Violencia
Se le sale la tristeza, la rabia y el cansancio a borbotones por el blanco de los ojos, unos ojos pequeños llenos de cosas que van perdiendo la luz cada día que pasa.
Se le sale la tristeza, la rabia y el cansancio a borbotones por el blanco de los ojos, unos ojos pequeños llenos de cosas que van perdiendo la luz cada día que pasa.
Siempre, desde pequeño, me gustaron los mapas. No fue hasta hacerme mayor que me dí cuenta de que mentían, al menos, los políticos. Ahí estaba mi país, España, identificado con su bandera y limitado con líneas no menos seguras y precisas que, digamos, Nigeria o Irak.
El líder de Boko Haram ha proclamado la ciudad de Gwoza, en el estado de Borno, como «parte del califato islámico» en un vídeo distribuido el domingo 24 de agosto, siguiendo la estela del Al-Baghdadi y el ISIL. El Gobierno de Nigeria dedica un breve mensaje en Twitter a desmentirlo. Los expertos consideran que Boko Haram está más cerca que nunca de formar un estado islámico en el norte de Nigeria.
Boko Haram revela la maldad perversa de tantos asesinos que emplean niños y niñas en sus atrocidades. Les suministran drogas. Les inoculan el miedo a la jefatura. Les instruyen mínimamente en el manejo de las armas. Y de ahí a la ruleta rusa. A morir la vida.
Quedarse en la sanguinaria anécdota de Boko Haram y regodearse en la distancia que nos separa de esa caterva de salvajes es perderse uno de los fenómenos geopolíticos más importantes de nuestra época: la guerra por el Sahel.
Observar lo evidente desde un prisma subjetivo permite conclusiones que a simple vista se empolvan. Estas chicas son supervivientes de una felonía: del secuestro realizado por los terroristas de Boko Haram en Nigeria hace meses.
Huir para salvar a los tuyos es valiente. Dejar que otros se queden con lo que os ha costado sudor y lágrimas conseguir sin volver la vista atrás, es heroico. Lo llevas en la sangre, lo dice tu nombre: guerrero, héroe, hombre valiente.
La huida de Joy Bishara de las cadenas de sus captores es una historia de inteligencia y valentía. No hace falta sólo coraje para poder escapar cuando un asesino te tiene secuestrado. El miedo debe atenazarte hasta invalidar tu cuerpo.
Adokiye Kirian la ha liado. Esta cantante nigeriana, de 23 años, se ha ofrecido a la organización terrorista Boko Haram a cambio de la liberación de las 219 niñas secuestradas. Estremece escuchar sus declaraciones a una televisión.
Si la ONU sirviera para algo, cogería con mano firme su resolución 1325, aprobada en el 2000 y no la de Angelina Jolie para alertarnos de la situación de violencia que viven las mujeres en los conflictos armados. Y no piensen que dudo de Jolie.
Lo cierto es que la práctica del terror, proveniente del estado o del contra-estado, suele obedecer a motivos más materiales que espirituales, pero en cualquier caso necesitan revestirse de una legitimidad casi mística para ser comprada por afines y contrarios.
Los islamistas del ISIL en Siria han tomado la lección de Boko Haram en Nigeria. El pasado jueves 150 estudiantes fueron secuestrados al norte de Aleppo cuando regresaban de hacer sus exámenes finales. Las niñas han sido liberadas, los varones, retenidos en Manbij, bastión del ISIL. El Syrian Observatory For Human Rights ya ha confirmado la información del secuestro.
He aquí un nuevo sujeto internacional para recordar: Boko Haram. No sé lo que significa ni me importa. Es una nueva cara del prisma del terrorismo. Ese enemigo avanza porque aprovecha las lecciones pasadas. Las tácticas terroristas triunfan.
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