Joni Mitchell: canciones y confesiones
La cantante repasa su vida y su relación con Bob Dylan, Leonard Cohen y David Crosby en el libro ‘Desde ambas caras’
La cantante repasa su vida y su relación con Bob Dylan, Leonard Cohen y David Crosby en el libro ‘Desde ambas caras’
«El ensayo del profesor David Hernández de la Fuente es un recorrido por los mitos que conforman el imaginario histórico de España»
«Recuerdo que Françoise Hardy fue la chica parisina de piernas inacabables que todos quisimos tener de novia. Y todos abarca tres generaciones de nosotros»
El director de ‘The New Yorker’ retrata con un estilo amable y divertido a 11 músicos de leyenda en su último libro
«En cuanto se produce un hueco en las artes o la política, alguien nuevo corre a ocuparlo, como los soldados acuden a las trincheras cuando cae un camarada»
El editor y crítico literario deslumbra con ‘Poemas de agua’ y el novelista forja su propia antología en ‘Doce lunas’
«¿No denota provincianismo, un complejo de inferioridad del aldeano hacia la metrópoli, esta obsesión por premiar a estrellas del cine norteamericano?»
La publicación de unas memorias, una novela y un documental recuerdan los años pasados en el Egeo por el cantautor
«En la música de David Crosby está la década gloriosa del folk-rock. Sin un ápice de nostalgia. Solo la alegría de escucharlo entonces y seguir haciéndolo ahora»
«De nuevo somos hombres antiguos, víctimas del capricho de los dioses, y la Antigüedad es lo más moderno que tenemos a mano»
Es la cuarta generación de una familia dedicada en cuerpo y alma al noble arte de construir guitarras
El trabajo cuenta con nueve canciones inéditas y llegará al mercado el próximo 22 de noviembre
El artista canadiense de origen judío no solo es objeto de estudio en cuanto a su creación musical y literaria. La búsqueda espiritual que llevo a cabo durante toda su vida y su visión sobre la feminidad despiertan el interés de los ensayistas.
Quizá el mayor logro que Leonard Cohen consiguió en su vida fue poner de acuerdo a la mayoría de los melómanos. Nadie ha sido capaz de negar nunca el enorme talento del canadiense, que pasará a la historia por su capacidad para despertar infinitas sensaciones con sus canciones. Con Suzanne nos transmitió la vibrante emoción de un romance que comparaba con la fe en lo divino. En Halellujah regalaba una letanía de nostalgia y serenidad. I’m your man jugaba con la sumisión y el coqueteo desde la perspectiva masculina. Light as the beeze destilaba erotismo por todas las letras. Y en Waiting for the miracle exhibió su lado más desesperado por conseguir el amor inalcanzable.
Cohen impregnó en toda su obra un halo de ternura y sentimiento, un lirismo único y en ocasiones inescrutable. Alguna vez incluso hacía gala de su irónico sentido del humor, como el que plasmó en su canción Don’t go home with your hard on (No vuelvas a casa con tu erección). Tenía una peculiaridad rara entre los cantantes de su época: siempre se alejó de la política y los focos. No porque fuera un romántico empedernido, que también, sino porque Cohen sabía a la perfección cuáles eran sus mejores armas para conquistar al público. O al menos a esa parte que quería conquistar.
El Nobel es el reconocimiento de una vida para la mayoría, pero cuando la nominación se convierte en una llamada repetida de octubre, el frenesí es opacado por la rutina del resignado
La muerte del cantante fue comunicada a través de las redes sociales el día 10 de noviembre, tres días después del fallecimiento. Sus familiares no informaron sobre las circunstancias de la muerte. A principios de esta semana su hijo, Adam Cohen, anunciaba en su página de Facebook que su padre había sido enterrado en Montreal en un funeral íntimo y discreto. “Solo con la familia más cercana y algunos amigos de toda la vida presentes, fue enterrado con un ataúd de pino sin adornos, al lado de su madre y su padre. Exactamente como pidió», escribía. En breve está previsto un funeral en Los Ángeles en memoria del canadiense.
A pesar de la cruzada fracasada que las sociedades contemporáneas emprendieron contra las drogas, su uso ha estado ligado a la naturaleza humana desde que el hombre es hombre. Ha sido un elemento necesario en los ritos religiosos, y aun hoy el vino constituye el elemento central de la eucaristía. También los festejos paganos y los pasos de iniciación han estado, de Norteamérica a África y del Cono Sur a Asia, presididos por brebajes, hierbas, cortezas y hongos destinados a inducir estados alterados de conciencia.
Se ha dicho alguna vez que si alguien controlase las canciones de un pueblo, no necesitaría leyes. Yo añadiría que un pueblo que no tiene sus canciones en sintonía con sus leyes, carece de leyes. No quiero decir, claro está, que carezca de códigos legales, sino que cuando las leyes no viven en la conducta espontánea de los ciudadanos, sólo son prosa jurídica.
Nunca ha habido mejor ‘situación de escucha’ de Leonard Cohen que la que creaba el Loco de la Colina en la radio. Jesús Quintero se hizo luego famoso en la tele, y ahora aparece en la prensa porque está arruinado. Pero a principios de los ochenta era el rey. Se conocía solo su voz. Su voz en la noche.
Mucha gente recuerda la primera vez que escuchó a Leonard Cohen.
Si las paredes hablaran, las del Chelsea Hotel relatarían algunos de los capítulos más salvajes, extraordinarios y legendarios de la enciclopedia cultural del siglo XX. Los libros de registros del hotel son un interminable paseo de la fama: Mark Twain, Marilyn Monroe, Tennessee Williams. Jonas Mekas, Warhol, Jackson Pollock, Los Ramones, Jonh Cale, Edith Piaf, Jimi Hendrix, Keith Richards, David Bowie… En el Chelsea escribían, componían, se drogaban, vivían y morían grandes leyendas de la literatura, la música, el cine y el arte, convirtiendo el edificio en una sinfonía compleja y estridente de biografías entremezcladas.
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