La globalización de la estupidez
«Presentar en una producción española los aspectos negativos de nuestro legado en América dado el sesgo histórico a favor de anglosajones supondría ignorancia»
«Presentar en una producción española los aspectos negativos de nuestro legado en América dado el sesgo histórico a favor de anglosajones supondría ignorancia»
Alguien entra y coloca sobre la mesa una moneda de dos euros, junto a otra de cincuenta céntimos. “Elige”, nos dice, “podéis llevaros una”. Hasta hace un par de décadas todo el mundo hubiera escogido la moneda previsible, pero ahora ese mismo mundo ha cambiado nítidamente, y hemos asistido a ese cambio de paradigma, de mentalidad, hemos visto el proceso aunque no hayamos sabido entenderlo.
«Como señala Hofstadter, esos “treinta latigazos” contribuyen más a la comprensión del problema de las mayorías y minorías territoriales, que toda su dialéctica acerca de la Teoría de la Constitución norteamericana»
Sabemos que la vida surgió del agua y que, una vez en tierra firme, los animales evolucionaron hasta los modernos mamíferos. Más tarde, algunos mamíferos reconquistaron el medio acuático. Sus descendientes todavía conviven con nosotros: delfines, manatíes, narvales, orcas y ballenas, entre otros.
La primera vez que Philip Hoare se encontró ante una ballena ocurrió siendo un niño, sin salir de la bañera, y aquella pintura cetácea, dibujada por el abuelo al que nunca conoció, gobierna una plaza privilegiada de sus recuerdos de infancia en Southampton, una ciudad sureña de Inglaterra bañada por el océano. La segunda vez que vio a una ballena sucedió en un parque acuático: “Cautiva, un animal de circo exhausto, completamente destruido”. No sintió fascinación; más bien un sentimiento de compasión y tristeza. Fue en la tercera ocasión de encontrarse con una ballena, finalmente una ballena libre, que quedó petrificado. Encontró una sola palabra para explicarse tanta belleza: “¡Joder!”.
Cuenta Herman Melville en Moby Dick que en la caza de las ballenas rige una ley breve y concisa, de apenas dos artículos, que el autor eleva a categoría metafísica. El código ballenero dice así:
Toine Heijmans debuta en la ficción, a sus cuarenta años, con una historia sobre la posibilidad de gobernar el propio destino.
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