Don Felipe, que este año ha elegido el despacho de Zarzuela para expresar a los españoles sus mejores deseos para el año próximo, en lugar del Palacio Real, como hizo en 2015, ha alabado la solidaridad de los españoles, la figura de la familia y la voluntad de seguir trabajando juntos por superar las situaciones de dificultad que ha vivido el país. Una vez superada la incertidumbre en el ámbito político, con la formación de un nuevo gobierno tras más de diez meses en funciones, y en lo económico, con el inicio de la salida de la grave crisis económica de los últimos años, es necesario que “cuidemos y mejoremos en todo momento la convivencia”, y ha defendido el “respeto” como un valor esencial para garantizar esa convivencia.
“No son admisibles ni actitudes ni comportamientos que ignoren o desprecien los derechos que tienen y que comparten todos los españoles para la organización de la vida en común” y en este sentido, el monarca ha destacado que “vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad solo lleva, primero, a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven nada y, luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad”. Así pues, en esa alusión a los discursos independentistas y rupturistas, ha reiterado la importancia de la “convivencia democrática basada en el respeto a la Ley”.
A pesar del “mundo incierto” que vivimos, el rey ha destacado la importancia de la tecnología que “condiciona nuestras vidas, la información y nuestra forma de comunicarnos”. “No se trata ya solo de una revolución tecnológica: es algo mucho más profundo. Es un nuevo modelo del mundo que traspasa fronteras, sociedades, generaciones y creencias” al que España debe adaptarse. Para ello, “la educación es clave esencial” para “desarrollar al máximo nuestras habilidades para actuar con éxito en la ciencia, en la economía o en la cultura, también en la industria y en la seguridad”. Antes de concluir y desear felices fiestas en los cuatro idiomas oficiales, Don Felipe ha insistido en que estos no son tiempos para “fracturas, para divisiones internas, sino para poner el acento en aquello que nos une, construyendo sobre nuestra diversidad; son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas”.