Podría ser el argumento de una novela de Milan Kundera ambientada en una democracia posmoderna: un cómico interpreta un sketch en un programa satírico de televisión.
Me gustó ver a Shimon Peres tan sonriente en el Trono de Hierro, porque no todos los políticos tienen una relación tan sana como él con la ficción. Unos, porque la prefieren a una realidad que nunca está a la altura de sus aspiraciones. Otros, porque no pueden soportar que no se ajuste a los estrechos márgenes de sus prejuicios ideológicos. Como suele pasar, no hay nada que una más a estos políticos que su afán censor, aunque los primeros prefieran prohibir la verdad y los segundos la ficción.