Junqueras

La CUP y la radicalización del procés

En las últimas semanas no han faltado hazañas protagonizadas por la última fuerza representada en el parlamento autonómico catalán, la CUP. Su mayor o menor recorrido mediático no es óbice, sin embargo, para que la fotografía conjunta de todas esas iniciativas permita al lector hacerse una idea bastante precisa de lo que persiguen los integrantes de la -¿formación?-.

Los hombres maravillosos

Los hombres maravillosos

Algunos filósofos e historiadores rodean de prodigios la cuna de la soberanía. Presentan a fundadores como Moisés, Licurgo, Numa, Mahoma o Carlomagno investidos de un poder extraordinario y bajo un ascendiente divino; todos ellos son genios inspirados y hombres portentosos; tal es la condición, nos dicen, para reconocer al verdadero conductor de pueblos, lo cual explica la dificultad en la que nos hallamos a la hora de reputar como tal a un Mas, a un Puigdemont o a un Junqueras.

El ridículo de Harvard

Conocida y repetida es la sentencia de Tarradellas: “En política se puede hacer de todo menos el ridículo”. No parecen los políticos independentistas actuales muy dados al recuerdo del presidente que reinstauró la Generalitat de Cataluña democrática en los años de la Transición. El ridículo es su modo de actuar. Ridículo Junqueras cuando, sin ruborizarse ni abrocharse la americana por imperativo físico, afirmó que podía parar la economía catalana unos días sin más y más chulo que un pisador ubérrimo de uvas. La cara de los eurodiputados debió de ser inenarrable. No entro ya en el hecho de que Junqueras afirmara en otra ocasión que el torturador Miquel Badia fue un demócrata ejemplar. Como siempre, tratándose de Junqueras, la historia es pura mitomanía falsaria. De meapilas mixtificador, vamos. De programa bien-pagá-y-Soler de TV3.

El procés no existe

El procés no existe

El procés independentista es una construcción lingüística, o mejor, propagandística. Es como la peor cara de la corrección política, la que pretende -y fracasa al intentarlo- cambiar la realidad interviniendo simbólicamente en ella. El procés ha construido simbólicamente la independencia de Cataluña porque sabe que no la conseguirá realmente. Por eso pide el referéndum. El referéndum es el eufemismo que oculta que la independencia es imposible. Es una panacea que ha sustituido incluso a la independencia, al mito de la república catalana. Nadie parece pensar que es plausible un Estado nuevo, y por lo tanto depositan sus esperanzas en el referéndum. Al menos, poder votar, poder ejercer ese acto de indignación simbólica, ese acto expresivo. Qué ocurrirá el día después, no se sabe. Quizá no se quiera saber, como quienes votaron el Brexit sin saber que realmente podía ir en serio.

Marca Cataluña

Marca Cataluña

No sé si los nacionalistas catalanes son conscientes de cómo están arruinando la ‘marca’ Cataluña. Tampoco sé si les importa. Ellos van a lo suyo, en el sentido más cerril de la expresión: como buenos nacionalistas. (Y con un enemigo principal, que no son “los españoles”, sino los catalanes que no son nacionalistas).

Scatland

Scatland

El líder nacionalista escocés Alex Salmond ha afirmado que una Escocia independiente será bienvenida con entusiasmo como nuevo miembro de la Unión Europea. ¿Por qué? Porque lo dice él.

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