
Pueblo se declina en plural
Quizá no sea el mejor momento para plantearse estas cuestiones, pero el primer día del año nos incita a mirar, con esperanza o desánimo, hacia el futuro.
Quizá no sea el mejor momento para plantearse estas cuestiones, pero el primer día del año nos incita a mirar, con esperanza o desánimo, hacia el futuro.
El cambio climático es uno de los grandes peligros de este siglo y supone una auténtica amenaza para nuestro entorno y la Humanidad. No obstante, parece que va a haber algunos beneficiados con esta tragedia medioambiental.
Uno de los mantras de la crisis catalana es el diálogo, a pesar de que siempre son necesarias cesiones y una base de acuerdo para ello. El independentismo suele apelar al diálogo, pero es experto en vaciar conceptos: después de afirmar que acataría el resultado del referéndum, Puigdemont acusó al gobierno central de no querer dialogar.
La localidad española de Júzcar, en la región de Andalucía, deja este martes de ser el primer «Pueblo Pitufo» del mundo al perder la autorización que le permitía usar tal denominación desde 2011 con motivo de la presentación entonces de una película de Sony Pictures sobre esas criaturas animadas de color azul. La situación llega después de que International Merchandising Promotion & Services (IMPS), empresa que comercializa los derechos de Los Pitufos, reclamara al municipio el 12 % de los ingresos por productos oficiales y servicios que se comercializan bajo esta marca en el pueblo.
La relación de Trump con la prensa es un misterio insondable. Trump es un showman y siempre ha sabido beneficiarse de los automatismos de los medios de comunicación para que éstos sirvan a sus intereses; ha hecho para él lo que las agencias de medios ofrecen a sus clientes. Tras décadas de perfeccionar su técnica, el hombre se presenta a las elecciones presidenciales: lanza sus mensajes para que la prensa los muerda con sus fauces, y en lugar de destruirle, los medios le han acabado encumbrando como presidente de los Estados Unidos.
«Como en otras partes de Europa, en un contexto general de crisis del liberalismo, el concepto de pueblo se iba convirtiendo en coartada de un nuevo autoritarismo que gobernaba en su nombre». Resulta difícil no advertir en esta apreciación de Juan Francisco Fuentes (Diccionario político y social del siglo XX español) una alta dosis de actualidad, bien que el autor habla de los años 20.
Pensé que le estaba plagiando el discurso de investidura a Colau y los podemitas. Por lo de no ser un traspaso de poderes como cualquier otro sino uno que marca un antes y un después. Por lo de estar devolviendo el poder al pueblo y el pueblo al poder. Por lo de que nunca más gente olvidada por su gobierno, nunca más un gobierno sin su gente. Por aquello de las élites que se servían a sí mismas y lo de un gobierno que está, por fin, para servir a su pueblo. Por todo este manual de populismo para dummies, en fin, y valga la redundancia.
En unas horas de música, las orquestas de la verbenas hacen bailar a todas las generaciones de un pueblo que se echa a la plaza año tras año, unidos por la música, la comida, la bebida, la fiesta. Para muchos las verbenas de los pueblos resultan anacrónicas, cañí, otra extravaganza más de la España de la pandereta, y seguramente tengan algo de razón. Pero debe haber algo atávico en todo esto que nos lleva a volver cada verano a bailar el Sarandonga al aire libre, en las calles y plazas y entre los vecinos que nos vieron nacer y crecer, y disfrutar y reír rodeado de los nuestros. En verano, España es un pueblo en fiesta.
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