos necesitamos como el comer». «Que nada ni nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida».

A primera vista, el anuncio es ingenioso, bien producido y con un humor ligero que roza lo satírico sin mojarse demasiado. Campofrío lleva años convirtiendo sus spots en eventos culturales, tocando temas sociales con pretensión de trascendencia: la crisis, el envejecimiento, la globalización, la IA. Ahora le toca a la polarización, esa palabra que hoy sirve de excusa para todo. Y no les falta razón: España está partida en dos, con bloques irreconciliables que se miran con desconfianza, alimentados por las redes sociales, tertulias incendiarias y una política que vive del enfrentamiento.

Dicho esto, el anuncio es un ejercicio de hipocresía envuelta en papel de regalo. Porque para predicar contra la polarización, Campofrío ha reunido precisamente a algunos de los mayores artífices de la misma. Ana Rosa Quintana, ariete matutino de la derecha mediática, compartiendo pantalla con Cristina Pardo, baluarte de la izquierda televisiva. Xavier Sardá bromeando sobre alergias ideológicas mientras Henar Álvarez, con su humor progresista afilado, pone caras. Es como montar una campaña contra el tabaco y poner a Marlboro de patrocinador principal.

El anuncio pretende ser neutral, un llamamiento a la concordia desde la ironía, pero acaba siendo un espejo deformado de la falsa equivalencia que tanto gusta al establishment. Nos dice que todos somos culpables por igual: el cuñado «facha», la sobrina «woke», el tertuliano de derechas y el de izquierdas. Todos polarizados a partes iguales, todos contribuyendo al virus. Y mientras tanto, ignora el elefante en la habitación: que la polarización no es simétrica. No es lo mismo quien defiende la unidad de España que quien pacta con quienes quieren romperla; no es equiparable quien denuncia la corrupción que quien la tapa.

Campofrío, con su mensaje hedonista y conciliador, nos vende que lo importante es comer juntos, disfrutar, dejar las diferencias para otro día. Pero esa es la gran trampa del progresismo light que impregna estas campañas: equiparar lo inaceptable con lo debatible, diluir responsabilidades en un «todos somos un poco culpables». «Hay que plantarse ante lo inaceptable», dice la taquígrafa, pero el spot nunca especifica qué es lo inaceptable. Mejor no concretar, no sea que ofendamos a alguien, y compre el chorizo de otra marca.

Y es que, al final, este anuncio no es más que un producto comercial disfrazado de reflexión social. Campofrío no busca curar la polarización; busca vender más embutido apelando a nuestra nostalgia por una España unida que, en realidad, nunca existió del todo. Nos invita a «despolarizarnos» mientras incluye a los mismos que nos polarizan cada día en la televisión. Disfruten de estas Navidades, queridos lectores. Y si pueden, elijan comer productos sin sermones insípidos.

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