Bajo la atenta mirada del presidente Bashar Al Assad -al menos a través de un retrato suyo colgado en la pared- Milad Atieh, embajador de Siria en España responde a nuestras preguntas sobre los más de 10 millones de sirios que se han visto obligados a abandonar sus hogares…
El Ministerio de Defensa de Rusia ha informado este jueves de que ha enviado a más de 150 expertos en desactivación de explosivos a Siria para colaborar en el desminado de la ciudad de Palmira. En total, Rusia ha enviado a Palmira un contingente compuesto por más de 150 zapadores, 17 unidades de equipos especiales y un equipo de perros detectores de explosivos, según ha recogido la agencia rusa de noticias Sputnyk.
Cuenta la leyenda que el día del Juicio Final Jesús descenderá del Cielo y desde lo más alto de uno de los minaretes de la Gran Mezquita de los Omeyas de Damasco proclamará el advenimiento del Reino de los Cielos y el fin del mundo tal y como lo conocemos. Puede que para muchos sirios el fin del mundo comenzara hace ya seis años, un 15 de marzo de 2011, cuando el conflicto estalló en el país. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (Osdh) ha asegurado que desde entonces 321.358 personas han muerto y 145.000 están desaparecidas. De todas ellas, más de 96.000 eran civiles.
El ejército ruso ha publicado un vídeo en el que muestra cómo avanza la destrucción de la histórica ciudad de Palmira, en Siria, a manos del autoproclamado Estado Islámico. Las imágenes son desesperanzadoras y revelan que el grupo terrorista seguirá con su plan de acabar con el patrimonio cultural de la región. Mientras tanto, y según comunica el Ministerio de Defensa ruso, las fuerzas de Al Assad siguen ganando terreno en su avance hacia Palmira.
Las imágenes aéreas del vídeo, publicado en YouTube, muestran la playa de la ciudad costera de Tartus llena de gente, disfrutando del mar Mediterráneo, bañándose o conduciendo motos de agua. La campaña, ideada por el ministerio de Turismo de Siria, promociona el país como un destino vacacional. Tartus está situada a 160 kilómetros al noroeste de la capital, Damasco, y a 30 km al norte de la frontera con el Líbano. Tiene el segundo mayor puerto del país y los sirios la consideran como un destino balneario. Esta ciudad costera había permanecido relativamente al margen de la guerra que ha sumido a Siria en el caos desde 2011, pero el pasado 23 de mayo 48 personas murieron en tres explosiones terroristas en Tartus (imagen que encabeza el texto), donde un coche bomba estalló a la entrada de una estación de autobuses y, acto seguido, dos suicidas detonaron los artefactos que llevaban adosados a sus cuerpos en su interior. El mismo día en Jableh, cerca de la base rusa de Jmeimin, murieron otras 53 personas en explosiones alrededor de un hospital.
Es conocida la riqueza arquitectónica de Siria pero los estragos de la guerra han destrozado gran parte de su patrimonio, como la ciudad antigua de Palmira, dominada por Estado Islámico hasta la pasada primavera.
Jim Yong Kim apunta que debido a la caída de los precios del petróleo los principales países de la región, cuyas economías dependen del precio del crudo, se enfrentan a déficits fiscales que impedirían desembolsar dinero para la reconstrucción de Siria. Uno de los ejemplos más mediáticos que muestran la devastación de cinco años de guerra es la ciudad milenaria de Palmira, reconquistada por las fuerzas sirias hace tres semanas tras diez meses de ocupación del Estado Islámico. Los yihadistas arrasaron con joyas como el Arco del Triunfo y los templos de Bel.
Apoyadas por los bombardeos rusos, las fuerzas progubernamentales sirias retomaron el control de Palmira, que supone un punto de inflexión en la lucha contra el Estado Islámico. Tras la conquista, toca valorar los daños. Los yihadistas han dinamitado construcciones que han permanecido en pie durante 1.800 años. En un día, con explosivos y excavadoras arrasaron con monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad de incalculable valor. El historiador Maurice Sartre ha asegurado a Reuters que gran parte del patrimonio está «perdido» y ha especificado que el daño «más visible» es la destrucción de los templos de Bel y de Baal Shamin o del arco del triunfo.
El ser humano, viva donde viva, por naturaleza intenta mantener la dignidad. La naturaleza hace lo mismo. A pesar de la situación de caos político, social y económico que experimentan algunos países, existen paraísos en esos territorios que nos recuerdan que la belleza, aunque fugaz, siempre intentará conquistar y mantenerse erguida. En este Investigations buscamos los oasis dentro de las naciones más peligrosas del mundo.