Chicos malos
Los chicos malos siguen teniendo un potente imán para muchas mujeres. Básicamente el atractivo es sexual, pero también existe la fantasía de encontrar su lado tierno y ser la novia que lo consiga domesticar.
Los chicos malos siguen teniendo un potente imán para muchas mujeres. Básicamente el atractivo es sexual, pero también existe la fantasía de encontrar su lado tierno y ser la novia que lo consiga domesticar.
Todos sabemos que las redes sociales se han convertido en un importante medidor de egos; vemos cómo los sufridos Community Managers hacen lo que sea para ganar seguidores y generar Trending Topics, algunos rozando hasta el ridículo.
Sobre el desarrollo de tantas aplicaciones resulta increíble que jóvenes en edad universitaria hayan creado herramientas que acaban siendo utilizadas por decenas de millones de personas en todo el mundo.
Ha sido tanto el achicamiento de espacios para la intimidad que la misma noción de lo íntimo ya sólo nos remite al gremio de la lencería.
El senador demócrata de Virginia, Mark Warner, considera que Justin Bieber es «una mala influencia» para los jóvenes y apoya que sea deportado.
Para tener en nuestras manos cosas sofisticadísimas como un iPhone o una televisión de plasma necesitamos algo tan humilde como cajas de un mismo tamaño. Y barcos, claro. Muchísimos barcos
Siguen llegando pateras con seres humanos que se juegan la vida a cambio de la esperanza de un futuro mejor. A veces las cuchillas les cortan y otras sencillamente se los traga el mar.
¡Lo que nos faltaba! Un sensor en el diente que se chive de lo que comemos, lo que fumamos, si tosemos o si hablamos en demasía.
La fotografía de este hombre resume a la perfección la imagen del futuro que teníamos quienes hemos conocido un mundo sin teléfonos móviles y sin conexión a internet.
Dicen que las parejas ahora aguantamos menos porque no somos tan resignados como nuestros padres. Mentira. Es por Internet. Ya lo dice el refrán, «Ojos que no ven, corazón que no siente», y ahora lo vemos todo.
Hay poca gente que no recuerde la salida de Facebook a la bolsa como un gran fracaso. Pero, ¿realmente lo fue?
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