Moby Dick se cuela en la Encíclica
Al Papa le preocupan las ballenas, cómo no, así como los guanacos con cuyo cuero los gauchos trenzaban las cuerdas de sus boleadoras. Pero más le preocupamos los hombres, el milagro natural que de una manera u otra- preferimos maltratar, matar de ciento en ciento, tantas veces al amparo de la Ley, tantas veces ante los ojos, los oídos y la boca tapada de ese tinglado de incompetentes llamado Naciones Unidas.