Habló Unamuno… y no contentó a ninguno
«La exposición que la Biblioteca Nacional dedica al intelectual da buena cuenta de sus vaivenes entre unos principios humanistas y un individualismo extraño»
«La exposición que la Biblioteca Nacional dedica al intelectual da buena cuenta de sus vaivenes entre unos principios humanistas y un individualismo extraño»
«Vivimos la época dorada de la falta de colaboración, habitamos el yomimeconmigo. Es el florecimiento del egoísmo»
La matemática y profesora diagnostica en el ensayo ‘El suicidio de Occidente’ las patologías de la educación
«Cómodamente se encolumnan detrás de toda la lista de ideas ‘buenistas’ mientras dicen estar disputando una lucha contra un enemigo que ya no existe»
«Esa quimérica libertad absoluta constituye una mera ilusión. El individuo no existe. Ni existe ni ha existido nunca. Milei será flor de un día»
«Ninguna civilización valiosa se ha levantado sobre el victimismo o el resentimiento. Es algo sobre lo que deberíamos meditar antes de votar»
«Sin las limitaciones de la religión, la tradición y la naturaleza, ha llegado el Superhombre que puede decidir todo: su sexo, su muerte y la vida de los otros»
«Quizá más que nunca, o quizá de manera más explícita que nunca, la ideología del político contemporáneo es el poder»
«Hace siglos que la idea del yo domina el mundo; ya es hora de tomar otro camino», dice Houellebecq, y acierta: puede que ese sea el mejor antídoto contra la depresión.
«A medida que las personas se vuelven más confiadas para hablar en redes sociales de forma anónima, se van perdiendo las viejas formas»
«Me pregunto si el éxito de aplicaciones como Deliveroo o Glovo no es sino el reflejo de esta nueva adicción a no mirarnos a los ojos»
Es quizás el suceso más curioso de nuestros tiempos que las sociedades más prósperas de la historia de la humanidad sean también las más insatisfechas. Tanta paz, tanta riqueza y comodidad, tanta cultura gratuita a la mano y tanta educación universal nos ha valido de tan poco… El reino dual de la ciencia y el mercado, imperante desde la posguerra, nos ha dado señalados adelantos materiales e intelectuales; arribos que, ante la dejadez de Europa y Norteamérica, parecen más bien desvíos. Si por dinero y epistemología pudiera tener significado la vida ya deberíamos haber llegado a la utopía, o al menos tenerla cerca. Pero mientras más andamos, más se nos aleja.
Las intenciones de esta vorágine entrepreneur son cristalinas: librar al sistema de toda culpa y crítica, producir más por igual o menor retribución, y consumir como si mañana no fuera a salir el sol. La rutina, como se dice en el anuncio de un todoterreno, puede ser maravillosa.
La política –liberal, conservadora o progresista – ha tenido siempre como uno de sus atributos más nobles la capacidad de abrir el horizonte de los ciudadanos, llevándolos de lo particular a lo común. Los partidos necesitaban dar con elementos compartidos y llegar a acuerdos para definir objetivos y estrategias compartidas. Fuera por convencimiento o necesidad electoral, los políticos se veían obligados a reflexionar y hablar del “bien común”.
¿Qué ocurriría si para nuestra propia supervivencia dependiéramos de otro? ¿Cómo sería este planeta si en vez del YO lo importante fuera lo COLECTIVO?
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