Habíamos ido a pasar unos días cerca del faro de Trafalgar. Un amigo nos prestaba su casa –esos son los amigos que hay que conservar, me dijo una amiga cuando supo dónde pasaría el puente de mayo–, mi novio nunca había estado en el sur y yo quería tener un recuerdo encapsulado de una cierta felicidad a la que volver de vez en cuando ahora que mi baja de maternidad se ha acabado.
Lo confieso. Echo de menos el Carnaval. Siempre digo que Madrid lo tiene todo salvo dos cosas: playa y carnavales. Y, ojo, no es porque a los madrileños no les guste disfrazarse, pero prefieren hacerlo en Navidad y Halloween.