Acude la izquierda al debate sobre la gestación subrogada. Un asunto en el que podría proponer juicios que contribuyeran a limitar, que es razonar, un dilema de la sociedad de hoy. Sin embargo, las únicas aportaciones que se oyen son de discrepancia, sin mayor propuesta o motivo.
Dice Enrique García-Máiquez que siendo conservador uno acaba acostumbrándose a las derrotas. Le voy a dar una victoria. Un equipo de investigadores del Hospital de Niños de Filadelfia ha logrado que ocho corderos sobrevivan durante su último mes de gestación en un útero artificial similar a una bolsa de plástico con cierre de cremallera. El experimento abre la puerta al incremento de la esperanza de supervivencia de bebés muy prematuros, unos treinta mil cada año sólo en los EEUU.
Parece un príncipe en su trono de líquido amniótico capaz de desplazar al Rey del centro mediático. Del mío, por supuesto, y si a usted aún no le ha seducido es porque no se fijado bien. Es un príncipe preocupado, cierto, con la mano sobre la boca y los nudillos apretados.
¿Veis esos tubos de colores con numeritos? Son óvulos fertilizados, o sea cigotos. Eso es lo que dice el pie de foto. Pero ¿sabéis lo que ve monseñor Gallardón y los suyos?