La explosión, de 10 kilotones, ha sido dos veces más poderosa que la llevada a cabo en enero, y ha llegado a compararse con la de Hiroshima de 1945. El epicentro se ha situado cerca de las instalaciones de Punggye Ri, donde se llevaron a cabo pruebas nucleares en 2006, 2009 y 2013, así como las últimas, llevadas a cabo en enero de 2016. Una vez más la comunidad internacional ha condenado la prueba. En este sentido el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha advertido de las «graves consecuencias» a las que tendrá que hacer frente Corea del Norte si se confirma el hecho. Del mismo modo, el Gobierno de China ha expresado su «firme oposición», abogando una vez más por la desnuclearización de la península; y Corea del Sur asegura que se trata de una «provocación intolerable».
Por otro lado, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó duras sanciones contra el país, sin embargo, no ha hecho mucho efecto, porque lejos de amedrentarse, el régimen ha seguido desarrollando su programa nuclear y de misiles con nuevas pruebas, la última el pasado 5 de septiembre cuando lanzó tres misiles balísticos desde su costa Este.