«Celebrar un acto como aquel, mientras se pide corresponsabilidad a una ciudadanía instalada en el ensombrecimiento de su horizonte vital, fue una irresponsabilidad cívica. Exhibirlo una forma impúdica de insolidaridad»
«El rey Juan Carlos, con sus corrupciones, se ejercitaba en el refrán “debajo de mi manto, al rey mato”»
«En los países libres hasta las ruedas de prensa del gobierno son más cortas, porque como nos enseñan los 10 mandamientos, que son solo 10, es más corto anunciar lo que está prohibido que lo que está permitido, precisamente porque la mayoría de las cosas están permitidas y sólo unas pocas, prohibidas»
«Cuando estoy solo en mi despacho sabiendo que mi mujer está por casa, soy capaz de disfrutar de mí mismo. Pero cuando estoy solo, sin ella, no puedo leer, ni escribir, ni hacer la o con un canuto»
«En nuestra cultura hemos inventado el riesgo sin consecuencias y no queremos salirnos de él. Es más: no damos crédito si la realidad se impone y por tanto nos descalabramos enteros.»
A mí, que soy hombre de consenso, me gustaría zanjar esta polémica diciendo que yo también estoy en contra de los malos deberes y a favor de los buenos. Pero mucho me temo que la polémica que nos ocupa no tiene tanto que ver con los deberes como con el pánico que todo buen demócrata siente ante la desigualdad, a la que no sabe concebir como nada más que como injusto privilegio. Y qué duda cabe que los deberes la evidencian de forma inevitable, si no es que incluso la causan ellos mismos.
¿Qué quieres ser de mayor? ¿Cuántas veces nos han hecho esta pregunta? Con el tiempo nos dimos cuenta que no era todo tan sencillo como decirlo.