THE OBJECTIVE
José Rosiñol

Sin 'checks' y sin 'balances'

«Nuestro Estado, nuestras instituciones parecen estar al servicio del Partido, no importan ya no las formas, solo importa el Partido y el César, nada más»

Opinión
2 comentarios
Sin ‘checks’ y sin ‘balances’

Ilustración de Alejandra Svriz.

Decía Tucídides: «Los hombres cambian incluso el significado normal de las palabras en función de los hechos». Resulta estremecedor cómo parece repetirse la historia, cómo en momentos de crisis profunda, aparecen patrones reconocibles que parecen estar más allá de las mareas de su contemporaneidad. Tácito escribió: «En un Estado muy enfermo, las leyes son incontables». La ambigüedad, desde tiempos remotos, es una herramienta muy eficaz en manos del populismo, de aquellos que, enarbolando falsamente la bandera de la libertad, únicamente buscan el beneficio propio y justificar la implantación de regímenes más o menos explícitamente tiránicos.

No quiero andar con ambages, nuestro sistema democrático, aquél surgido de la Transición está colapsando y está siendo suicidado por los profetas iliberales, por ese comunismo camuflado de modernidad, de defensor de derechos que nos llevan a la colectivización, de los creadores de marcos mentales polarizadores, de los repartidores de carnets de moralidad democrática. La responsabilidad del colapso también hay que buscarlo en la ingenuidad estratégica, en la obsesión por rezar al dios de la jurisprudencia cuando, en todo proceso revolucionario, por definición, hay un momento o momentos de ruptura del marco legal, hay que buscarlo también en la hiperreacción esencialista que trata de buscar respuestas en un pasado que no existe y que, probablemente, nunca existió.

Quiero dividir esta reflexión en dos partes, una más coyuntural, más pegada al terreno de los hechos inmediatos y una segunda en la que trataré de responder a la pregunta ¿por qué ahora? ¿Qué ha cambiado para que estos fenómenos populistas puedan infectar a las sociedades de forma tan eficaz? ¿Qué fenómeno o fenómenos podrían explicar esta tendencia a la polarización extrema que es condición necesaria pero no suficiente para que los aspirantes a tiranos puedan medrar en sociedades democráticas «avanzadas»?

«Llevamos meses en los que se ha cortado en seco la labor de control del Ejecutivo por parte del poder Legislativo»

Parece como si no pasara nada, al menos en la percepción de la sociedad, pero llevamos varios meses en los que se ha cortado en seco la labor de control del Ejecutivo por parte del poder Legislativo. Nada más y nada menos que la tercera autoridad del Estado ha decidido ponerse al servicio del multipartito único español, aquél cuyo sueño húmedo es, precisamente, acabar con la democracia del 78 e implantar una especie de república nacionalista e identitaria siguiendo modelos bolivarianos. No solo eso, nuestro Estado, nuestras instituciones parecen estar al servicio del Partido, no importan ya no las formas, solo importa el Partido y el César, nada más. Si la institución no es controlable, si no ha sido aún colonizada por estómagos agradecidos, se le somete a persecución pública, se les injuria, se busca la muerte civil del díscolo y la deslegitimación de la institución misma. Casos hay muchos, recordar el calvario judicial y administrativo del coronel Pérez de los Cobos. El punto de mira está puesto en la Justicia y en los servidores públicos.

Quizás alguien ya se lo haya preguntado, yo me sumo a la pregunta si ya se ha hecho: ¿cómo es posible que un Gobierno en funciones haya utilizado la maquinaria del Gobierno y del Estado para lograr la investidura? ¿Cómo es posible que, por ejemplo, el ministro en funciones Albares se haya dedicado a ir por Europa pidiendo el tema de las lenguas regionales con el único objetivo de facilitar la negociación del Partido, pero en nombre del Estado? ¿Cómo es posible que se negocie con prófugos de la justicia, en nombre del Partido, cuestiones que socavan el pacto constitucional y entran en los marcos de aquellos que quieren acabar con la Constitución? ¿Cómo es posible que el presidente del Gobierno en funciones asuma el lenguaje de quienes quieren destruir nuestro país? Y, porque no decirlo, ¿cómo es posible que el PSOE, aquél que hace decenios abandonó el marxismo, tenga ministros castristas, que añoran a Lenin o no condenan el salvaje ataque de Hamás a Israel (extrañamente alineado con la teocracia iraní)? Todo esto nos dice mucho, el plan para el desmantelamiento de nuestro acuerdo constitucional está en marcha.

La respuesta a estas preguntas que he planteado son la razón del porqué afirmo que nuestro sistema está colapsando, un proceso de deslizamiento hacia la anomia cuyo resultado y solución mágica, de mano de quienes lo están provocando, será, previsible y mediante la «ventana de Overton» del momento, esa república plurinacional de corte autoritario e identitario. La respuesta es que los mecanismos de contrapesos, la separación de poderes que evite el autoritarismo, ese checks and balances anglosajón, no han funcionado porque, probablemente, nunca se pensó que la cultura política y democrática de nuestro país podría corromperse y llegar a lo que estamos viendo. La única respuesta a cómo es posible que un Gobierno en funciones pueda actuar más allá del marco establecido es algo que no se previó en su momento y, el populismo medra, como bien se sabe, en los resquicios del andamiaje democrático y constitucional.

«La legislatura del Frankenstein 2.0 no tiene por qué ser corta; esto solo se revierte en las próximas elecciones generales»

Todo esto está bien, me refiero, ya sabemos el escenario en el que nos movemos, ya sabemos la estrategia y la táctica que seguirá el populismo en el poder, y ¿ahora qué? Digamos las cosas claras, hagamos política para adultos: la legislatura del Frankenstein 2.0 no tiene por qué ser corta; esto solo se revierte en las próximas elecciones generales; por tener la razón y repetirlo hasta la náusea no te ayudará a lograr tus objetivos, la guerra es cognitiva, es de relato, no de verdades autorreferenciales; las reacciones de Vox y su hipérbole narrativa solo sirven para dar café a los muy cafeteros y para asustar a la parte cóncava de la campana de Gauss sociopolítica; las movilizaciones son necesarias como bálsamo para controlar la frustración, pero no movilizan a la parte del electorado con la que se ganan elecciones; pretender una «movilización permanente» es un oxímoron que consigue el efecto contrario, azuza la radicalidad y te aleja del objetivo principal: ganar las siguientes elecciones.

¿Qué hacer entonces? Cosas básicas, pensar y actuar estratégicamente; ser conscientes de las fortalezas y debilidades del contrario para utilizarlas; olvidar la ingenuidad estratégica; crear relato, no solo racionalidad, hay que conectar emocionalmente, hay que utilizar el poder blando cuando sea necesario; se necesita utilizar inteligentemente y coordinadamente el poder territorial no controlado por el populismo, hay que aprovechar la descentralización de nuestro país, pero no solo para «atacar» también para crear dilemas al poder central, dilemas que impacten racional y emocionalmente en esa ciudadanía que te hará ganar las elecciones; establecer una lógica no reactiva, tienes que ser tú el que lidere el relato y los debates; hay que ofrecer un gran programa de reformas cuyo eje narrativo sea: más libertad, menos imposición; como verán digo mucho y poco a la vez, no hemos de dar más pistas de las necesarias.

Final y muy brevemente, las causas profundas, en mi opinión, deberíamos buscarlas en unas sociedades mentalmente acomodadas, sin capacidad de frustración, con marcos mentales poco dados a la crítica debido a cierta soberbia existencial. A ello le sumamos ciertas formas de relativismo que añora esos metarrelatos escatológicos y esas utopías que engendraron monstruos pero que, con el pasar de los años y la ímproba tarea de los reinterpretadores de la historia han logrado dulcificar. Pues bien, uno de los factores por los que estos movimientos neocomunistas han logrado permear en nuestras sociedades es poder cubrir esa necesidad de autoafirmación individualista de una sociedad con tendencias hacia la egolatría y esa necesidad gregaria del ser humano gracias a la revolución de la algoritmia moderna. Ya no solo me refiero a las redes sociales, también a la lógica autoreferenciadora de ofrecer a la persona y, por tanto, al ciudadano solo aquellos contenidos con los que se siente cómodo, con lo que se acomoda a su marco mental y, por extensión, a la socialización de los convencidos. Todo ello creando marcos referenciales de naturaleza moralista que son el elemento clave para poder cosificar al que no piensa como tú, convirtiéndolo en una alteridad a combatir.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D