«Entronizando lo políticamente correcto desde el Estado, se impide al joven que conquiste una ciudadanía adulta por sí mismo»
«Un buen día, el pueblo español se despertó europeo y, por un momento, dejó de creer en su propia excepcionalidad»
«El tan improvisado como apresurado comienzo de curso frente a la pandemia es una demostración de lo poco que importa la educación»
«Los jóvenes infringen, es su trabajo. Un joven obediente no es joven. Lo que supone algo novedoso es la ausencia de los padres»
La juventud es el espejo universal ante el cual la humanidad decide verse cuando quiere verse bonita
En la Vida de Gnaeus Robertulus Gravesa, ese ligerísimo divertimento en el que Robert Graves recrea su vida como la de un poeta romano, aparece un epigrama sobre un artista que descubre el éxito con una fórmula para pintar “conejos cómicos”. En esta vida es importante descubrir tu fórmula para pintar conejos cómicos. ¡Que me lo digan a mí, que me he hecho columnista a los cuarenta después de intentar que me tomasen en serio! A cierta edad, preferiblemente antes, conviene darse cuenta de que no se puede crear cada día de la nada y que, si miras bien en las carpetas del ordenador del curro, seguramente alguien ha hecho ese trabajo antes y se puede cortar y pegar.
Es cierto que el nivel de distracción es mayor ahora, o mejor dicho, las tentaciones están más al alcance de la mano. Pero también la información. Y en cualquier caso, eso no solo afecta a los jóvenes.
Un día iba de tiendas con mi madre. Yo tendría veintipocos, así que ella tenía más de cincuenta. Recuerdo como si fuera hoy que mirábamos unos primaverales vestidos en un escaparate cuando dijo: “A veces me veo reflejada en los escaparates de las tiendas y me pregunto… ¿Quién es esa mujer? Te lo juro. No me reconozco”.
Los discursos drásticos y apocalípticos suelen tener clientela. Bien lo saben los publicistas y los lazarillos de toda idea sesgada e interesada, partidista pero no partidaria. Por eso, quizá convenga huir de las frases absolutas, esas que se construyen sobre un tono solemne de púlpito: suelen ser, tan sólo por evidente razón de espacios, simples, y alarmistas, y se sostienen más en el prejuicio que en el argumento, y esconden un mensaje que, lejos de lo que en un principio pretenden decir, busca inculcar doctrina –el para qué es demasiado complejo, y entra en el terreno de la conjetura-. Esas frases se manifiestan en forma de clichés y de tópicos que todos tenemos más o menos asumidos pero sobre los que no indagamos el alcance de su significado. Como todo cliché cuyo absurdo no es revelado, claro. Entre mi generación, chavales de veinte a treinta y tantos, finales de los ochenta, principio de los noventa, cunde la idea de que vivirás peor que tus padres. Es una expresión que ha surgido en torno a los años de la crisis (2007-?), a causa del desencanto general de una sociedad, joven, sobrecualificada en algunos casos, que ha visto frustradas sus aspiraciones laborales: recortes, disminución de los salarios, precariedad, emigración.