El atentado en el que murieron 12 personas después de que un hombre irrumpiera con un camión en un céntrico mercadillo navideño de Berlín ha marcado un punto de inflexión en este año electoral de Alemania. Poco importa que el terrorista fuese abatido días después en Milán, y más sabiéndose que la policía alemana tenía vigilado a Anis Amri desde febrero de 2016 por su peligrosidad. Aumenta la presión sobre Merkel y los líderes populistas europeos la responsabilizan del ataque. Pese a las derrotas electorales, Merkel ha sobrevivido a año y medio de crisis migratoria con una doble estrategia: defender la entrada de miles de refugiados que huían de países en guerra o con dificultades económicas, y endurecer las condiciones en la concesión de asilo e incrementar las devoluciones. Pese al duro escenario según una encuesta de la revista Stern y la cadena privada de televisión RTL, la canciller no ha sufrido daños políticos tras el atentado. El 38% del electorado apoyaría al partido de la canciller, su mejor dato en todo 2016 y los populistas de AfD obtendrían el 12% de los votos, si las elecciones nacionales tuvieran lugar ahora. Veremos si este apoyo que refuerza la figura de Merkel se mantiene hasta los comicios del 12 de septiembre, los más complicados desde la reunificación de 1990.