Aurora Nacarino-Brabo

El secreto de la felicidad

El secreto de la felicidad

Llegó una víspera de Semana Santa, hacia las siete de la mañana, después de viajar toda la noche. Hace ya más de tres años de eso. Era tímida. Entró al portal dando pasitos cortos, con la mirada gacha. Vestía una bata roja, cruzada y atada en torno a la cintura, como de señora mayor. La prenda apestaba y le infligía una cierta humillación, así que nos deshicimos de ella allí mismo, arrojándola al cubo de basura, y fuimos a dar un paseo.

Alsasua y el Gobierno

Alsasua y el Gobierno

Nuestra columnista Aurora Nacarino-Brabo opina sobre el acto en Alsasua en defensa de los guardias civiles y sus parejas agredidos hace un año en un bar de la localidad y la reacción del Gobierno.

Sanchismo

Sanchismo

El otoño catalán de 2017 constituye ya uno de los episodios más destacados de nuestra historia democrática y la mayor crisis institucional desde la aprobación de la Constitución, hace ahora 40 años.

Historias de San Blas

Historias de San Blas

Tengo cariño al barrio de San Blas. Como buen distrito obrero, es feo, impersonal, desangelado. Como el Moratalaz en que crecí, a solo unos pasos. En San Blas viví un año y vivieron mis abuelos cuando el fin de su renta antigua los expulsó, viejos y felices, del centro de Madrid. La avenida de Guadalajara no tiene el carisma de la Gran Vía, pero hay un centro comercial con cines y acceso para minusválidos y a mi abuela ya le valía. No hay un Formentor, un Nebraska, un Viena Capellanes, pero en alguna cafetería nos daban batido de caramelo y pasteles y a mi abuela ya le valía. Los portales de San Blas no son el de la casa de la calle Hermosilla, pero tener ascensor al fin, cumplidos los 80, a mi abuela ya le valía.

De la equidistancia

De la equidistancia

Una viñeta que se ha compartido bastante en redes sociales presenta a dos grupos de manifestantes enfrentados. A un lado, encapuchados al estilo del Ku Klux Klan muestran una pancarta: “Queremos matar a los negros”. Al otro, personas de aspecto corriente y gesto malhumorado exhiben otra: “Queremos derechos civiles”. Mediando en la disputa aparece un tercero, bienintencionado, para pedir que ambos grupos lleguen a un entendimiento.

El otro CIS

El otro CIS

Hay un dato del último CIS que creo que apenas se ha analizado, y que merece algún comentario. Me refiero a la estimación de voto por condición socioeconómica, y lo que ello se puede deducir de nuestro sistema de partidos.

Tabarnia, una broma muy seria

Tabarnia, una broma muy seria

Las elecciones catalanas del 21 de diciembre no han servido para modificar sustancialmente el equilibrio entre bloques, pero sí para comprobar la irrelevancia de las propuestas de tercera vía. El PSC solo logró mejorar en un escaño su peor resultado histórico y la ambigüedad de los comunes cosechó ocho escaños, tres menos que en 2015, cuando los 11 asientos conseguidos en el Parlament se vivieron como una decepción en las filas moradas.

Jurar en arameo

Jurar en arameo

Acostumbrado a mentir con cierto éxito de crítica y público, el Govern pensó que podría doblar a varios idiomas esa comedia de situación que es el procés y exportarla a Europa. Sería algo así como un spin off de la producción original que narraría las aventuras de un Puigdemont políglota en el exilio. El 130 president del govern y primero de la República de Cataluña se plantó en el corazón de la Unión por sorpresa, no sin antes anunciar su destino a los iniciados en el acróstico de una declaración institucional: “Bélgica” podía leerse tomando la primera letra de cada renglón.

Tener pene

Tener pene

Para esa mitad aproximada de la población que dispone de uno, tener pene puede parecer algo más o menos trivial. En realidad no lo es. Tener pene es importante. O, mejor dicho, no tenerlo lo es. Cuando empecé a relacionarme con politólogos e intelectuales en seguida noté algo extraño: era como si no existiera. Los corros siempre se cerraban ante mis narices, casi nadie prestaba atención si me atrevía a decir algo y con frecuencia no llegaba a terminar mi excurso porque alguien me interrumpía antes.

Morir, vivir

Morir, vivir

Era por la tarde, cuando el agua es más azul. Estábamos jugando a bulldog. Los concursantes deben cruzar el ancho de la piscina sin ser pillados por quien hace las veces de perro guardián. Cada vez que alguien es capturado, ha de unirse a las labores de vigilancia, hasta que solo queda un concursante victorioso.

El discurso del rey

El discurso del rey

Nunca he creído en la posibilidad de un nacionalismo cívico genuino, primario. La historiografía ha abrazado esa etiqueta para distinguir cierta percepción nacional asociada a los valores de la república francesa, ese “plebiscito cotidiano” del que escribió Renan, en oposición al más étnico y simbólico nacionalismo alemán que emergió con el romanticismo del siglo XIX, y que procede del anterior Sturm und Drang promovido por el filósofo Herder.

Lo insignificante

Lo insignificante

Todo lo que es exagerado es insignificante. Lo dijo Talleyrand, que fue político y sacerdote: algo así como Pablo Iglesias. Esta máxima aplica para casi todo en esta vida, y el líder de Podemos debería tomar nota. Lo que comenzó como una moción de censura contra Rajoy terminó por convertirse en una moción de censura contra Iglesias, que no recibía tantas calabazas desde bachillerato, o BUP, o lo que sea que se estudiara antes de los millennials.

El CETA y los enemigos del comercio

El CETA y los enemigos del comercio

Todas las grandes civilizaciones tuvieron su dios del comercio. Osiris enseñó a los egipcios a comprar y vender, mientras Tot protegía su navegación. Melkart hacía este trabajo para los fenicios, hijos del trueque y del cabotaje. En el caso de los griegos, era Hermes, el dios pillo, quien protegía el comercio; Mercurio para los romanos.

El amanecer del hombre europeo

En los últimos años hemos asistido a una reacción contra el orden liberal hegemónico desde la caída del comunismo. Ha sido una respuesta a la integración política, a las sociedades abiertas, a la libertad de movimientos, a la convivencia en la diversidad.

Twitter, ese planeta

Vivimos tiempos de reacción. Muchos analistas han explicaado el momento histórico desde el empoderamiento de las masas que ha facilitado el desarrollo tecnológico. La democratización del acceso a internet y la aparición de redes sociales han permitido una cierta horizontalidad en los discursos que ha desafiado las estructuras de poder tradicionales. Las élites viejas aparecen atribuladas mientras contemplan el ascenso de personas que ayer eran anónimas y hoy cuentan sus seguidores por millares en su canal de YouTube, en su cuenta de Instagram o en su parcela de Twitter.

Feminismo en bragas

Feminismo en bragas

Mi padre conoció el feminismo de forma abrupta. Un día, siendo pequeño, regresó del colegio y se encontró a su madre en ropa interior. No se trataba de algo habitual y tampoco parecía transitorio. La abuela Carmela no se disponía a cambiarse de atuendo o a vestirse. Aquello era una performance. Un acto individual y doméstico de protesta. ¿Contra qué? Contra su marido, claro. Al parecer, el abuelo Mario tenía la costumbre de quitarse la ropa al llegar a casa, pasando el resto del día en camiseta interior y calzoncillos. Y a la abuela le parecía mal. Decía que no era de recibo. Que qué mal gusto. Que y si venían visitas. Su queja era antigua y conocida, pero no había servido de nada. Así que decidió ir más lejos: si el abuelo lo hacía, ella también lo haría. Y en esas la encontró mi pasmado padre. En bragas y «sostén».

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