«Llega una edad en que te ves incapaz de decidir cuál es tu estación favorita: una voz queda te recuerda, en alguna parte, que de todas te restan demasiado pocas»
«Mientras me quejo del calor, es mi mujer la que pronuncia la sentencia: ‘Ya no habrá más otoños'»
Me preguntaba, siendo adolescente, si con el paso del tiempo mi afición al otoño se disiparía. Ignoro el motivo, pero el otoño es mi estación preferida. Las gotas de lluvia en las ventanas, la hojarasca tapizando las calles, menos abarrotadas, el humo del café o el cigarrillo entre las manos frías, y esas mismas ventanas donde se estrella la lluvia encendidas en mitad de la noche igual que lámparas chinas, tan ambarinas, como en los cuentos de Dickens. Los árboles transformados en antorchas y las primeras nieves sobre Granada. Las nubes, las preciosas nubes. Atravesar una calle sin gente aspirando la humedad o mirar embobado una lluvia o fumar mientras se lee con una estufa cerca de las piernas son actos que me devuelven al paraíso.
Va perdonando la vida Pablo. Es el fin de la Historia pasado por Vallecas y Somosaguas. Lo suyo va de dinamitar el sistema desde dentro, hacia el final de la escapada o hacia un edén de sonrisas. Quien no sonríe se va al gulag, donde hace frío y los lobos/trolls te despellejan por traidor al militante de base que no era militante; quizá era un círculo, una marea, un perro, una ‘quechua’, una flauta.
El otoño político comenzará con una comparecencia anecdótica en el Congreso. Mariano Rajoy volverá a dejar de explicar ante el pleno lo que tantas veces ha dejado de explicar. Nada de lo que el presidente diga ya sobre la Gürtel va a cambiar el destino de este país y sin embargo hay algo relacionado con esta cita que ha provocado alarma en el PP. Si Rajoy está obligado a comparecer para someterse a una ceremonia de escarnio es porque el PNV ha votado junto al PSOE, Unidos Podemos, el PdeCat y ERC a favor de que lo hiciera.
Incluso en verano, nada es lo que parece. Los resultados del último barómetro del CIS, que estrechan la diferencia en intención de voto entre los principales partidos, tienen –sospecho– algo de espejismo. Sin embargo, los espejismos, las palabras, los símbolos y las imágenes resultan en ocasiones más incisivos que los hechos o que la realidad misma.
Recuerdo que, al comenzar el curso, en el Colegio los escolares de San Sebastián nos veíamos obligados a componer la ritual redacción sobre la galerna. Así llamábamos a los temporales, borrascas o ciclogénesis, que de todas esas formas se conocen.