«Porque los seres humanos podemos aspirar a la libertad o a la igualdad como valores supremos e innegociables, pero no a ambas a la vez»
«Me pregunto qué podría haber hecho Francia para cortar las alas a la extrema derecha. ¿Habían caído los medios franceses en la trampa del clic con Le Pen?»
«¿Por qué en España ser de extrema derecha se considera algo tan terrible y en cambio ser de extrema izquierda es algo positivo incluso?»
Pedro Sánchez volverá a ser presidente del Gobierno de España
1. Los escaños andaluces de Vox han tenido consecuencias imprevistas en toda España. No han dejado a nadie indiferente. Este es su mayor triunfo. 2. Vox está obligando al resto de los partidos a resintonizar con sus electores y con las preocupaciones efectivas de la red social más importante de España: la de los bares. 3. Todo partido político tiene votantes que no comparten su programa electoral. Esto no constituye ningún problema, mientras lo sigan votando. 4. Vox se presenta como una revuelta (ya veremos con qué recorrido) contra la “moral fashion”. 5. No tengo claro en nombre de qué moral, exactamente, se revuelve, pero lo que tenga claro yo es irrelevante. Lo relevante es lo que crean los electores.
La confrontación es consecuencia natural de la ruptura de los diques. Lo estamos viendo en Europa, lo vemos en España. No hay revolución sin reacción. Los resultados en Andalucía anuncian grandes cambios en la política española.
No pienso como Santiago Abascal, pero le conozco, y es un hombre de derechas, sí, lo cual es legítimo. Es un conservador a quien le disgustan muchas cosas de nuestra Constitución.
Bolsonaro ha arrasado en Brasil, y ya solo queda esperar que contenga sus peores impulsos y la comodidad del poder le vuelva magnánimo. Tenemos el consuelo de que la alternativa (gobernada como España desde una cárcel) tampoco era garantía de nada. Y siempre podemos recordar que no sería la primera vez que un pésimo candidato es un buen presidente. (Pienso en el peruano Ollanta Humala, exmilitar y aspirante filochavista que decepcionó a sus entusiastas del Foro de Sao Paulo al continuar las políticas de liberalismo sensato que han permitido al país crecer sin interrupción desde que comenzara el milenio).
Confieso mi interés por Vox. No mi interés personal, que ese no lo confieso. Sino el del analista. Por tres razones. Primera, porque creo en la democracia representativa y considero una anomalía de nuestro sistema que el pensamiento liberal-conservador español, muy vivo en la sociedad civil, no tenga representación nítida. Nuestro arco parlamentario va de corrido desde la izquierda menos recatada y la socialdemocracia, pasando por el centro reformista, hasta… pararse en seco. Las Cortes están cojas. En segundo lugar, Vox es una oportunidad de que esa derecha sociológica, tan fragmentada en milimétricas variantes de inmenso interés intelectual (democristianos, liberales, conservadores, tradicionalistas, distributistas, reaccionarios, etc.) encuentre un útil denominador común. Lo es porque la trayectoria de sus fundadores, encabezada por el liderazgo moral de Ortega Lara, no viene marcada por ninguno de los grupos clásicos de la derecha histórica.