Focas y ballenas del Ártico modifican su dieta por el cambio climático
Los cambios conductuales podrían determinar la capacidad de supervivencia de las especies, según un estudio
Las focas y las ballenas del Ártico se están viendo obligadas a modificar sus hábitos alimentarios debido al calentamiento global. Estos cambios podrían determinar su capacidad de supervivencia, según un reciente estudio.
La foca ocelada y la beluga o ballena blanca cazan en zonas cubiertas por el hielo marino y más concretamente en el frente glaciar, la zona en la que los glaciares limitan con el océano. Con el cambio climático [contexto id=»381816″] , los investigadores han querido saber cómo se adaptan los animales a la transformación de su hábitat natural, analizando datos en un intervalo de 20 años.
«El Ártico es el barómetro del cambio climático«, según este estudio publicado en la revista Royal Society Biology Letters. Los investigadores han partido del principio de que la adaptación de los comportamientos –y en particular los hábitos alimentarios– sería «probablemente la primera respuesta observable en los ecosistemas», ya que «la velocidad de los cambios hace que la adaptación genética sea imposible«.
Para analizar esta variable, observaron datos proporcionados por dispositivos fijados a las ballenas y las focas en dos periodos diferentes. Para las focas, compararon los datos de 28 individuos controlados entre 1996 y 2003, y entre 2010 y 2016. Para las ballenas blancas, examinaron datos recabados en 18 ejemplares entre 1995 y 2001 y de 16 individuos entre 2013 y 2016.
Los datos han mostrado que, hace 20 años, las dos especies pasaban la mitad de su tiempo buscando alimento en los frentes glaciares y su dieta estaba dominada por el bacalao polar. Pero ahora, las focas oceladas pasan «una parte significativamente más importante de su tiempo cerca de los frentes glaciares», mientras que las belugas se trasladan a cazar a otros lugares.
El estudio señala que las belugas «tienen un territorio más importante y pasan menos tiempo cerca de los glaciares y más en el centro de los fiordos». Los investigadores presumen que estos cetáceos modificaron su dieta aprovechando la llegada de nuevas especies de peces, que avanzan más al norte debido al calentamiento de los océanos.
Los investigadores –del Instituto Polar Noruego y de la Universidad de Tromso– consideran que la respuesta «flexible» que parecen adoptar las ballenas a la transformación de su hábitat «mejora sus posibilidades de adaptarse al cambio climático».
Por el contrario, «los frentes glaciares parecen servir de refugio a las focas oceladas», que se mantienen fieles a su dieta y por tanto, están obligadas a pasar más tiempo buscando comida. Esto refleja una adaptabilidad y una resistencia limitadas«.
«Las especies y subpoblaciones que no son capaces de hacer estos cambios están destinadas a reducirse«, advierte el estudio. Probablemente se trate de una mala noticia para esta especie, ya que la temperatura global ya ha subido un grado centígrado respecto a la era preindustrial y sigue aumentando.