La humanización de la poesía
«Los libros ahora llegan con mayor fluidez a las gentes llanas, entre las cuales apenas queda ya analfabetismo»

«Los libros ahora llegan con mayor fluidez a las gentes llanas, entre las cuales apenas queda ya analfabetismo»
Los nuevos gobiernos en España son como estrenar un verano con Mundial. Precisamente aquello que decía Ortega “porque nuestro tiempo es tan fuerte como posibilidad…” Todo son planes y optimismos acalorados en las vísperas y rápidamente se ve uno en las mismas que en el torneo anterior, de nuevo en casa y teniendo que dar explicaciones. La alegría de estrenar gobierno dura lo que dura un Mundial.
Estamos acostumbradísimos a leer sobre “el exilio” republicano español de 1939, sin caer en la cuenta de que ese singular es verdaderamente impreciso, pues las experiencias que se albergan bajo esa triste etiqueta son tan numerosas como las personas que se vieron obligadas a sufrirlas.
¿Cómo le sabe la vida a quien ya sabe de qué va? La pregunta asume que la vida posee un sabor propio y distinto de las cosas particulares que se encuentra uno en ella. Y sugiere que, dada su esquiva y difusa naturaleza –vida como totalidad de la experiencia humana en perpetuo devenir-, no basta […]
El título, como es bueno, llama la atención: “Los altos directivos del IBEX-35 cobran de media 207 veces el sueldo mínimo de sus empleados”. Toca la fibra. Inicialmente alarma porque parece excesivo, incluso a mí, que no soy de esos a los que les parece mal que el personal gane dinero o sea rico, mientras sea honrado y decente.
«Alerta, alerta, alerta que camina / la lluita guerrillera per l’Amèrica Llatina.» «Arriba, abajo, que la Otan se vaya al carajo; abajo, arriba, que ni Otan ni bases ni Reagan.» «Y si Nicaragua ha vencido… ¡El Salvador vencerá!» Las manifestaciones de la izquierda extraparlamentaria en defensa de la revolución sandinista y contra la intervención estadounidense en Centroamérica partían de Universidad, seguían por Pelayo y Ramblas y rompían por Fernando hasta San Jaime. Luego del toma y daca con las fuerzas represivas, los 300 de siempre nos dispersábamos por el Gótico para reencontrarnos en la Real. Allí, a golpe de medianas, cancelábamos momentáneamente el malestar del mundo. La vida, proclamábamos, se divide entre la lucha y la marcha; así, las venas abiertas de América Latina coexistían sin tapujos con los tiradores espumosos del bar Glaciar. Lo que yo he bebido por el sandinismo, vive Dios, no lo ha bebido nadie.