Aunque las encuestas previas a las votaciones otorgaban una ligera ventaja a Clinton, desde el principio de la jornada electoral los votos apuntaban a lo contrario. Alrededor de las tres de la madrugada (hora española), Trump ya aventajaba a su rival por 24 votos electorales tras haber ganado en estados como Indiana, Kentucky y West Virginia. Aunque la lucha estuvo ajustada en varios lugares, los estados de Wisconsin y Michigan fueron decisivos para la victoria del magnate. Hacia las seis de la mañana, en la sede del partido republicano ya se celebraba la victoria, y media hora más tarde el partido también lo celebraba en la Cámara de Representantes, a pesar de que los resultados definitivos no habían sido aún publicados.
Tras ser oficial su victoria, Donald Trump ofreció un discurso conciliador que rompió con la imagen mostrada durante la campaña electoral, durante la que sus comentarios sobre temas como la inmigración o las mujeres generaron una gran polémica. Por su parte, Hillary Clinton decidió no hacer declaraciones tras conocer los resultados. Fue John Podesta, su jefe de campaña, quien se dirigió a los asistentes de la arruinada fiesta demócrata en la sede de su partido.
A pesar de haber insistido durante la campaña en que no aceptaría los resultados de las elecciones por creer que se estaba cometiendo un fraude, Trump no cumplió con su palabra. Sin embargo, los seguidores de Clinton sí pidieron un recuento de los votos por considerar que ocurrieron una serie de irregularidades. Ha sido Jill Stein quien ha liderado los esfuerzos para conseguir frenar la presidencia de Trump, pidiendo un nuevo recuento de los votos en Michigan, Wisconsin y Pensilvania. El presidente electo sigue insistiendo en que el fraude se cometió contra él.