La Fiscalía se opone a extraditar a Bosnia a un fugitivo reclamado por crímenes de guerra
La Audiencia Nacional celebra este martes una vista de extradición para decidir si entrega a Ado Alagic, como pide un tribunal de Mostar
Una compleja combinación de factores desató la guerra de Bosnia. La caída del comunismo en la antigua Yugoslavia y la exaltación nacionalista llevaron a las trincheras a quienes convivieron en armonía durante décadas. El conflicto modificó la fisonomía de Europa y dejó muchas heridas sin cicatrizar. Bosnia ha solicitado a España la extradición de Ado Alagic por un presunto delito de crímenes de guerra, pero el reclamado se niega a ser entregado. También se opone la Fiscalía al considerar que el intento de asesinato que se le imputa ha prescrito. El asunto se resolverá este martes en la Audiencia Nacional.
La guerra de Bosnia se desarrolló entre 1992 y 1995. En esos tres años causó más de 100.000 víctimas mortales y casi dos millones de desplazados. La contienda es tan reciente que aún hay quien puede contar en primera persona los horrores de aquellos días, pero también señalar con el dedo a quienes cometieron algunas de sus tropelías.
Es justo lo que le ha ocurrido a Ado Alagic. Durante el conflicto bélico fue miembro de la Brigada Knez Domagoj, una unidad del Consejo de Defensa de Croacia que se encargaba de las operaciones en la zona de Mostar, la ciudad más importante de Herzegovina, en Bosnia. Situada a orillas del río Neretva, muchos la recordarán por su famoso puente, destruido por los compañeros del reclamado.
Campos de concentración en Bosnia
Alagic ejercía funciones de guardia en el campo de concentración de Babela, en el municipio de Capljina, cerca de la frontera con Croacia y a solo 20 kilómetros del mar Adriático. Uno de los prisioneros relata que, en octubre de 1993, le sacó del hangar donde permanecía recluido junto a otros civiles. Según el procedimiento al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, le ordenó que se desnudara buscando dinero entre su ropa y golpeándole en la cabeza con el mango de una pistola.
«El reclamado dio un puñetazo en la mandíbula a la víctima rompiéndole varios dientes, cayendo al suelo, donde entre tres individuos le dieron patadas en los brazos, costillas, espalda y piernas durante varios minutos», revela el documento. Continuaron golpeándole en la cabeza con una barra de plástico. Como resultado, la víctima no pudo levantarse. Fue arrastrada junto a otros compañeros a un bosque a unos 4o metros de distancia «con intención de deshacerse de él rápidamente».
La víctima encontró un trozo de madera con el que golpeó al reclamado por Bosnia mientras otro soldado buscaba una cuerda. «Se acabó», le llegó a decir Alagic. Sin embargo, consiguió escapar a través de un campo minado. El relato del preso subraya que llegó hasta la cerca del campo de concentración y que logró huir «deslizándose a través del alambre». Logró llegar a Meurgorje, sede del batallón español enviados a la guerra a través de la misión de la ONU.
Llegó en un estado de salud «sumamente grave». Tanto que, según la providencia, cayó inconsciente. La víctima asegura que aún mantiene secuelas de la paliza que recibió. Alagic fue reclamado en noviembre de 2017 por las autoridades de Bosnia para declarar por sus actos, pero no se presentó alegando motivos médicos. Nunca más se supo de él, por lo que se emitió una orden de detención en febrero de 2019.
En la legislación bosnia lo sucedido con Alagic constituye un delito de crimen de guerra contra la población. En España apenas sería un delito contra las personas protegidas en conflicto armado, según establecen los artículos 608 y 609 del Código Penal introducidos en la reforma de 1995, pero cuando se produjeron los hechos apenas constituían un delito de homicidio en grado de tentativa.
La Fiscalía entiende que dicho delito ha prescrito, por lo que se opone a la entrega. Alagic fue detenido el 15 de septiembre mientras estaba ingresado en una clínica de Barcelona. El día siguiente, un juez decretó su entrada en prisión, donde continúa. En octubre, España recibió la solicitud de extradición por vía diplomática y un mes más tarde fue aprobada por el Consejo de Ministros. Sin embargo, el reclamado se negó a volver a Bosnia.