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Colombia a pie de calle: «Uribe, paraco, el pueblo está berraco»

«Nos defendemos con piedras y ellos con fusiles. Nos defendemos con cacerolas y ellos nos tiran explosivos y gases»

Colombia a pie de calle: «Uribe, paraco, el pueblo está berraco»

Luisa González | Reuters

«Uribe, paraco, el pueblo está berraco» es la banda sonora del pueblo colombiano en las calles desde el pasado 28 de abril. Digo en las calles porque lo cierto es que, de forma menos ostensible, lo lleva siendo durante años en sus mentes, como un eco interno que, por fin, ha estallado a lo largo y ancho del país.

¿La causa? El cansancio. El miedo. La indignación. La esperanza. Todo ello acumulado, llenando el vaso desde hace tiempo. Y, aunque la razón directa fuese una fallida reforma fiscal para levantar la economía que terminó beneficiando a nadie, los cimientos de la misma descansan enterrados mucho más profundo, reverberando en banderas del revés, caceroladas y cánticos de protesta.

Carlos, quien prefiere omitir su nombre completo por precaución frente a las amenazas ya recibidas, vive en Pereira, una pequeña región famosa por su producción de café arábica. Él es un activista colombiano y sale a la calle todos los días desde el comienzo de las protestas, se sitúa en primera línea. Cuando lo hace, no sabe si va a volver. Tiene miedo. Pero sus principios, sus emociones, le sirven de escudo para seguir haciéndolo. Asegura a The Objective que «no queremos irnos, no tenemos por qué irnos del país si es nuestro y está lleno de gente increíble, lugares hermosos, no tenemos por qué dejar esta tierra que tanto nos ha brindado».

Así, Carlos es una más de las voces de la ‘revuelta’, pero quiere lo que todos sus vecinos gritan desde las ventanas y desde las calles: «vivir en paz, sin miedos y con un gobierno menos corrupto, sin la sombra de Álvaro Uribe Vélez y toda la sangre que se ha derramado».

‘La sombra’ per se, ya no gobierna Colombia, pero sí lo hace el partido al que perteneció, el Centro Democrático, que la ciudadanía protestante acusa de estar todavía bajo su influjo.

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Imagen: Vannessa Jiménez | AFP

En este sentido, es Iván Duque quien se sitúa a la cabeza del país latinoamericano y él mismo fue quien impulsó la propuesta tributaria que pretendía el cobro del IVA del 19% a los servicios públicos. Sin embargo, una vez eliminado el proyecto como consecuencia de las protestas, estas no han cesado y el Paro Nacional continúa. ¿Por qué? Porque ese no era el verdadero problema.

Uno entiende que algo no funciona cuando todos los testimonios que obtiene respecto al mismo se suceden entre lágrimas. Y así es como lo cuenta John Alejandro López, un joven colombiano que, pese a tener solo 20 años, es activista político. Comenta a este medio, así a trompicones por la abrumadora situación, que esto es más complejo, que «el paramilitarismo ha tomado las calles» y que «nos están matando y nadie dice nada».

Las protestas en cifras

La ONG Temblores e Indepaz han lanzado un comunicado conjunto que, a fecha de 9 de mayo, recogía un balance de 47 muertos desde el comienzo del paro nacional el pasado 28 de abril, de los cuales 39 se asocian a agresiones policiales. En total, sumarían 1.876 casos de violencia en todo el país, entre los que se cuentan 278 heridos, 12 violaciones y 111 usos de armas de fuego (entre otros).

Las organizaciones han afirmado, asimismo, que estos homicidios han sido cometidos «en medio de una decisión de gobierno nacional y de los mandos de la Fuerza Pública de promover un uso desproporcionado de la fuerza y tolerar el uso de las armas de fuego como método de terror contra la protesta social».

Más allá de las palabras, López señala, con la pena hecha como un traje a medida, confeccionado por la experiencia directa, que «nos defendemos con piedras y ellos con fusiles. Nos defendemos con cacerolas y ellos nos tiran explosivos y gases». 

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Imagen: Lenin Nolly | EFE

Aunque también lo hayan incluido entre sus declaraciones las organizaciones anteriores, solo hace falta dar un paseo por internet para comprobar los cientos de vídeos en los que la policía arremete contra manifestaciones pacíficas, disparando para amedrentar y llegando a la violencia física contra algunos de los disidentes.

A este respecto, varios ciudadanos que han participado en ellas, entre los que se encuentra el mencionado Carlos, han asegurado a este diario, en referencia al ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisburbios), que «nos atacan en las noches donde no podemos ver fácilmente».

Así, el Gobierno de Iván Duque está siendo llevado a ‘juicio’ por los colombianos, no solo por la permisividad de los sucesos, sino que a todo esto se suman los años de profunda corrupción que parecen perpetrarse con él mismo y que constituyen el principal problema interno de la política.

La sociedad castiga al presidente, gritándolo con carteles levantados en las calles de todo el mundo, incluidas las de Madrid en la concentración del pasado 6 de mayo; le castigan por el patrocinio de las políticas establecidas por el exdirigente Álvaro Uribe Vélez y por sumir al país -aún más- en el caos. Todo ello enmarcado por la desolación de la pandemia que ha traído consigo el coronavirus.

El problema del «desgobierno»

Luis Alfredo Quintero, politólogo local de la ciudad de Cali (epicentro de las revueltas), dirige un programa de encuentro pacífico donde confluyen todos los sectores políticos. Lo ha llamado ‘Conversemos’ y, gracias a él, han podido dar voz a todo el espectro ideológico del país. De este modo, ha contado a The Objective que, para entender la actual postura de su nación, hay que indagar un poco en esta caótica situación de «desgobierno».

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Imagen: Juan Bautista | Reuters

Según informa Quintero, ninguno de los tres últimos presidentes ha sido capaz de solucionar la problemática colombiana y, para más inri, no han hecho más que contribuir a acuciarla más. Así, Álvaro Uribe, quien presidió entre 2002 y 2010, emprendió una ideología propia que más tarde se denominaría «uribismo» y que, según apuntan los nativos, todavía no ha abandonado la cúpula de toma de decisiones.

«Digamos que ayudó a elegir a los siguientes dos presidentes», informa el politólogo. De este modo, su predecesor, Juan Manuel Santos, quien llegó para perpetrar la afamada seguridad democrática de Uribe, le ‘traicionó’ por el establecimiento de políticas por la paz con las guerrillas nacionales. El segundo y actual, Duque, ha rescatado las enseñanzas de su mentor y, pese a que ya ha decidido reunirse con los líderes de las protestas, también ha ordenado «el mayor despliegue que se tenga de capacidades de la fuerza pública» en Cali, para poner freno a los disturbios.

En cualquier caso, Luis Alfredo Quintero dice que «para nadie en Colombia es un secreto que Uribe tiene poder sobre este gobierno y sobre Iván Duque. Se sabe que muchas de las decisiones tomadas son consultadas con él». Y este es uno de los aspectos que se critica con frases como «Uribe, paraco, el pueblo está berraco». 

En definitiva, las movilizaciones masivas que ya se extienden por todo el mundo han acentuado el descontento con la élite gobernante, en la que se percibe al antiguo mandatario como el principal titiritero. Por tanto, mientras en un inicio protestaban por el ensañamiento económico hacia la clase obrera, el mundo ya se ha dado cuenta de que el problema se encuentra enraizado en la corrupción que Colombia viene arrastrando desde hace años. Al fin y al cabo, se trata de un país con unos índices monetarios de pobreza del 42,5%, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

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