Cambra de Barcelona: la decadencia de Cataluña
«El nacionalismo es un ascensor de la mediocridad. Nada bueno cabe esperar de la cultura del resentimiento»
«El nacionalismo es un ascensor de la mediocridad. Nada bueno cabe esperar de la cultura del resentimiento»
El director del gabinete jurídico de la Generalitat, Francesc Esteve, ha defendido que la organización del 1-O no comportó «ningún perjuicio» en el erario público al no existir ninguna partida presupuestaria, ya que las facturas relacionadas con el referéndum fueron todas rechazadas.
«Los que alimentaron el fantasma de la extrema derecha y jugaron a incendiar un país nos deben una disculpa a todos»
«España es un país tonto y adorable. Un país noble. Diga lo que se diga, persiste la culpa del franquismo»
Pedro Sánchez volverá a ser presidente del Gobierno de España
Nos jugamos sobre todo esto: la verdad o la mentira, el coraje o el miedo
«Debemos asumir que la universidad en Cataluña es hoy un cementerio de libertades»
Medio centenar de jóvenes han intentado impedir la entrada de la cabeza de lista del PP a la Universidad Autónoma de Barcelona
La nación mexicana no se liberó de la colonización española, sino que surgió de ella
Los restos mortales del histórico nacionalista vasco reposarán en Galdakao
Una de las cosas buenas de todos estos años ha sido el comprobar no sólo la legitimidad sino la altura moral de creernos un verdadero proyecto común.
Ya lo había dicho Torra en donde Alsina y han repetido estos días Turull, Torrent y tantos más. El pueblo está por encima de la ley. Es algo que escandalizó a los demócratas habituales y hasta al mismísimo Rey de España pero que no logró, hasta donde tengo noticia, escandalizar a los nacionalistas catalanes. Y debería y mucho, porque es de ellos y de su catalanidad de la que se están olvidando Torra, Torrent, Turull y todos los que han ido aceptando este discurso, profunda y evidentemente antidemocrático, ni más ni menos que en nombre de la radicalidad democrática.
La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, han firmado este martes un nuevo tratado para acercar a los dos países y hacer avanzar la Unión Europea, lo cual ha provocado el rechazo y la crítica entre los nacionalistas de los dos países, informa AFP. El presidente francés ha acusado a estos de propagar «mentiras» peligrosas sobre el tema y de ser «cómplices» de crímenes históricos. «Los que olvidan el valor de la reconciliación franco-alemana son cómplices de los crímenes del pasado, los que caricaturizan o propagan la mentira hieren a los pueblos que pretenden defender», ha dicho.
Advierto que, más que una columna, lo que sigue es una reflexión melancólica. Por mucho empeño que uno ponga en que su texto sea algo original y sugestivo, por más que uno tache y vuelva a empezar, hay veces que lo único que sale es el garabato triste de un problema irresoluble.
Los salvajes, de Sabri Louatah el thriller social y político del momento, con fuertes ecos en la Francia actual, un país que se enfrenta a un momento decisivo.
La república no existeix, idiota, pero el nacionalismo violento actúa con tal impunidad en Cataluña que parece que el Estado tampoco. Ataques a las sedes de los partidos de la oposición, intentos de asalto al Parlament, amenazas a jueces, ataques a agentes policiales, totalización del espacio público con simbología partidista y ocupación de infraestructuras, vulnerando el derecho a la movilidad e, incluso, provocando heridos, son acciones de radicales.
Huawei ha sancionado a dos empleados de su departamento de Relaciones Públicas tras descubrir que habían utilizado un iPhone para publicar el tweet con el que la empresa felicitaba el Año Nuevo desde su cuenta oficial de Twitter.
El año 2019 nos depara retos interesantes y decisivos y para poder estar preparados decidimos echar un vistazo adelante con la ayuda de 18 expertos en áreas que van desde la ciencia y la tecnología, hasta la cultura y los medios.
1. Los escaños andaluces de Vox han tenido consecuencias imprevistas en toda España. No han dejado a nadie indiferente. Este es su mayor triunfo. 2. Vox está obligando al resto de los partidos a resintonizar con sus electores y con las preocupaciones efectivas de la red social más importante de España: la de los bares. 3. Todo partido político tiene votantes que no comparten su programa electoral. Esto no constituye ningún problema, mientras lo sigan votando. 4. Vox se presenta como una revuelta (ya veremos con qué recorrido) contra la “moral fashion”. 5. No tengo claro en nombre de qué moral, exactamente, se revuelve, pero lo que tenga claro yo es irrelevante. Lo relevante es lo que crean los electores.
En las sociedades abiertas es difícil encontrar símbolos que nos unan a todos, por eso es mejor pecar por defecto que por exceso de ellos en el espacio público. Uno de los pruebas más fehacientes de que el nacionalismo suele tender hacia el totalitarismo es lo que ha pasado en Cataluña con el lazo amarillo.
Vox quiere escribir su apunte en la historia del fin del bipartidismo, y el gentío de Vistalegre más los apuntes de las encuestas le otorgan cierta esperanza de conseguirlo.
Fue una de las semanas más difíciles que recuerdo. Durante aquellos días no existía nada más que la impotencia de ver como los entonces gobernantes catalanes amenazaban con dirigirse al precipicio sellando sin remedio la fractura entre ciudadanos.
Pensar el uno del octubre de 2017 como momento central del catalanismo ilumina algunas de estas reflexiones escritas por el autor alemán.
Es poco frecuente que un país cambie de nombre, menos aún que lo haga para satisfacer la petición de un vecino, en este caso Grecia. ¿Por qué se les pide a los macedonios que acepten designar el Estado como la «República de Macedonia del Norte»?
El expresidente Carles Puigdemont ha dicho hoy en su primera comparecencia tras volver a Bruselas que su viaje «no acaba aquí» y que irá «hasta el último rincón de Europa»
Hace tiempo advertí en Rac1 de que el procés se convertiría en lo más parecido a la Feria de Abril o los Sanfermines de Pamplona. Que veríamos gente manifestándose en la calle, votos en las urnas y mucho ruído. Pero que este ruído difícilmente se distinguiría de otros eventos de efervescencia colectiva como el de las Fallas de Valencia.
Andrés Rábago (Madrid, 1947) es un hombre templado. Lo conocemos como El Roto, como OPS, y es uno de los sátiros que ha marcado la España moderna, la que nació en los últimos años del franquismo y ha evolucionado sin parar hasta el país que somos ahora. Rábago recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2017, tiene los rasgos marcados, el pelo cano, una mirada imponente y un nuevo libro, Contra muros y banderas (Reservoir Books), a propósito del procés en Cataluña. “He dibujado desde niño, desde los seis años o así”, cuenta. “Comencé dibujando chistes porque cayó en mis manos un libro de Xaudaró, que me había regalado mi tío, y me fascinó. Supongo que fue el inicio de una profesión de la que he disfrutado mucho durante mucho tiempo”.
Conversamos con Daniel Gascón, quien en ‘El golpe posmoderno’ contextualiza hechos y cuestiona partes fundamentales del relato imperante en torno al procés.
El psiquiatra mexicano Juan Ramón de la Fuente, exsecretario de Salud de su país y exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México -la mayor institución educativa de América Latina-, entiende las sociedades como organismos que se pueden someter a diagnóstico médico. Así, en su país encuentra «síntomas preocupantes, por ejemplo, el malestar generalizado» provocado por «la violencia, la corrupción, la impunidad…», cuenta a The Objective en Casa de América, donde ha presentado su último libro, La sociedad dolida. El malestar ciudadano, donde desgrana precisamente ese tema. Todos esos factores, considera De la Fuente, van «condicionando un dolor que el organismo exprese su malestar». Es en ese momento cuando hace el diagnóstico: «Desde esta perspectiva, uno puede ver a México como un organismo enfermo». Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina -se celebrarán el 1 de julio-, De la Fuente encuentra que » los cuatro candidatos que hay tienen promesas populistas».
El continente europeo experimenta de nuevo el movimiento telúrico de los nacionalismos y Juan Claudio de Ramón recuerda el libro Un puente sobre el Drina.
El presidente del Parlamento Europeo, el italiano Antonio Tajani, ha defendido la unidad de Europa frente al nacionalismo y contra «quienes quieren levantar fronteras», y ha asegurado que «defender su patria no es ser nacionalista».
Hace unos días se inauguró en Gerona la plaza 1 de octubre, hasta entonces plaza de la Constitución. La alcaldesa Marta Madrenas (PDeCAT) encabezó la fiesta y descubrió una placa conmemorativa con el siguiente texto: «Durante el referéndum del 1 de Octubre de 2017, la ciudadanía de Girona sufrió la brutal agresión de las fuerzas de seguridad españolas cuando ejercía de forma libre y pacífica su derecho de voto. Esta plaza quiere dejar testimonio de admiración, memoria y recuerdo del digno comportamiento del pueblo y de su coraje». Si existe una constante en el nacionalismo catalán es su capacidad de engrosar su colección de agravios; un acontecimiento tiene interés solo si es posible reinterpretarlo como un ultraje al pueblo, para posteriormente eslabonarlo a una tradición victimista: 1714, la Guerra Civil, la sentencia del Estatut, el 1-O, el 155 o el penalti en el último minuto. Esta tendencia no es anecdótica: responde a un modo muy concreto de entender la realidad y, por tanto, la política. Se trata de una arraigada cultura de la victimización.
El gobernante partido Fidesz, del polémico primer ministro, el conservador nacionalista, Viktor Orbán, ha logrado una victoria arrolladora en las elecciones generales de Hungría hoy, con el 48,9%, según el 95% de los votos escrutados.
Fíjense que pese a todo, soy favorable, como apunta David Rieff, a dosificar una buena cantidad de olvido para superar los traumas políticos del pasado. Pero aún sabiendo que el equilibrio entre justicia (memoria) y verdad (historia) es difícil de alcanzar, considero que solo un olvido compartido puede tener una cierta, y solo cierta, posibilidad de éxito. Aún estamos a tiempo de conseguirlo aunque, naturalmente, soy pesimista.
Desde hace siglos sabemos que aquellos que atentan contra la libertad, la democracia o la cultura lo suelen hacer en el nombre de estas, ya que cuando las palabras pierden su significado, los demagogos toman el poder. Así, el independentismo catalán logró, en su momento, disfrazar con ropajes democráticos lo que iba a ser un asalto a los derechos y las libertades de todos los catalanes. Y en eso siguen cuando nos pretenden vender su localismo iliberal con envoltorios cosmopolitas o humanistas.
El intento de subvertir el orden constitucional en Cataluña de hace unos meses se ha saldado, más allá de las responsabilidades penales que se han de determinar, con unas elecciones que vuelven a otorgar una mayoría parlamentaria al independentismo.
En el documental de La Pelota Vasca: la piel contra la piedra, de Julio Medem, hay una afirmación de Arnaldo Otegi que ilustra hasta qué punto el pensamiento reaccionario es consubstancial al nacionalismo. El exlíder de la izquierda abertzale reivindica que los vascos son los «últimos índigenas de Europa» y confiesa que el día que en su tierra «se coma en hamburgueserías», «se oiga música rock americana», «todo el mundo vista ropa americana» y «esté en vez de contemplando los montes funcionando con internet», será «un día tan aburrido que no merecerá la pena vivir».
A propósito de la gala de los premios Goya que se celebró el pasado sábado, un veterano y conocido locutor de informativos radiofónicos “lo ha petado en las redes”, lo “petó” ayer en las redes, con unas frases que pronunció durante el llamado “comentario editorial” –o sea un discurso que se pronuncia antes de dar paso a las noticias propiamente dichas-.