Los gemelos
«Declararse antifascista sale gratis, pero declararse anticomunista aún carga el veneno de la desconfianza entre muchos liberales y demócratas»
«Declararse antifascista sale gratis, pero declararse anticomunista aún carga el veneno de la desconfianza entre muchos liberales y demócratas»
«Cuba no interesa ya ni a los comunistas. ¿Se puede defender aún el comunismo, tras los más de 60 años de fracaso continuado de la Revolución cubana?»
«Tal vez llegue el día en que alguien cante ‘Patria y vida’ y la dictadura ya no pueda detener a un pueblo harto de una patria que se come a sus hijos»
«En el libro de Luis Antonio de Villena, además de contar sus relaciones de cómplice amistad, hay un retrato de la formación poética y personal de Brines»
El cubano Jorge Ferrer narra su estancia en Moscú para ser un buen comunista y su posterior ruptura con el castrismo
«Nuestro Estado, nuestras instituciones parecen estar al servicio del Partido, no importan ya no las formas, solo importa el Partido y el César, nada más»
«La marca herética y rosa de Podemos ha porfiado desde el Gobierno no solo en fabricar pobres, sino también en estigmatizar a empresas y empresarios»
«Para los puristas de los ideales, parece que es más importante decir que Cuba es una dictadura a intentar que la isla transite hacia la democracia. Ya no hablamos de lograr resultados. Prefieren tener la razón a ser eficaces en las relaciones internacionales»
Aún no ha tomado posesión en el palacio del Planalto y ya ha estallado el primer escándalo de la presidencia de Bolsonaro. Pero contra lo que podría pensarse después de toda la polvareda levantada por sus mensajes a favor de la tortura o en contra de los pobres y los gays, el escándalo no le afecta a él, sino a uno de los enemigos ideológicos que prometió combatir si llegaba al poder: la Cuba castrista.
Pastrana y Quiroga representaban a los exgobernantes miembros de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA)
El asalto violento al poder, lo que llamamos revolución, cayó sobre una sociedad con un nivel de vida comparable a Argentina, Uruguay o Venezuela, que en los años 50’ era mucho decir. La renta real era un 70 por ciento superior a la mejicana, y superaba, desde luego, a la de aquélla España que, precisamente en 1959, elegiría el camino de la apertura y del crecimiento. Su tasa de analfabetismo en 1955, del 21 por ciento, estaba en la mitad de la media de Iberoamérica (42 por ciento). En indicadores de desarrollo como el número de médicos por cada 10.000 personas, la mortalidad infantil o la esperanza de vida, la Cuba de Batista se movía en las medias de Europa o los Estados Unidos. Cuba era un país con aspiraciones de ser protagonista de aquéllos años de prosperidad global. Hoy, la sociedad se debate entre rendir servidumbre al Estado o a la miseria. Los dos se enseñorean con los cubanos, excepción hecha de quienes están adheridos al régimen.
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