El periódico The Guardian relata el horror vivido en Wau a través de testigos presenciales que relatan los horrendos actos de violencia durante los combates que estallaron en la ciudad, cuando soldados del ejército (SPLA) y los jóvenes de la etnia Dinka atacaron barrios habitados por los Fartit. Según los testimonios, un niño de dos años recibió un disparo en los brazos de su vecino, una mujer fue arrastrada y violada por las calles, y otros civiles fueron asesinados en sus casas mientras intentaban protegerse de los saqueadores. Los ataques contra la población civil, y no sólo los enfrentamientos directos entre los grupos armados, se han convertido en una de las principales características de la guerra civil de Sudán del Sur, que comenzó en diciembre de 2013. La propagación de la violencia en zonas no afectadas hasta ahora provoca dudas sobre si el acuerdo de paz firmado en agosto del año pasado conseguirá hacer frente a los graves conflictos étnicos que convulsionan el país. La violencia en Wau llega dos meses después de que el presidente Salva Kiir, de etnia dinka , y el líder rebelde Riek Machar, de etnia Nuer, formaran un nuevo gobierno de transición compartiendo el poder. El acuerdo, que divide el control de la presidencia, el gabinete y los 10 estados, es considerado por algunos como una solución carente de efectividad que no aborda las causas fundamentales de la violencia.
Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alerta que la inseguridad alimentaria provocada por los conflictos está obligando a muchas familias a abandonar Sudán del Sur hacia países vecinos. Se estima que en los últimos meses más de 100.000 sursudaneses han cruzado la frontera hacia Sudán, Kenya, la República Democrática del Congo y Uganda, y se espera que este número aumente a más de 150 000.