La felicidad obligatoria
«Estamos a nada, a un par de portadas únicas, de exigir que la felicidad sea obligatoria y las drogas, en consecuencia, gratuitas»»»
«Estamos a nada, a un par de portadas únicas, de exigir que la felicidad sea obligatoria y las drogas, en consecuencia, gratuitas»»»
«Estas son las verdades que les gustan porque limpian, fijan y dan esplendor a su ideología»
«He aprendido algunas cosas que ya sabía y que es mi obligación compartir con el mundo»
«El comunicado de Vox, como el partido mismo, es el espejo al que acuden todos a verse más guapos pero que sólo refleja sus propias vergüenzas»
«Gabriel Rufián entrevistó a Arcadi Espada en un programa al que llama La Fábrica y se ha ganado un montón de elogios»
«Usamos a los robots como espejo de nuestros miedos y por eso tememos que sean violentos o que usen su inteligencia para dominarnos y esclavizarnos en lugar de servirnos»
La inmersión es siempre insuficiente porque es un correctivo contra el tiempo, un alargar la agonía
Rufián ya sólo habla para que salga alguien a centrarlo de un soplido
«Para la izquierda las identidades se construyen sobre la voluntad y si eso sirve para las identidades de género o de raza, con más razón todavía tiene que servir para las identidades nacionales»
Mientras finge que intenta ilustrar y convencer, el violento revolucionario se va convenciendo de los poderosos e inocentes que son él y su causa
El debate fundamental en nuestras sociedades libres y democráticas sigue siendo la importancia de diferenciar entre hechos y opiniones
A las pocas horas de la ruptura corrían ya rumores sobre una hipotética reuncia de Valls a la regidoría barcelonesa e incluso a la política española. Se dice que Valls habría renunciado a fundar, liderar o apoyar ningún proyecto político del espacio presuntamente huérfano del centro derecha catalanista. Es sorprendente que alguien que venía a Barcelona para quedarse, para gobernarla y para salvarla, la deje tan pronto y tan sola y tan desamparada como la encontró.
«Cuente ya como lección póstuma del hombre de Estado: la nobleza impone renuncias que no perdona»
La prematura autopsia del PP tiene todavía otro pero, porque supone que sus votantes se han ido a C’s por liberales y a Vox por conservadores.
Se confirma que el poder empodera y puede decirse que los grandes ganadores de la noche son Redondo y Tezanos
Yo diría que ganó Iglesias si Iglesias hubiese formado parte del debate
Cada intento de censura impone el deber de la relectura. Y así ahora con la Caperucita Roja, que unos padres concienciados han apartado de la sección infantil de la biblioteca escolar para sorpresa, supongo, de quien recuerde al menos superficialmente el cuento. Porque en este recuerdo la moraleja es clara: pasan cosas terribles cuando te fías de extraños y desobedeces a los padres.
Entrevistaron a Marta Pascal en La Vanguardia y aprovechó para marcar distancias con Puigdemont y Torra hasta el punto de insinuar con simpatías la creación de un nuevo partido. Un partido independentista-pero. Esta podría ser una buena noticia. Si hoy fuese ayer.
Se ha sido muy injusto con Andrés Manuel López Obrador. Se le han recordado sus cuatro nombres españoles para pedirle que se mande la carta a sí mismo y que si tanto perdón espera que lo pida él.
Corbyn defiende finalmente una segunda votación sobre el Brexit y ya sólo cabría esperar a la tercera o a la que sea la vencida. Se pretende así que el pueblo corrija al pueblo, en lo que sería un ejercicio histórico de virtud o de hipocresía según se mire.
Había ayer debate sobre la chica presuntamente violada por un grupo de chicos en un polígono de Sabadell. ¿Qué debatir?, se preguntarán.
Nadie podrá decir que no lo haya intentado. El taxista ha pedido perdón por sorprenderse en público de que un ministro gay y de izquierdas le mandase la policía.
No estoy seguro de que sea justo en general con el liberalismo en general, pero qué duda cabe que lo es con nuestros liberales, tan particulares. A C’s se le rompen las ideas por la mitad o por cuartos según el día y lo que antes les parecía centrado y razonable les suena ahora a locura extremista.
Hace unos días Pablo Iglesias presumía de haber aprendido de sus últimas derrotas que «la izquierda necesita dejar de lado épica para enamorarse de lo efectivo. Aceptar que no se acerca uno a la urna para cambiar el mundo, sino para que no le cierren el ambulatorio del barrio».
Vox se coló en el 40 aniversario de la Constitución y se diría que lo hizo para recordarnos al menos un par de cosas importantes.
Este PP de Casado, este PP rearmado ideológicamente como partido liberal-conservador y como partido de oposición, es principalmente un partido de campaña. Un partido que lo que de verdad parece tener de nuevo es la doble y doblemente triste convicción de que merecía perder el poder, aunque lo perdiese por las razones equivocadas, y de que por haberlo perdido podría llegar a desaparecer como partido.
Verdades líquidas, las llamaban antes de la emergencia de la posverdad y de los consiguientes posescupitajos, cuando se creía que el problema del presente estaba en alguna mutación en la naturaleza de la verdad y no en la permanencia de nuestro eterno pasotismo.
Tantos días después y sigue sin estar muy claro quién ganó las midterms americanas. Los Demócratas ganaron el control de la Cámara de Representantes y los Republicanos reforzaron su control del Senado.
Porque así funciona el periodismo, y porque así funcionamos nosotros, noticias como la del atentado contra la sinagoga de Pittsburgh podrían hacernos creer que el antisemitismo es algo extraordinario, excepcional, rémora de un pasado que se niega a morir. Han tenido que venir los de siempre a protestar como Torrente porque han tirado a unas judías a nuestras piscinas municipales para sacarnos de nuestro error y recordarnos que el terrorismo y los asesinatos serán carne de titular pero el antisemitismo es en realidad el pan nuestro de cada día.
Es de gran interés el perfil que le hizo Jabois a Joan Tardà. Me gustó ver cómo recuperaba las palabras con las que José Bono defendió a Tardà tiempo atrás, después de oirle gritar «¡muerte al borbón!». «Es una persona muy emotiva. Muy primaria…», dijo Bono, en lo que constituye la perfecta defensa del enemigo. Se daba aquí eso tan habitual de insistir en que los polos opuestos se atraen y que hay una cierta simpatía entre extremos que cuesta más encontrar entre las gentes moderadas pero seriamente discrepantes. Es la simpatía que suscita el enemigo cuando representa exactamente y hasta el más mínimo detalle la caricatura que creemos combatir. Es la simpatía que despierta Tardà en Madrid desde tiempos ha y que ya no debe andar muy lejos de despertar Rufían. Y es la simpatía más peligrosa de todas, porque es la que confirmando nuestros prejuicios nos impide liberarnos de ellos y mantener algo así como una conversación o una convivencia medianamente civilizada.
Decía Jordi Amat, entrevistado en NacióDigital, que el independentismo tendrá que encontrar a su «traidor» si quiere una salida pragmática. Yo aún diría más: el independentismo encontrará a su traidor, incluso a más de uno, incluso sin querer y sin lograr con ello ninguna salida pragmática. A eso dedica, de hecho, y hace ya tiempo, los más de sus días y de sus energías. Quizás incluso desde antes del 1-O.
Es entrañable con qué naturalidad ha calado la idea de que el candidato Valls va por libre y que en Ciudadanos están un poquito entre molestos y preocupados. El propio Valls va repitiendo que Ciudadanos le da un apoyo gratuito y que es de agradecer que le dejen ir tan pancho y a la suya. Se extiende la imagen de un Valls que no se deja controlar, que se rodea de gentes diversas, socialistas muchas, y que quiere recuperar el maragallismo sobre todo en lo de ser un verso suelto, que es lo fundamental. Parecería que Valls le esté haciendo una jugarreta a Ciudadanos, que son quienes lo fueron a rescatar de las sombras de la política parisina y apostaron por darle una segunda oportunidad en los temas del poder, y que pretenda aprovecharse de su generosidad para quedarse con sus votos sin importarle lo más mínimo traicionar después su discurso, sus ideas y su proyecto. Pero la jugarreta de Valls no es más que la jugada de Ciudadanos.+
Un miembro de la llamada Manada tendrá que declarar este domingo ante el juez para dar cuenta del presunto robo de unas gafas de sol y por embestir, también presuntamente, a dos vigilantes de seguridad cuando huía en coche. Es algo relativamente sorprendente. Desde que salieron en libertad, los chicos parecen haber recuperado con un desparpajo un tanto sorprendente lo que parecía ser su vida normal. Quienes con gran alboroto descubrieron que eso incluía salir de fiesta no parecen muy sorprendidos de descubrir que eso incluya robar gafas de sol y darse a la fuga. Tal capacidad de invertir lo común me reafirma en la idea de que estos tipos merecen una entrevista.
Hay por aquí muchos y buenos chistes escondidos y no seré yo quien los encuentre, pero al ponerse serio y al insistir sobre el origen africano de los jugadores franceses y/o de sus familias, Noah no consiguió más que demostrar hasta qué punto tiene la izquierda enormes dificultades para reivindicar la diversidad sin caer en el esencialismo.
En Cataluña Radio le preguntaron al Presidente Torra si se sentía carcelero de sus propios compañeros. Por aquello de que son presos políticos durmiendo al fin en cárceles catalanas. Dijo Torra que no se sentía tal cosa, que quien los ha encarcelado es la legislación española. Pero el carcelero no es el juez, sino quien administra los barrotes. Y quien administra los barrotes es su gobierno, es decir él, por aquello de que la administración de las cárceles está transferida a la Generalitat. Si a Torra se le pregunta sobre lo que siente y si Torra responde sobre lo que no siente es porque todo el mundo sabe que a estas alturas y ante semejante panorama no merece la pena discutir sobre lo que piensa hacer al respecto, que es nada. Porque si Torra cree que son presos políticos y tienen las llaves de su celda, o las usa para liberarlos o se convierte en cómplice.
No he venido a hablar de mi libro, pero. Hace ya un año le mandé al Presidente Rajoy un ejemplar de mi «Maquiavelo para el siglo XXI». Iba con una doble dedicatoria. Una a mano y otra impresa, justo en el lugar donde Maquiavelo había escrito el nombre de Lorenzo de Médici.
Como no habían sabido hacerlo mejor, se han sentido forzados a hacer lo que no querían hacer. Lo peor, es que tenían muy buenas razones para no querer hacerlo. Porque el problema de hacer un uso tan extendido de la violencia, incluso de la violencia legítima, es que en estas circunstancias la gente ya no se moviliza para luchar por lo que cree sino por lo que quiere.Y no me refiero a sus valores ni a sus instituciones, que también, sino a sus familias, amigos y amados. En estas circunstancias, la violencia no atemoriza sino que moviliza y demuestra hasta qué punto ninguna “trama de afectos” que constituye una nación o sociedad es superior a la trama de afectos que constituye una familia.
Pues claro que no hay que darles nada a los independentistas. Porque ni al independentista ni a nadie le contenta que le den lo que considera suyo. Y por eso todo lo que pretende ser una concesión se recibe como humillación. Por eso no se les puede contentar con una reforma Constitucional, ni con más competencias ni con un blindaje de cultura y educación ni con una mejora del sistema de financiación autonómica. Nada de eso es suficiente para los independentistas. Y uno de los grandes logros y de las grandes desgracias de este proceso es que esto ya es evidente para todo el mundo. Excepto para De Guindos, que ayer mismo se ofrecía a “hablar del sistema de financiación y otros asuntos si los planes para la independencia se retiran”.
En su artículo El teatro del terror, Noah Harari explica que los ataques terroristas tienen un impacto tan grande sobre nosotros porque nuestras pacíficas sociedades actúan como cajas de resonancia magnificando el impacto del terror. Es imposible que los terroristas logren sus objetivos, dice, pero sí pueden conseguir logros parciales si nos excedemos en la respuesta, renunciando a nuestros principios y haciendo que nuestras sociedades sean menos libres y plurales.
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