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Así funciona la Ley de Matrimonios Reales en Reino Unido

La Ley de Matrimonios Reales de 1772 en Reino Unido establece las condiciones que deben cumplir los miembros de la Familia Real Británica para contraer matrimonio.

Así funciona la Ley de Matrimonios Reales en Reino Unido

Reuters

La Ley de Matrimonios Reales de 1772 en Reino Unido establece las condiciones que deben cumplir los miembros de la Familia Real Británica para contraer matrimonio. El fin de esta normativa es “prevenir matrimonios que puedan disminuir el estatus de la Casa Real”, según destaca el propio texto. Todavía la palabra de la reina pesa mucho sobre sus allegados y existen ciertos requisitos y limitaciones que para aquellos que pretendan entrar a formar parte de la Corona.

En 2015, la Ley de Matrimonio Reales fue en parte derogada como resultado del Acuerdo de Perth de 2011 y sus disposiciones fueron reemplazadas por restricciones más limitadas que se aplican sólo a las primeras seis personas en la línea de sucesión de la reina Isabel II. Entre estas personas se encuentra el príncipe Harry, de 33 años, quien recientemente anunció su matrimonio con la actriz norteamericana Meghan Markle, de 36.

De acuerdo al texto legal, Harry ha tenido que contar con el consentimiento de Isabell II para esta unión. La primera disposición de la normativa establece que cuando se casa una de las seis personas siguientes en la línea de sucesión a la reina, esta debe obtener el consentimiento de Su Majestad. “Cada matrimonio de tal descendiente, sin dicho consentimiento, será nulo e inválido”, destaca el documento.

Harry y Meghan han superado esta barrera. De hecho, un portavoz del Palacio de Buckingham ha dicho que la reina y el duque de Edimburgo están «encantados» con la noticia del compromiso. «Están encantados con la pareja y les desean toda la felicidad», ha expresado el representante.

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El primer evento público al que la pareja asistió como novios de manera formal fue los juegos Invictus de septiembre en Canadá. | Foto: Mark Blinch / Reuters

Otra disposición a ser destacada en la normativa legal es que los descendientes de Jorge II de Gran Bretaña y Hannover, con más de 25 años de edad que persista en casarse con alguien que no haya sido aprobado por la reina (no es el caso de la novia de Harry), podrá concretar dicho matrimonio después de un preaviso de 12 meses al Consejo Privado, sin el previo consentimiento de “Su Majestad; y será válido; salvo que ambas Cámaras del Parlamento declaren su desaprobación”.

El matrimonio entre Harry y Megan, una actriz, feminista, divorciada y de descendencia afroamericana, pone sobre el tapete lo que el establishment británico vetó por mucho tiempo de la imaginación colectiva: que una persona de la realeza pudiese enamorarse y casarse con alguien cuya herencia étnica fuese diferente a la suya.

La futura miembro de la Casa Real siente orgullo sobre su origen racial. Ha expresado que ha llegado a «abrazar» su identidad como la hija de un padre blanco y una madre negra. A pesar de estas barreras que el hijo menor de la Princesa Diana de Gales está superando, el tratamiento real todavía se enmarca en formas del pasado.

Títulos y tratamiento en Buckingham

En un entrevista para People, el experto en realeza Imogen Lloyd Webber explicó que cuando Meghan se case con Harry, no será nombrada princesa. “No te puedes convertir en un miembro de la realeza solo por casarte”, señaló. La razón es sencilla: no tiene linaje real o por lo menos, hasta ahora, no ha sido comprobado que lo tenga.

Por lo tanto, en cuanto Meghan y el príncipe Harry contraigan matrimonio, la actriz será llamada “su Alteza Real la Princesa Henry de Gales” o podría tener otro título dependiendo del rango de nobleza del príncipe en su matrimonio. Se puede destacar que aunque a Diana le decían princesa, en realidad nunca tuvo el título oficial, según el blog Royal Central.

También cuando el príncipe William se casó con Kate Middleton (2011), se le dio el título hereditario de duque de Cambridge, lo que convirtió a Kate en duquesa y no en princesa.

Por lo tanto, se cree que el Príncipe Harry recibirá posiblemente el título de “Duque de Sussex“. La historiadora de asuntos reales Marlene Koenig ha dicho en el mismo blog que, entonces, Meghan se convertiría probablemente en “duquesa de Sussex”. Es uno de los pocos papeles que están vacantes dentro de la nobleza.

Otros posibles ducados para Harry y Meghan podrían ser el de Clarence o de Hampshire. El título no se anunciará hasta el día de la boda y la decisión quedará a discreción de la reina.

Más permisos de la reina

El Palacio de Kensington ha informado que la Familia Real va a pagar el matrimonio que se espera cueste menos que el del duque y la duquesa de Cambridge, el cual fue estimado en 20 millones de libras esterlinas.

El Príncipe Harry y Meghan Markle han anunciado que su boda se llevará a cabo en la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor en mayo de 2018. Windsor es muy especial para Harry y Meghan, quienes regularmente han pasado tiempo allí durante el último año y medio, según medios locales. A ambos, la reina les otorgó el permiso para el uso de la Capilla de San Jorge que ha sido sede de otras bodas reales como la del príncipe Carlos y de de Camila Parker-Bowls en 2005.

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Isabel II les otorgó a Harry y a Meghan el permiso para el uso de la Capilla de San Jorge que ha sido sede de otras bodas reales como la del príncipe Carlos y de de Camila Parker-Bowls en 2005. | Foto: Chris Young / Reuters

El matrimonio del Príncipe Harry con Meghan seguramente será una boda pública pero el día no será declarado feriado bancario, han informado fuentes del Palacio.

Otras historias reales

La historia de Meghan no solo ha sido temática para películas o cuentos de hadas. Han habido otros casos, con distintos guiones, en los que estadounidense se han enamorado y casado con hombres de la realeza. Tal fue el caso de Wallis Simpson, duquesa de Windsor, quien después de haberse divorciado dos veces, se casó en terceras nupcias con el príncipe Eduardo, duque de Windsor, quien antes de su matrimonio había sido Eduardo VIII rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y emperador de la India. Eduardo abdicó a favor de su hermano Jorge VI, el padre de la reina Isabel II, y se casó con Simpson después de convertirse en el Duque de Windsor.

Otro caso fue el de la actriz Grace Kelly quien se convirtió en Princesa consorte de Mónaco por su matrimonio con el príncipe Raniero III. También Noor Al-Hussein, nacida en Washington, se casó con el ya fallecido rey Husein de Jordania. Actualmente ostenta el título de Su Majestad La Reina Noor de Jordania, que no es el mismo que tiene Rania, Su Majestad La Reina de Jordania. La historia de Ariana Austin es una de las más curiosas. La chica norteamericana conoció a Joel Makonnen sin saber que se trataba del Príncipe Yoel, bisnieto de Haile Selassie, el último emperador de Etiopía. Ambos se casaron en septiembre de este año, 12 años después de haberse conocido.

No solo han sido mujeres las que se han enamorado de “príncipes azules”, el empresario estadounidense Christopher O’Neill es el cónyuge de la princesa Magdalena de Suecia desde 2013. Sin embargo, técnicamente no es un príncipe, ya que ha conservado su ciudadanía estadounidense en lugar de volverse sueco y unirse a la corte presidida por el padre de Madeleine Carl XVI Gustaf.

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