Cerca de 6.000 profesionales del sector anunciaron su presencia en la denominada ‘marcha lenta’, que ha obligado a cortar las vías de acceso y el tráfico en el centro de la ciudad. Durante la jornada de protestas se han desatado duros enfrentamientos en las inmediaciones del aeropuerto entre manifestantes y agentes, a los que acusan de impedirles continuar el recorrido, que tenía previsto concluir en la sede del Parlamento luso, y de no hacer nada contra las «provocaciones» de Uber, cuyos vehículos continúan hoy transportando a sus clientes. El presidente de la Federación Portuguesa del Taxi, Carlos Ramos, ha declarado en tono beligerante que “los mayores ladrones que operan en el aeropuerto se han apuntado a trabajar ahora en Uber”.
La legalización de Uber y Cabify supone que, sin contar con los beneficios fiscales a los que tienen acceso los taxistas, podrán operar con permiso previo del regulador de transportes, además de que estarán obligados a tener sede o representante legal en Portugal y emitir factura electrónica