Se sabe que un escritor es parecido a un corredor de fondo, ya lo escribió Murakami. Los dos comparten la soledad y una loca perseverancia. Y acaso la lesión más problemática: la del fracaso, que nos enseña a muscular la espera, tan rara en la sociedad del espectáculo. Correr fondo es casi meditar, una oración entonada por cada músculo.